El huracán Gustav, que esta mañana tocó tierra con categoría 2 en el estado de Louisiana, Estados Unidos, tendrá efectos no sólo en la infraestructura de esa región y de la ciudad de Nueva Orleáns, sino que también en la vida política de ese país al ocurrir precisamente tres años después del gran fiasco que fue la reacción del gobierno federal cuando la tormenta Katrina hizo estragos en esa antigua ciudad del sur.
Económicamente ya se siente el efecto del alza en la gasolina y del petróleo, no sólo afectando a los Estados Unidos sino proyectándose mundialmente porque la tormenta se ha desplazado por la zona donde están las mayores refinerías de crudo de ese país y por las aguas donde se encuentran las plataformas de explotación más importantes, forzando a la paralización de las actividades de extracción y procesamiento del petróleo. Como es de suponer, desde antes de que la tormenta llegara a la zona, ya los precios de los combustibles estaban subiendo en las gasolineras, confirmando el carácter eminentemente especulativo de los incrementos.
Políticamente el efecto principal está en la suspensión parcial de las actividades de la convención republicana que estaba programada para abrir hoy con los discursos de Bush y Chenney. Algunos analistas han dicho en la televisión que para el partido en el gobierno puede ser un alivio porque la presencia de ambos personajes servía para ratificar el vínculo que permite a los demócratas hablar de un tercer período de quienes han conducido a ese país al desastre. Pero también la alteración de la agenda permite quitar la presión que existía sobre el partido republicano de tener que competir con la fastuosa celebración de los demócratas la semana pasada en una convención que parece difícil de igualar.
Y en ese sentido para el partido republicano es un alivio que en vez de comparar una y otra convención, el público vuelva los ojos a lo que ocurre en el sur del país y que se concentre la atención en la necesidad de apoyar a la población que fue evacuada. Al momento de escribir esta nota, la ciudad de Nueva Orleáns había quedado fuera de la trayectoria directa de Gustav, aunque sus efectos se sentían con la fuerza de un huracán de categoría uno y las presas del lago Pontchartrain parecían resistir el embate de las aguas, todavía persistía el riesgo de fuertes inundaciones aunque se confía en que los trabajos realizados impidan una repetición del desastre de hace tres años.
Los republicanos, aunque parezca lo contrario, gozan de buena estrella porque la convención no será comparada con la de sus adversarios y eso es ganancia, además de que se libraron de tener que aplaudir a Bush.