He recibido por la vía electrónica un extenso documento que corresponde al número 11 de un medio alternativo bautizado con el nombre de La Gotera, en el que se vierten ácidas críticas a todo el proceso electoral, a las organizaciones políticas en general y a la totalidad de los candidatos presidenciales, y aunque su fraseología denota un repetitivo y casi agotado argumento de la izquierda más radical, también contiene razonamientos válidos, independientemente de sus raíces ideológicas.
Intentaré resumirlo por tres razones. Una de ellas es porque coincido en algunas apreciaciones, especialmente cuando se afirma que la mayoría de la población guatemalteca está sumida en la pobreza y la pobreza extrema, y que la riqueza está concentrada en pocas manos, de lo que se infiere que en los procesos para escoger a las autoridades gubernamentales, especialmente los presidentes de la República, «los pobres votan, pero no eligen».
La otra causa es que mi limitado espacio siempre ha estado abierto a la expresión de los grupos que carecen de medios para opinar sobre diversidad de asuntos, independientemente de que yo esté o no de acuerdo con sus planteamientos, y en razón a la libertad que disfruto en La Hora.
Y en tercera instancia, porque el documento vierte severas censuras a las organizaciones políticas y candidatos que aunque no se les identifica por su nombre, cae de su peso que se trata de los grupos políticos que forman la coalición Maiz/URNG, Alianza Nueva Nación y Encuentro por Guatemala/Winaq.
Señala el análisis que las condiciones sociales de los sectores más vulnerables del país se han ido deteriorando conforme se han rotado en el poder los distintos gobiernos de derecha que han regido los destinos de Guatemala, y por reflexiones históricas comprobadas en textos científicos reforzados por la oralidad popular, sólo los dos gobiernos emanados de la revolución de octubre de 1944, los obreros, campesinos, empleados públicos y privados han sido representados en el poder.
Ni siquiera los Acuerdos de Paz que dieron fin a la guerra interna lograron sus propósitos, pues el reemplazo de gobiernos militares por civiles no ha significado un cambio positivo para las mayorías desposeídas, de manera que el ingreso económico, medido por el poder de compra de los trabajadores, se ha constreñido durante los gobiernos empresariales que se han sucedido.
Después de una larga argumentación antioligárquica, el documento señala que a ningún candidato y partido de la derecha le conviene atacar los verdaderos problemas del país, mientras que las agrupaciones que «usurpan el nombre de izquierda» se limitan a ser señuelos que engañan al pueblo, sin ninguna vinculación con las organizaciones revolucionarias «que fueron ejemplo y vanguardia de la moral popular», porque son «testaferros de sus amos».
Agrega que esos partidos llamados de izquierda son tan descastados en sus propuestas que la mayoría de la población no los toma en serio, sobre todo porque se dedican a engañar a los incautos, incluyendo a esa exigua masa instintiva de militantes convertidos vulgarmente en su fuerza de trabajo gratuita, para realizar sus labores proselitistas.
Sentencia el informe que esa izquierda subvencionada no tiene futuro dentro de la lucha popular, porque, desviada de sus orígenes, se ha apropiado de las instancias que otrora eran del pueblo, que no les confiere su apoyo.
En su llamado a la población para que se abstenga de acudir a las urnas electorales o que, en todo caso, anule su voto, como una demostración de rechazo al sistema y a la clase política, «La Gotera» exhorta a la izquierda «militante acartonada en estructuras partidarias usurpadoras, inmóviles, frías, traidoras y reaccionarias, en las que es prohibido el debate, para que reflexione que los cambios revolucionarios sólo pueden venir del pueblo y nunca de sus verdugos y explotadores, menos de sus lamebotas. Esos que pretenden hacer la revolución desde sus escritorios de las ONG’s, las oficinas de la AID o las mesas de ’La Bodeguita’, donde trazan sus planes reformistas que confrontan al pueblo y sus principios revolucionarios».
Insiste el documento en indicar que la mayoría de los guatemaltecos no elige entre los candidatos presidenciales, sino que sólo vota por uno de ellos, y al hacerlo avala la decisión de los financistas que son los que escogen «a sus administradores» en el Estado.
(Al referirse a la sesión en Guatemala del COI, un candidato presidencial le dice al izquierdista Romualdo Derecho: ?Supe que vino la hermana del rey de España, pero para que le digan la Infanta Pilar, creo que ya está pasadita de años).