Cinco selecciones de América del Sur participarán en el Mundial de Sudáfrica-2010 al sumarse el miércoles al lote de clasificados Uruguay que, al empatar 1-1 con Costa Rica en Montevideo, ganó la repesca entre la Conmebol y la Concacaf.
El largo y tortuoso camino de la eliminatoria regional llegó así al epílogo tras más de dos años y dieciocho partidos, veinte en el caso de los celestes porque alcanzaron su billete luego de dos juegos extras ante los ticos.
El balance final no difiere mucho de los pronósticos previos, al avanzar los equipos con historia o aquellos que sin esa mochila sobre sus espaldas cumplieron procesos coherentes.
Brasil, como siempre, Chile en forma merecida, Paraguay ratificando su desempeño de los últimos 12 años, y Argentina agónicamente, ingresaron a la élite mundialista en forma directa.
Uruguay, en cambio, penó hasta el final pero pudo subirse al último tren a Sudáfrica ratificando su condición de abonado a las repescas.
El Brasil de Dunga, en principio errático y después avaro y lujoso al mismo tiempo, se convirtió en el primer equipo clasificado de la región cuando faltaban tres fechas para la finalización de las eliminatorias.
Kaká (volante), Luiz Fabiano (atacante), Julio César (portero), Luisao (defensa central), Maicon (lateral) y Lucio (defensa central), en especial los tres primeros, aportaron toda su categoría para enderezar un proceso que se había iniciado muy mal para Dunga, a quien la «torcida» muchas veces castigó con su desaprobación.
Y así en la verdadera «tienda de milagros» que resulta ser el Brasil futbolero se pasó del drama a la comedia, con final a toda orquesta y hasta con algunos lujos, que ahora colocaron al gigante sudamericano un gran cartel de favorito para la cita africana.
De la mano del argentino Marcelo Bielsa, Chile consiguió volver a un Mundial luego de su última participación en Francia-1998, cuando aún llevaban la «Roja» sobre su pecho Iván Zamorano y Marcelo Salas.
Profeta en tierra ajena, el «Loco» Bielsa, de fracasada experiencia al frente de Argentina en Corea del Sur y Japón-2002, volvió a demostrar la vigencia de su planteo ofensivo y consiguió que un país reticente a lo argentino se postrara a sus pies en señal de agradecimiento.
Nadie escapó al embrujo de Bielsa, un obsesivo del fútbol que dotó a su equipo de disciplina dentro y fuera de la cancha y convenció a propios y extraños de la validez de su propuesta.
Para la selección de la tierra natal del «Loco», sin embargo, las cosas fueron cuesta arriba desde el arranque de las eliminatorias.
El veterano Alfio «Coco» Basile tomó las riendas de la albiceleste pero su gestión no conformó a nadie y fue sustituido nada menos que por Diego Maradona, elevado a la categoría de héroe y de dios terrenal luego del Mundial de México-1986.
Pero Maradona, inexperiente y errático, chocó contra la realidad y después de andar a los tumbos consiguió el boleto mundialista «in extremis» en el último partido del clasificatorio, ante Uruguay en Montevideo.
Para colmo en la capital de Uruguay, Diego explotó y con insultos soeces la emprendió contra los periodistas de su país, lo que a la postre le costó críticas en la propia Argentina y una sanción benevolente de la FIFA.
Con otro extranjero en el banquillo, esta vez el argentino Gerardo Martino, Paraguay firmó el ingreso a su cuarto Mundial consecutivo a partir de un equipo que hizo del contragolpe su mejor arma gracias al oportunismo y olfato de gol del atacante Salvador Cabañas.
Cabañas fue azote para todas las defensas y de su mano el once de Martino escaló posiciones y tuvo una primera rueda espectacular que lo colocó por varias fechas en el liderazgo del clasificatorio.
Martino se sumó así al grupo de profetas que inauguró en ocasión de Francia-1998 el brasileño Paulo César Carpegiani, seguido luego por los uruguayo Sergio Markarián (2002) y Aníbal «Maño» Ruiz (2006).
«In extremis» y apretando los dientes, Uruguay se sacó de encima al rival de Concacaf y consiguió su lugar en la corte mundialista, luego de sufrir lo impensado y pasar por todos los estados de ánimos posibles durante la eliminatoria.
Prácticamente eliminado hace dos meses, con posibilidades de clasificación directa hace treinta días y frente a una repesca desde entonces, los celestes -campeones mundiales en 1930 y 1950- se las ingeniaron igualmente para regresar a las «grandes ligas» jugando mejor de visitantes que de locales.
