Cineasta Kusturica revoluciona México


Emir Kusturica y The No Smoking Orchestra revolucionaron México con su cargamento de música mestiza y humor surrealista.

El aclamado cineasta y músico serbio Emir Kusturica, rebautizado la noche del lunes como «Pancho Villa», y sus secuaces de The No Smoking Orchestra (TNSO) revolucionaron la Ciudad de México con su cargamento de música mestiza y humor surrealista.


«A la guitarra, Pancho Villa», anunció el cantante y «showman» de la banda, Nene Karajlic, señalando a Kusturica, de 54 años, quien la semana pasada reveló que prepara un film sobre el general de la Revolución Mexicana.

Lo rodará en México y en español, y será su segundo trabajo consecutivo en América Latina tras el documental «Maradona, por Kusturica» (2008).

Pero más allá de la curiosidad de ver sobre un escenario a todo un ganador de dos Palmas de Oro de Cannes, lo que atrajo a 3.500 jóvenes mexicanos hasta el Vive Cuervo Salón fue la particular fusión de música balcánica, árabe, griega (en general de todas las influencias que habitaban en la ex Yugoslavia) que interpreta la TNSO a toda velocidad.

Por supuesto los temas más celebrados fueron los pertenecientes a bandas sonoras de filmes de Kusturica, como «La vida es un milagro» (2004), «Gato negro, gato blanco» (1998) y «Underground» (1995).

«Esta canción es de una pelí­cula de mi director favorito», repitió el vocalista mirando a su afamado compañero de escenarios desde 1986.

Pero nadie dejó de saltar -ni los seguidores de traje y corbata- con otras como «Fuck you MTV» ni de jalear los malabarismos del violinista Dejan Sarapavalo o los aceptables «punteos» de Kusturica, quien pasó de protagonista a actor secundario a medida que avanzaba la noche.

El director se encargó de las seis cuerdas, probó con la percusión, bailó, saltó e hizo coros pero apenas participó del estudiado caos que crean en escena sus siete socios de la TNSO, entre los que se cuenta su hijo Stribor, en baterí­a.

Vestido con pantalón verde militar y camiseta negra con la cara de Pancho Villa impresa, Kusturica parecí­a distraí­do en ocasiones y sólo se dirigió al público para preguntar: «Â¿qué pasa con la Revolución?».

Salvo estas contadas excepciones, las miradas se fijaron rápidamente en el menudo cantante Karajlic, un profesional del alboroto.

Con su energí­a y excentricidad no tardó en ponerse en el bolsillo a un auditorio entre el cual, por lo que se percibí­a, hubo quien mostró su desacuerdo con el nombre de la banda consumiendo algo más que tabaco.

En total fueron casi dos horas de contundente descarga de The No Smoking Orchestra, con la que concluyó una minigira por América Latina que tuvo paradas anteriores en la mexicana Guadalajara y en Bogotá y Medellí­n (Colombia).

A su regreso a Europa, «Pancho Villa» Kusturica y sus seguidores podrán decir que volvieron a «tomar» Ciudad de México.

A su regreso a Europa, Pancho Villa Kusturica y sus seguidores podrán decir que volvieron a «tomar» Ciudad de México.