Un controvertido proyecto de ley canadiense que busca privar de subsidios públicos a películas o programas de televisión considerados «contrarios al orden público» provocó una movilización de los medios del séptimo arte, que protestan contra lo que consideran censura.
Una disposición de un proyecto de ley sobre impuestos, presentado por el gobierno conservador del primer ministro, Stephen Harper, otorga al ministro del Patrimonio el poder de privar de «créditos de impuestos» a las producciones que él, o ella, consideren «contrarios al orden público», aunque no precisar este concepto.
La medida pasó desapercibida cuando fue aprobada por los diputados de la Cámara de los Comunes en octubre pasado porque fue votada junto a un conjunto de medidas administrativas, pero recientemente fue puesta en el centro de las miradas por la prensa y los medios artísticos.
Cineastas canadienses y extranjeros lamentaron el proyecto juzgado retrógrado. «La ironía es que las películas canadienses que han forjado nuestra reputación internacional son las que están más amenazadas», se indignó el cineasta David Cronenberg, autor de «La mosca», «Crash», «Una historia violenta» o «Promesas del este», entre otras.
«Es censura», opinó el taiwanés Ang Lee, director de la premiada «Brokeback Mountain», retrato de dos vaqueros homosexuales filmado en el oeste canadiense.
La actriz y realizadora canadiense Sarah Polley, nominada al Oscar de Mejor Adaptación por «Lejos de ella», acudió al Parlamento de Ottawa para denunciar el proyecto actualmente a estudio del Senado, que podría enmendarlo y reenviarlo a la cámara baja para un nuevo estudio.
«Creo que (los cineastas canadienses) son conocidos por sus películas precisamente porque no son dictadas por una lógica de beneficios (…). Este proyecto de ley amenaza directamente este principio, de que los dineros públicos garanticen la independencia creadora a los artistas», indicó.
Las producciones cinematográficas y televisivas canadienses -que tienen un éxito creciente en Europa y Estados Unidos- representaron inversiones públicas y privadas de 2.400 millones de dólares el año pasado.
Las producciones extranjeras filmadas en Canadá no se verían afectadas por el proyecto de ley.
«Medidas del proyecto de ley alientan la autocensura de parte de los productores», reflexionó Greg Melnyk, especialista en la historia del cine canadiense de la universidad de Calgary.
Para él, una «politización» del otorgamiento de fondos volverá a los productores «más dubitativos» a la hora de apoyar el cine de autor.