Oscar Washington Tabárez fue el único timonel en un largo y cambiante proceso que comprende no solo a la selección mayor sino también a sus hermanas menores.
Uruguay se clasificó al Mundial de Sudáfrica-2010 sufriendo hasta el último minuto, al ganar el repechaje a Costa Rica, luego de una eliminatoria sudamericana en la que mostró irregularidad en lo deportivo, pero continuidad en cuanto a conducción e integración.
Pese al gusto a poco que muchos aficionados sienten por el empate 1-1 -tras la victoria 1-0 en la ida- conseguido ante el combinado tico el miércoles en un Estadio Centenario colmado, la celeste alcanzó el objetivo de llegar al Mundial, tras su ausencia en Alemania-2006.
Bicampeón del mundo (1930 y 1950), Uruguay llegó así por undécima vez a una Copa del Mundo.
«Queríamos ganar para que la fiesta fuera completa y darle una alegría inmensa a nuestro pueblo. No se pudo conseguir la victoria, pero alcanzamos el objetivo», dijo el técnico charrúa Oscar Tabárez, ex AC Milán (Italia) y Boca Juniors (argentina), entre otros.
«Capaz que pensaron que debíamos golear a Costa Rica y en el fútbol eso se terminó. Estoy muy contento con lo que hemos hecho y no me quedo con la anécdota de este partido», agregó, aludiendo al proceso que inició en marzo de 2006 cuando asumió por segunda vez las riendas de la selección.
Tabárez se transformó en el único técnico en llevar dos veces a Uruguay a un Mundial, luego de Italia-1990.
«Trabajamos mucho» y «estamos en el Mundial», señaló el DT, al subrayar que se logró el objetivo, luego que Uruguay quedara afuera de Alemania-2006 tras una repesca con Australia.
Lamentó no haber logrado clasificar directamente a Sudáfrica en la última fecha de la eliminatoria ante Argentina en el Centenario, cuando cayó 1-0, pero recordó que Uruguay lleva tres repescas consecutivas y dijo estar convencido que «las cosas se hacen gradualmente».
Aludió así al proyecto de largo plazo que inició para la selección, que abarca a las divisiones juveniles y que empieza a dar frutos.
En efecto, la Sub-20 tuvo un buen papel en el Mundial de Egipto, donde cayó en octavos de final ante Brasil; en tanto la Sub-17 fue eliminada por España por penales en cuartos del Mundial de Nigeria.
Bajo la batuta de Tabárez, el proceso del seleccionado mayor fue estable en la medida que lo tuvo como único conductor. El DT siempre ha hecho hincapié en la necesidad de mantener una continuidad organizativa en todas las divisiones, si se quieren lograr mejores resultados.
Con su proverbial mesura y serenidad, Tabárez logró mantenerse firme al frente del seleccionado pese a que desde su que asumió en 2006 por la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) pasaron cuatro presidentes.
No obstante, desde el punto de vista deportivo, la escuadra charrúa tuvo una actuación irregular, y nunca pudo cosechar los seis puntos disputados en cada doble fecha de la eliminatoria. El repechaje frente a Costa Rica no fue la excepción.
Obtuvo resultados imprevisibles, como caer 1-0 ante el eliminado Perú en Lima -lo había aplastado 6-0 como local-, u obtener buenos resultados en la altura, donde sumó siete de los nueve puntos que disputó.
Le ganó 1-0 a Colombia en los 2.600 metros de Bogotá; empató de atrás 2-2 con Bolivia en los 3.600 m de La Paz; y derrotó a Ecuador por 2-1 en los 2.800 m de Quito.
Hubo partidos en los que desplegó muy buen fútbol pero no consiguió ganar, como ante Brasil en Sao Paulo, cuando cayó 2-1. En el cotejo de vuelta, el once auriverde goleó a Uruguay por 4-0.
La celeste tuvo un gran desempeño ante Chile en Santiago pese a terminar 0-0, lo que llevó al técnico Marcelo Bielsa a decir que «antes del partido aspirábamos a los tres puntos, después del partido el punto (obtenido por el empate) lo valoramos».
Desde el punto de vista de la integración, la celeste mantuvo su columna vertebral, y las modificaciones sucesivas fueron en general motivadas por lesiones y suspensiones.
El principal problema fue el arco, por donde pasaron cuatro goleros, debido a lesiones o falta de continuidad: Fabián Carini (Atlético Mineiro, Brasil), Juan Castillo (Botafogo, Brasil), Sebastián Viera (Villarreal, España) y Fernando Muslera (Lazio, Italia).