A estas alturas de la vida, en la que la violencia de todos los tipos nos inunda generando tanta muerte y terror, en la que las distintas mafias, tanto dentro como fuera de las instituciones del Estado hacen de las suyas sin que nadie las detenga, en la que campea la falta de ética en todos los sectores, donde la transparencia brilla por su ausencia, donde rondan los fantasmas del sida y la desnutrición, donde la compañera de vida de la mayoría de los guatemaltecos es la pobreza, donde es despilfarrado el erario público sin pudor y a manos llenas; a estas alturas, señor ílvaro Colom, me tienen sin cuidado sus enfados, sus rabietas, sus berrinches; haría mejor en ocuparse de sus obligaciones constitucionales de la manera más eficiente, honesta y discreta posible para permitirnos trabajar y defender nuestra existencia de la mejor manera posible a nuestro alcance sin tener que soportar encima sus regaños. Agradecido debería estar de que este pueblo aguanta los gobiernos más ignominiosos sin recurrir a hacer efectiva una revocatoria de su mandato.