Cohesión social e integración


La cooperación internacional incluye lo relativo a evitar o disminuir acciones de discriminación (polí­ticas comerciales), y la integración (eliminación de barreras al comercio). Estos factores se refieren a la necesidad de unir las partes de un todo e integrarse a un grupo para formar parte de él. Esta afirmación se refiere a los procesos por los cuales las naciones anteponen el deseo y la capacidad para conducir polí­ticas exteriores e internas, de forma independiente entre sí­, buscando por el contrario tomar decisiones conjuntas, y «se entiende por integración regional el proceso convergente deliberado (voluntario), fundado en la solidaridad, gradual y progresivo, entre dos o más estados, sobre un plan de acción común en aspectos económicos, sociales, culturales, polí­ticos, etcétera» (Mariño).

Carlos Cáceres
ccaceresr@prodigy.net.mx

En América Latina, la presencia de ideas integracionistas no es actual, se ha expresado a través de diferentes etapas históricas. En los últimos cincuenta años del siglo XX, adquirieron especial presencia y, en la actualidad, se han incrementado por la creciente globalización, es decir, el modelo económico del libre mercado y las posiciones negociadoras entre estados. Su inmediata implicación ha sido la integración regional a través de organismos, entre otros, como el NAFTA o Tratado de Libre Comercio con América del Norte (North American Free Trade Agreement, por sus siglas en inglés), la Unión Europea (UE), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), o el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). Puede afirmarse que América Latina vive un proceso dinámico con relación a la integración, lo cual perfila un nuevo panorama económico, polí­tico y social.

La integración de este tipo de bloques nace básicamente de una necesidad funcional, en que cada uno de los Estados que decide unirse lo hace porque ve en ello una oportunidad de aumentar el bienestar de sus ciudadanos o simplemente por una cuestión de interés nacional. Es por esta razón que los dirigentes polí­ticos han optado por analizar los procesos de integración desde la perspectiva de la teorí­a funcionalista de las relaciones internacionales, la cual parte del supuesto de la incapacidad del estado moderno de satisfacer las cada vez más complejas necesidades de interés nacional. Se trata, entonces, de incrementar la presencia en el mercado de trabajo, modernizar los sistemas de participación social, incrementar las ventajas educativas en los sectores populares, garantizar la vigencia de los derechos humanos, asegurar viviendas dignas, mejorar el acceso a servicios de calidad, y luchar contra la discriminación. La lectura de estos aspectos señala que no pueden lograrse por medio de la violencia o imposición de ningún tipo.

Junto al estudio de los procesos de integración en América Latina se analiza el desarrollo de la cohesión social. Es un concepto aparentemente nuevo, pero ha estado presente en el discurso europeo, el cual se ha dirigido a lograr polí­ticas que favorezcan la solidaridad social y vinculación económica para tratar de reducir las diferencias implí­citas en esos conceptos. La Unión Europea se plantea una polí­tica de desarrollo equilibrado.

En América Latina se han iniciado diversos procesos para vincular la cohesión social con la integración regional, en especial, por la existencia y fortalecimiento de la democracia en la gran mayorí­a de los estados latinoamericanos, lo cual implica «(…) una distribución relativamente equitativa, en términos sociales y territoriales de las oportunidades de empleo, de la riqueza y el ingreso, y de las mejoras en la calidad de vida que se corresponden con las expectativas crecientes».

Buscar la cohesión social se integra a los tratados constitutivos de la Unión Europea, tiene un rol relevante en sus asignaciones presupuestarias y se le considera un fin (mejorar las condiciones de vida de los integrantes de una sociedad) y un medio (reducir las asimetrí­as entre los paí­ses y regiones que la conforman). En el caso latinoamericano, se pretende aminorar las asimetrí­as entre los paí­ses y regiones. Por esta razón, adquiere relevancia dirigir las polí­ticas de cohesión social e integración en el aspecto distributivo.