Colom necesita un equipo homogéneo y decidido


Empezamos el año 2008 y una de las primeras cuestiones que abordan los medios es la ausencia, a dos semanas de la toma de posesión, del Gabinete de gobierno que ha de acompañar al presidente ílvaro Colom en su gestión al frente del paí­s. El presidente electo dice que esa situación es consecuencia de que se ha tomado el tiempo para tomar decisiones y que el nombramiento del Canciller ha obligado a revisar los parámetros que tení­an para ir conformando un equipo más socialdemócrata para hacer coherente el esfuerzo.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Yo creo que Colom necesita realmente un gabinete que comparta una visión del paí­s y que esté decidido a implementarla, lo que significa asumir costos y sacrificios pero, sobre todas las cosas, mantener una honestidad a toda prueba para impedir que el tema eterno de la corrupción sea el que impida la ejecución de polí­ticas profundas. Porque todos sabemos que mientras más profundo es un cambio, mientras más intereses se puedan ver afectados, mayores serán las reacciones y ya se demostró que el talón de Aquiles para cualquier gobierno que mantenga una retórica de innovación es el desliz de uno o varios funcionarios que se aprovechen de cómo funciona nuestro sistema diseñado especialmente para facilitar la corrupción.

Deberá entender Colom que mientras no se hagan cambios de fondo a la forma en que se realiza la gestión pública, el arca abierta estará allí­ para que cualquiera de sus colaboradores se sienta tentado a sacar provecho personal y por ello será indispensable que él personalmente sea una especie de supercontralor para evitar que alguien en su entorno pueda dar lugar a las crí­ticas que podrí­an minar su autoridad moral para ser el gran conductor de un proceso de cambio.

Entiendo que hay dos lí­neas en la conformación del gabinete, por lo que se puede apreciar. Por un lado están los socialdemócratas que tienen en Haroldo Rodas el estandarte porque aunque hay dos familiares muy cercanos de Alberto Fuentes Mohr, todos reconocen que Haroldo fue polí­ticamente mucho más cercano al proyecto que dirigió el sacrificado fundador del PSD. Y hay otra lí­nea que es de los financistas de campaña, entre los que destacan Carlos Meany y los Alejos, que no tienen la menor vinculación con la socialdemocracia pero que fueron puntales en el apoyo económico al partido y al candidato y por lo tanto gozarán de una importante cuota en el nuevo gobierno. A unos y a otros, es decir a los socialdemócratas y a los financistas, el presidente electo los debe instruir sobre la importancia tremenda que para un gobierno que quiere hacer cambios tiene la probidad a toda prueba.

Es evidente que ideológicamente no hay homogeneidad en el Gabinete, aunque se pueda limitar el concepto socialdemócrata a esa tercera ví­a que impulsaron en la práctica Blair y Clinton, para citar los ejemplos más conocidos. Pero si la decisión presidencial es de ir a cambios tan importantes como para pensar en el inicio de una nueva era en el paí­s, similar a la que vivimos luego del gobierno de transición de 1944, ello dependerá en gran medida de la autoridad moral que se tenga para impulsarlos y eso significa una lucha frontal y sin cuartel contra toda forma de corrupción interna que pueda debilitarlos.