No es la primera vez que digo que la ausencia de buenos resultados del actual gobierno proviene de no contar con un eficiente equipo de trabajo. Por la profesión que tiene el primer mandatario hace rato debió haberse enterado que una pequeña o mediana actividad, no digamos una empresa, mucho más un gobierno que quiere ser exitoso, requiere de una formidable organización sustentada con gente capaz, con amplia práctica y experiencia en el campo que se le haya encomendado. En su fracasado viaje a Cuba quedó demostrado que tampoco cuenta con buenos asesores en el manejo de la opinión pública, como en las relaciones exteriores. Las consecuencias quedaron a la vista con una gran mayoría de la población disgustada y el aumento considerable de la frustración que desde hace más de un año nos acompaña.
Las buenas relaciones públicas gubernamentales persiguen como objetivo principal, que los gobernados se vayan sintiendo satisfechos por los resultados que vaya dando el gobierno, pero ante la falta de estos, el gobierno de Colom adoptó su política de dar golpes de efecto, como aquellos pálidos homenajes a la Revolución de Octubre del 44; al finado Fuentes Mohr y recientemente a tres desaparecidos personajes durante el conflicto armado interno. El viaje a Cuba buscaba también otra pantalla más, sin ponerse a pensar que si bien podría congraciarse con determinado sector de la población, otra parte considerable lo rechazaría. Por otro lado, se dejó llevar por un vano entusiasmo personal sin ponerse a pensar que una gran mayoría, objetaría conceder la Orden del Quetzal, que lleva intrínseco el máximo valor de la libertad, a quien no ha sabido respetarla.
La mala asesoría y orientación siguió con la desacertada decisión de entregarle personalmente a Fidel Castro la máxima presea nacional sin ponerse a pensar que si lo anterior no era posible, quien haría un papelón desagradable no sería él, sino toda Guatemala. Me imagino cómo debió haberse sentido cuando su Fidel lo miraba como chenca de habano, a pesar del sumiso y antojadizo gesto que culminó con el también desacertado de «pedir perdón» por algo que no ocurrió en su gobierno, acto inimaginable de que Fidel hubiera podido hacer, cuando él mismo fue quien entregó territorio, entrenamiento, dinero y armamento cubano en su loco afán de exportar su revolución.
De regreso a Guatemala el presidente Colom ha estado haciendo hasta lo imposible por borrar tantos errores y malas notas, circunstancia que debieran aprovechar sus colaboradores para convencerlo que mientras la población no aprecie buenos y positivos resultados en educación, salud, infraestructura y seguridad ciudadana, por más que siga derrochando propaganda, la frustración del pueblo, en especial la de sus electores es inevitable.