Peluquera de profesión y pendiente siempre de lucir bonita, Daiana Castro jamás se imaginó que a los 23 años iba a perder su largo cabello rojizo como consecuencia de una quimioterapia. A Castro se le diagnosticó un cáncer de ovarios hace cinco meses. Superado el shock inicial, la muchacha decidió hacer frente a la enfermedad y trata de verse lo mejor posible.
Aunque defiende a ultranza el uso de sombreros para cubrir su calvicie, descubrió hace pocos días en un taller sobre belleza para enfermas de cáncer que hay accesorios para la cabeza que ella no conocía, incluidas una suerte de cintas elásticas de las que pende pelo natural que se asemejan a un flequillo, llamadas cortinas, que le quedan muy bien.
La actitud positiva de Castro ante su enfermedad fue apuntalada durante dicho taller organizado por la Cámara Argentina de la Industria de Cosmética y Perfumería, que busca devolver la autoestima a mujeres bajo tratamiento oncológico. El objetivo es que las pacientes se sigan sintiendo atractivas y contrarrestar los principales efectos del cáncer: el deterioro físico y la pérdida del cabello.
Los psicólogos señalan que la calvicie es una de las pruebas más duras para las enfermas de cáncer, ya que afecta particularmente al ego femenino.
«Yo tenía el pelo rojo, hermoso y largo y cuando se me cayó estuve una semana sin salir de casa», dijo Castro al recordar el trauma de perder su cabello.
«Perder el pelo es algo inimaginable», expresó Nora Henrich, terapeuta de belleza durante una de las clases de la Cámara de Cosméticos. «Una puede estar desnuda y vestirse. Pero la repentina pérdida de cabello es como un golpe permanente. Hay que aprender cómo vestir la cabeza».
«Si estás pintada te sentís mejor… ayuda a no bajonearse (deprimirse)», expresó Castro una vez que terminó de aplicarse el maquillaje y probarse todo tipo de pañuelos para cubrir su calvicie durante la clase que tuvo lugar en el Hospital Eva Perón de San Martin, en las afueras de Buenos Aires.
Los talleres «Luzca Bien. Siéntase Mejor» de la Cámara de Cosméticos se realizan en 15 hospitales públicos de Buenos Aires y sus alrededores, en una decena del interior del país, en ocho sedes de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer, en instituciones oncológicas privadas y en la sede de la Cámara en la capital argentina.
«Los talleres hacen muy bien, cambian la actitud; las mujeres se van felices y agradecidas», afirmó a la AP Esperanza Sánchez, coordinadora del taller. «Tratamos de que sea recreativo; tratamos de decirles que esto es pasajero, que el pelo vuelve a crecer», sostuvo.
Las clases de estética son gratuitas y dictadas por voluntarias que enseñan cómo maquillar la tez pálida y sin brillo y cómo disimular con diferentes accesorios la falta de cabello.
Castro y sus compañeras asistieron al taller en el mismo hospital donde Eva Duarte, la segunda esposa del presidente Juan Domingo Perón, fue sometida a los 33 años a un tratamiento por su cáncer de útero. Las alumnas recibieron un bolso con productos cosméticos donados por empresas socias de la Cámara con los que practicaron las técnicas de maquillaje. Después se llevaron a sus hogares los obsequios, para seguir disfrutando de lo aprendido.
Una crema hidratante, una base de maquillaje, un tónico de limpieza, delineadores y sombras de ojos, lápices de labios y rubor son algunos de los elementos cosméticos que las enfermas se aplicaron paso a paso en el rostro con mimo y deleite. Para ello se sentaron alrededor de una mesa en una sala del hospital que originalmente constituyó el dormitorio pensado para que Eva Perón pudiera alojarse con privacidad durante su tratamiento y que finalmente la primera dama decidió no utilizar.
Durante un par de horas siguieron con sumo interés las instrucciones de las maquilladoras voluntarias Mariana Bianchi e Idania Sánchez, bajo la atenta mirada de Isabel Piriz, psicóloga de la Unidad de Oncología del hospital. «Ellas, a pesar de su enfermedad, pueden sentirse bien y pasar este momento de sus vidas que no es placentero», señaló la especialista.
«Cuando se les cae el pelo no saben qué hacer… no saben que pueden lucir mejor», indicó Piriz al explicar que la pérdida de cabello es muy traumática para las pacientes.
«No quería venir, pero mi hija me dijo que lo hiciera. Me alegro, nunca me había maquillado, yo era de las que me ponía solo brillo en los labios», afirmó Marta Cásere, de 59 años. La mujer aprendió cómo delinear sus cejas casi inexistentes con un pincel de sombra de ojos y se le iluminaba el rostro cuando sus compañeras le decían que se veía muy bien.
Las maquilladoras mostraron además cómo pasar un lápiz cerca del nacimiento de las pestañas para aparentar que éstas siguen ahí.
Según Castro, «al maquillarte te cambia la cara y podés aparentar otra cosa».
El programa nació en Estados Unidos en 1989 gracias a Ed Kavanaugh, extitular de la Fundación de Productos de Cuidado Personal de ese país, a quien se le ocurrió la idea de proveer cosméticos para una enferma de cáncer que estaba tan deprimida por su aspecto que no salía de su habitación en el hospital. En la actualidad se desarrolla en 25 países.
A Argentina llegó en 1999 de la mano de uno de los miembros de la Cámara. Según sus estadísticas, mil 466 mujeres se beneficiaron en 2012 de más de un centenar de talleres dictados y la idea es que unas mil 600 mujeres puedan disfrutarlos este año.