Cincuenta años de la batalla de Argel


Recordatorio. Argelinos disfrutan del segundo dí­a de la fiesta de Eid al-Adha, una fiesta musulmana. Argel recordará los 50 años de la batalla desatada en ese lugar.

Hace 50 años, la batalla de Argel iniciada el 7 de enero de 1957 marcaba un hito en la guerra de Argelia, desencadenada dos años antes, y en Francia generaba una polémica que aún subsiste acerca de los métodos empleados en la lucha antisubversiva.


Los dos principales protagonistas de esta guerrilla urbana que se prolongó nueve meses fueron el general francés Jacques Massu, comandante de la 10ª división de paracaidistas, con plenos poderes en la lucha contra el terrorismo urbano, y un panadero de la casba, Yacef Saadi, ascendido a jefe militar de la «rebelión» en la región de Argel.

Para el general Massu se trataba de romper las redes del Frente de Liberación Nacional (FLN, dirigente del movimiento insurreccional), que habí­an lanzado una vasta campaña de atentados en Argel.

Entre 8.000 y 10.000 «paracas» –llamados los «leopardos» por el color de sus uniformes de combate– fueron desplegados en Argel, donde organizaron una estricta vigilancia de la ciudad, practicaron detenciones masivas, encerraron a los sospechosos en «centros de selección» y procedieron a veces a ejecuciones sumarias.

Uno de los jefes del FLN, Larbi Ben M’Hidi, capturado en enero de 1957, fue estrangulado durante su detención, según una confesión tardí­a del general Paul Aussares, otro de los principales actores de la batalla de Argel.

Al final de su vida, el general Massu también reconoció que «autorizó» la tortura para sacar información a los prisioneros y así­ «evitar otro mal, el asesinato con bombas de innumerables ví­ctimas inocentes», escribió más tarde.

Entre los métodos brutales de interrogatorios practicados por el ejército francés figuraba la tortura con electricidad.

En el sector adverso, el objetivo de Yacef Saadi era llevar la acción militar del FLN del campo a la ciudad de Argel, instaurar la inseguridad y la sicosis de los atentados, y convertir la capital en el epicentro de la guerra.

Mediante una huelga de ocho dí­as de los comerciantes de la casba, el FLN querí­a llamar la atención internacional y contrarrestar la tesis de la «Argelia francesa» mientras comenzaba en las Naciones Unidas una reunión crucial sobre la «cuestión argelina».

Yacef Saadi lideraba en Argel una red terrorista especializada en colocar las bombas que fabricaba un estudiante de medicina, Abderrahman Taleb. Los artefactos artesanales eran transportados por mujeres jóvenes de apariencia occidental para evitar los registros corporales de los paracaidistas.

Entre enero y marzo de 1957 se cometieron unos 180 atentados en lugares simbólicos, frecuentados por la sociedad europea: los locales de Cafétéria, Otomatic y Milk-Bar, y la oficina central de correos.

Los primeros atentados fueron perpetrados en septiembre de 1956 y el último, particularmente mortí­fero, el 9 de junio de 1957 en el Casino de la Cornisa, tres meses antes de la detención de Yacef Saadi.

En los momentos crí­ticos de la guerra, el general Massu llegó a someterse voluntariamente a la tortura eléctrica para comprobar su eficacia y para saber si constituí­a una vejación del ser humano.

Los métodos de inteligencia contra el terrorismo experimentados en ese breve periodo sirvieron como modelo durante la lucha contra la subversión en varios paí­ses de América Latina durante la década del 70.

En agosto de 2003, el Pentágono enseñó «La batalla de Argel» a sus oficiales de Estado Mayor como manual para entender la guerrilla urbana practicada en Bagdad contra la invasión de Irak.

El director italiano Gillo Pontecorvo inmortalizó a Massu y Saadi en su pelí­cula «La batalla de Argel», prohibida en Francia en 1966 a pesar de haber obtenido un León de Oro en la Mostra de Venecia, y censurada de nuevo en 1971.

Pontecorvo contó con el propio Yacef Saadi para interpretar su personaje al frente de un reparto compuesto sobre todo por no profesionales. Saadi habí­a propuesto la idea al director italiano y además fue coproductor de la pelí­cula (en el momento de la independencia habí­a creado Casbah Films, la primera productora argelina).

En 2004, la pelí­cula tuvo por fin un reestreno normal en Francia, después de un pase excepcional en el Festival de Cannes, cuando Argelia celebraba sus 50 años de independencia.