Cisma en la cúpula conservadora


Gianfranco Fini, figura fuerte de la derecha italiana. FOTO LA HORA: AFP TIZIANA FABI

Silvio Berlusconi y Gianfranco Fini, ex aliados de la derecha italiana en el poder, contaban hoy sus tropas un dí­a después de una ruptura que complicará la tarea gubernamental, aunque por el momento no se prevén elecciones anticipadas.


El presidente del Consejo instó a Fini, en la noche del jueves, a abandonar la presidencia de la Cámara de los diputados, juzgando que habí­a creado «una oposición» en el seno del Pueblo de la Libertad (PDL), el gran partido de derecha que crearon juntos en marzo de 2009.

Fini, que en los últimos meses se ha desmarcado en varias oportunidades del omnipresente presidente del Consejo, sobre todo en lo concerniente al tema de la «moralidad» en polí­tica, se negó a ello.

Si Berlusconi no escatimó palabras contra su ex aliado, ninguna expulsión del PDL fue pronunciada y sólo tres parlamentarios cercanos a Fini corren el riesgo de ser excluidos.

De su lado, unos treinta diputados allegados al presidente de la Cámara anunciaron su intención de crear un grupo autónomo en la asamblea, generando así­ desconcierto en el mundo polí­tico italiano.

En la actualidad, el gobierno Berlusconi dispone de una mayorí­a confortable en el Parlamento con 271 diputados PDL, 59 diputados de la Liga del Norte –el partido populista y anti-inmigrantes dirigido por Umberto Bossi, segundo gran aliado del Cavaliere– a los cuales se suman otros 24 diputados.

La oposición cuenta de su lado con 269 diputados.

El número de parlamentarios que decidirán efectivamente abandonar el grupo del PDL en la Asamblea es «un punto crucial», explica el editorialista del diario económico Sole 24 ore, Stefano Folli.

«Si son una quincena, sólo constituirán una espina en el pie de la coalición reducida al eje Berlusconi-Bossi. Si son unos 30, estarán en condiciones de retirar al gobierno la mayorí­a absoluta en la Cámara», analiza.

Berlusconi podrí­a de esta manera tropezar con dificultades para hacer aprobar textos tan cruciales, como sus reformas de la justicia, y verse cada vez obligado a pactar alianzas con algunos diputados centristas movientes.

El jueves en la noche Berlusconi descartó la eventualidad de una caí­da de su gobierno. «No hay riesgo alguno. Disponemos de una mayorí­a», asegura el Cavaliere.

Fini no ha manifestado intención alguna de hacer caer el gobierno, instalado desde hace dos años, reiterando inclusive su «fidelidad» al ejecutivo.

Aun cuando la prensa italiana descarta por ahora la organización de elecciones anticipadas, mucho antes de la fecha prevista (en 2013), recalcan por el contrario el deterioro del clima polí­tico.

«En el plano institucional, no existen instrumentos para obligar a Fini a abandonar la presidencia de la Cámara», subrayó Massimo Franco en el Corriere della Sera, pero ese divorcio «expone a Fini a un baño de lodo».

De su lado, la oposición ha aportado su apoyo a Fini. «A partir del momento en que es elegido, el presidente de la Cámara es presidente de todos, incluso de quienes no votaron por él, y no puede ser destituido», declaró el jefe del grupo Partido Demócrata (izquierda), Dario Franceschini.

El jefe del PD, Bersani, pidió que Berlusconi venga a explicarse ante el Parlamento. Un requerimiento rechazado por el PDL

«Hay, con seguridad, una cuestión seria abierta en el PDL, pero no hay razón para que el presidente del Consejo venga a declarar ante el Parlamento», dijo.