Cine y literatura


Fernando Ramos

A lo largo del tiempo el cine ha encontrado en la literatura un constante punto de apoyo, de esa cuenta el número de libros que han sido llevados a la gran pantalla es enorme.


Convertir un libro en guión para un filme es algo que se antoja complicado; algunas razones, entre otras, para apoyar tal afirmación pueden ser: no tener al guionista indicado para llevar a cabo la tarea; contar con poco tiempo para realizar la adaptación; que la estructura narrativa sea compleja.

Una consideración importante es que la calidad del objeto literario no garantiza la calidad del objeto cinematográfico, incluso suele suceder que pelí­culas excelentes sean la adaptación de obras medianamente buenas, por no decir malas.

La literatura «light» o de consumo es la que aporta el mayor número de tí­tulos para el cine, por supuesto que todo tiene que ver con las reglas del mercado, sin un libro vende una considerable cantidad de ejemplares, lo lógico es que, más temprano que tarde, se convierta en pelí­cula; de ahí­ que la obra de autores como Stephen King y Dan Brown, sean llevados de forma recurrente al cine.

Mencionar algunos ejemplos de buenos y malos textos literarios adaptados al celuloide es algo que da para escribir muchas páginas; sin embargo, y a manera de ejemplo, se pueden citar, entre otros: la trilogí­a «El padrino», basada en la obra del mismo nombre de Mario Puzzo, en este caso preguntar qué es mejor, la novela o la cinta, es algo que no da lugar a la polémica, pues lo logrado por Francis Ford Coppola (el director), supera en su totalidad lo escrito por Puzzo.

«La firma», «El informe pelí­cano», «El hacedor de lluvia», escritos por John Grisham, uno de los mayores creadores de «best sellers» en los Estados Unidos, fueron en su momento llevados al cine, aunque tuvieron éxito en taquilla, pues fueron protagonizados por actores como: Tom Cruise; Julia Roberts y Denzel Washington; Matt Damon, respectivamente, son filmes de baja calidad, realizados a partir de novelas de baja calidad, el mismo Grisham cuando le preguntaron que le gustarí­a hacer después de haber obtenido éxito y fortuna, respondió: «escribir buena literatura».

«El señor de los anillos», se ha convertido en uno de los mayores sucesos fí­lmicos de la historia, el colosal proyecto de Peter Jackson recrea magistralmente el universo mitológico ideado por J.R.R. Tolkien; en este caso cabe la polémica, porque los libros son magní­ficos, pero la adaptación al cine es toda una obra de arte.

Muchas de las grandes novelas de la historia están a la espera de ser filmadas, habrá que esperar algún tiempo para que alguien se atreva a adaptar «Cien años de soledad», de Gabriel Garcí­a Márquez, por ejemplo, pues otras obras del Nobel colombiano han sido llevadas a la pantalla sin mayor suerte.

La relación entre cine y literatura es muy estrecha; aunque para escribir un guión se necesita tener en cuenta aspectos inherentes al género; el guión literario requiere un tratamiento distinto, por eso no se puede pedir que el producto fí­lmico sea exactamente igual al libro.

Siempre existirá el debate de qué es mejor, la pelí­cula o el libro, lo cierto es que son dos lenguajes distintos, por lo tanto, cualquier tipo de polémica termina siendo retórica.

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