En todo sentido la capital es contrastante. Si concierne a lo humano, condición importante, chocamos con situaciones adversas. Una mayoría poblacional tiene aspectos que dejan mucho que desear. Usos y costumbres caen en el absurdo y reflejan la caída de valores en dimensiones considerables.
Ante esa pérdida lamentable, difícil de revertir respecto a la personalidad de cada uno, estos enmudecieron y dan paso a ventarrones equivalentes al laberinto de la transculturación. Exhiben expresiones críticas absorbentes y dominantes, apoderadas del grueso de los habitantes citadinos, de verdad.
Si recurrimos a lo material, resulta fácil constatar los contrastes. Vemos una infraestructura física a la altura de corrientes modernas arquitectónicas que se traducen en edificios altos y desafiantes. En tanto que el común denominador inscribe viviendas apretujadas y más alejadas del Centro Histórico.
El crecimiento horizontal está a la vista, aun más y más a vuela pájaro. Encaja el señalamiento de ciudad populosa, agobiada de problemas en relación a servicios básicos. Nuevas colonias diversas en comodidad, dimensiones contrastantes forman el mapa citadino, a juicio de algunos verdadero enredo, complicado más y más.
Y el fenómeno infaltable socioeconómico centra con fuerzas en los asentamientos de la periferia, lo mismo que invasiones frecuentes de inmigrantes del interior. Es el inframundo con sus secuelas preocupantes, en el ámbito de pobreza y pobreza extrema, generadora de problemas mayores de violencia y delincuencia.
Respecto a la oferta de trabajo, cada día deviene en menor cuantía. En tanto topa ante la descomunal demanda, un auténtico remolino hacia la miseria y baja calidad de vida. Empero, gente calificada y profesional ocupa posiciones relevantes en la cúpula empresarial y goza de bienestar general.
En desventaja prosiguen actividades cotidianas que utilizan recursos y medios desfasados para obtener un producto terminal aceptable. Puesto que la moderna tecnología encabeza cualquier trabajo, coherente también con la globalización imperante. Lo inesperado cifra ahora su marca en la crisis financiera.
El contraste en mención toca a las puertas día y noche, relativo al quehacer rutinario. Como toda ciudad ensanchada y sin control alguno, sufrimos las consecuencias. Ocasiona condiciones deficitarias, colapsos viales, apagones sorpresivos y fenómenos naturales que dejan caudas tremendas.
Algo merecedor de alarma encaja en la inseguridad y desconfianza poblacional, aunque las autoridades del gobierno central incrementen las fuerzas policíacas. Son casos contrastantes por cuanto la canalla da señales de vida y sus hechos ilícitos cobran mayores contingentes de alta peligrosidad.
Persiste asimismo la incredulidad en la aplicación de la ley a los transgresores reincidentes hasta el momento. La Fiscalía General y sus subalternos son considerados de mucha lenidad, al igual que los tribunales del organismo Judicial. A mayor presupuesto por lo visto el accionar contrasta con los resultados.
Contrasta también lo atinente a Educación, Salud, Trabajo, Economía y Transporte. Hay tantos clamores, protestas y manifestaciones de descontento por la insatisfacción general, pese a contar con presupuesto suficiente. Eliminar cualquier trámite engorroso para obviar el inicio de la obra es deseable.