Los protectores de la imagen de Marilyn Monroe sostienen que un coleccionista que pide 500 mil dólares por un cortometraje pornográfico comete fraude y viola la propiedad intelectual de ella con sólo afirmar que muestra a la actriz teniendo relaciones sexuales cuando era menor de edad.
El promotor español Mikel Barsa insiste que la película en blanco y negro de 8 milímetros, de poco más de seis minutos de duración, muestra a Norma Jeane Baker en un momento de su vida —en 1946 ó 1947— en que era pobre y estaba ansiosa por acceder al mundo del cine.
Los especialistas en la vida de Monroe consideran que es muy improbable que la rubia que sonríe en la película sea ella. Incluso un examen somero de las imágenes deja amplio margen para la duda. Además, aunque Barsa muestra varios documentos que según él respaldan su teoría, no son ni de lejos concluyentes.
Sea quien fuere la mujer en el filme, incluso afirmar que muestra a Marilyn Monroe es una violación de su propiedad intelectual que le costará mucho a Barsa si prosigue con la venta, advirtió en una entrevista Nancy Carlson, vocera de Authentic Brands Group.
Barsa está invitando a una acción legal en su contra por «perpetrar un fraude contra el público, violar los derechos exclusivos de los administradores de la herencia de Monroe a su imagen, y otros reclamos de violación a la propiedad intelectual», dijo Carlson.
Barsa indicó que de cualquier forma procederá con la venta el domingo por la tarde, recolectando su 10% de los propietarios del filme, a quienes se negó a identificar.
«Siempre es lo mismo con lo relativo a Marilyn: negar, negar, negar y amenazar», afirmó Barsa.
Según el promotor español, la cinta de celuloide de 8 milímetros fue hecha simultáneamente con una versión de 16 milímetros, que según sostiene vendió por 1,2 millones de dólares en 1997. Se negó a identificar a los vendedores o compradores de la película, pero aclaró que una revista europea también adquirió los derechos de hacer copias y luego vendió 600.000 videos promocionados como la vida sexual secreta de Monroe. Copias de esa cinta aún pueden ser localizadas en la internet.
Barsa presenta una carta de Alan Brown dirigida al Instituto Cinematográfico Estadounidense en 1996 que, según el promotor español, confirma que la mujer es Monroe. Empero, la misiva sólo dice que «no está claro si la mujer en la cinta es Marilyn Monroe, y si no lo es, definitivamente es un doble». Un vocero del Instituto Cinematográfico Estadounidense se negó a formular comentarios.
Barsa compartió además una copia de lo que dijo ser un documento desclasificado por el FBI demostrando que Monroe figuraba en la película. Sin embargo, el texto, muy censurado, se refiere a información de terceros procedente de una fuente que sostiene que el ex esposo de Monroe, el pelotero Joe DiMaggio, ofreció 25.000 dólares en 1965 por una película que otra persona afirmó que mostraba a Monroe teniendo relaciones sexuales. El documento ni siquiera aclara si esa presunta cinta existía.
Barsa cree que el cortometraje pornográfico fue realizado meses antes de que Monroe firmara un contrato con la 20th Century Fox en 1947, cuando estaba desesperada por ser una estrella.
«Marilyn no tenía motivo alguno para hacer una película pornográfica», respondió Michelle Morgan, autora de «Marilyn Monroe: Private and Undisclosed.»
«Todos sus amigos concuerdan que nunca mostró indicio alguno de haber ganado dinero de cualquier otra forma que no fuera haciendo de modelo o trabajando como una verdadera actriz», dijo Morgan.
Monroe «no era una mojigata», afirmó Lois Banner, que escribió «MM-Personal: From the Private Archive of Marilyn Monroe».
Empero, Banner también considera extremadamente dudoso que las dificultades financieras le hubiesen impulsado a dar el paso de participar en pornografía. Incluso en sus tiempos más pobres, en 1947, Monroe logró que una acaudalada pareja le ayudara con 100 dólares a la semana.
Sin comprador
Un promotor de conciertos español no consiguió compradores en una subasta en Argentina para una película pornográfica de la década de 1940 que, según él, muestra a Marilyn Monroe menor de edad teniendo relaciones sexuales antes de que se convirtiera en una estrella.
La subasta fue un fracaso. Nadie quiso pagarle a Mikel Barsa el precio inicial de 2 millones de pesos argentinos (unos 480.000 dólares).
Barsa dijo que no ayudó que la portavoz del patrimonio de Monroe, Nancy Carlson, —citada en una entrevista con The Associated Press— dijera que todo esto era un fraude.
«No me ha sorprendido», dijo Barsa. «Las últimas declaraciones (de Nancy Carlson) no hacen ningún bien a todo esto».
El español dijo que sigue en negociaciones con un comprador no identificado de Denver que, según él, está ofreciendo mucho menos de lo que sería un precio justo. Sin embargo, también dijo que su abogado está revisando la advertencia de los protectores de Monroe de que están dispuestos a demandarlo por fraude y violación de propiedad intelectual en caso de realizarse la venta.
Barsa anunció antes de la subasta que la maltratada cinta de seis minutos, en blanco y negro, muestra a la joven actriz, conocida entonces como Norma Jean Baker, entre 1946 y 1947, cuando era pobre y estaba desesperada por entrar en el negocio del espectáculo.
Los expertos en la vida de Monroe, sin embargo, dicen que es poco probable que la risueña actriz rubia que aparece en la cinta sea ella. Al comparar el filme con las conocidas imágenes de Monroe queda un amplio espacio para la duda. Y varios documentos que según Barsa prueban su argumento —una carta del Instituto de Cine de Estados Unidos y lo que parece ser un archivo otrora confidencial del FBI que menciona un intento de 1965 por vender una supuesta cinta pornográfica de Marilyn Monroe— no son definitivos.
La imagen de Monroe y su patrimonio está protegido por la compañía de desarrollo y licencia de marca Authentic Brands Group. Carlson, su portavoz, dijo que la venta del filme invitaría a la acción legal por «perpetrar un fraude al público, violar los derechos exclusivos de la imagen del patrimonio de Monroe y otras acusaciones que no respetan la propiedad intelectual».
«Para mí, personalmente, ni siquiera se parece a ella», dijo Carlson.