CICIG o revolución


«Tienen el poder y lo van a perder»

Bersuit Vergarabat

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Hoy se esperaba que el Congreso tratara el tema de la CICIG, pero me imagino que ni siquiera se llegará al quórum mí­nimo. ¡No lo sé! Escribo esto desde anoche.

Pese a que algunos partidos polí­ticos y algunos medios de comunicación no lo expresen a viva voz, existe un rechazo a la CICIG. Argumentos van y vienen, como que se pierde la soberaní­a nacional o que el MP y los Tribunales son suficientes para combatir las mafias.

Sin embargo, hay serias dudas en estos argumentos. Por ejemplos, se teme que se pierda la soberaní­a nacional, sin entender que, mientras se tenga al crimen organizado operando dentro del paí­s, no se tiene soberaní­a.

Se dice que el robo de niños, el tráfico de ilegales, la trata de personas, entre otros delitos, son actividades de los últimos años, y que se están acelerando, pues se creen que pronto ya no se van a poder a hacer.

Pero, por ejemplo, el robo de niños y de niñas para venderlos en adopción en otros paí­ses, es una práctica que viene desde el conflicto armado interno. Especí­ficamente, la niñez que se perdí­a en las huidas de la población cuando llegaba el Ejército, era tomado por personas ajenas, y se vendí­an en departamentos lejanos o, incluso, en Estados Unidos.

Otro argumento es que las instituciones investigativas son suficientes para atacar las actividades ilí­citas, indicando que sólo se les debe aumentar el presupuesto, capacitar a los personeros y equiparlos con tecnologí­a reciente.

Sin embargo, este argumento falla al darse cuenta de que el crimen organizado tiene sus tentáculos dentro de estas instituciones, y que si no se ha podido combatirlo, es porque se ha obstaculizado el proceso desde dentro.

Es un error, también, llamar al crimen organizado como poder paralelo, pues, como se expresó en el anterior párrafo, la mafia está incrustada dentro de las instituciones del Estado. No es el poder paralelo; es simplemente el poder. Por eso, no es de extrañar la postura de algunos partidos polí­ticos para rechazar la CICIG.

Así­ que, considero a la CICIG necesaria, pues sin ella no tenemos soberaní­a, ni libertad, ni Estado. La CICIG seguramente no será la solución suprema, pero al menos es una esperanza para poder desterrar al crimen del Estado. Sin embargo, si no se aprueba, se aceptará que el Estado está moribundo, y la única ví­a que queda será una revolución, es decir, el cambio radical del poder.

Como dijo el filósofo Bersuit Vergarabat en su tesis doctoral, intitulada Señor Cobranza: «Tienen el poder y lo van a perder». (http://diarioparanoico.blogspot.com/)