Los acontecimientos muchas veces desbordan los procesos y eso ha ocurrido ahora que el Gobierno está tratando de lograr la aprobación para la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, puesto que pese a las objeciones de algunos grupos ultraconservadores, no nos ha quedado otro remedio que aceptar una especie de versión urgente de una Comisión de hecho. En efecto, tanto investigadores del FBI como de la Policía salvadoreña y del Ministerio Público del vecino país, están actuando junto a las autoridades guatemaltecas para tratar de esclarecer los hechos trágicos que desnudaron la ingobernabilidad en Guatemala y el colapso de las instituciones del Estado.
Y ni modo que vamos a decir que no aceptamos la presencia de esos investigadores ni que el Gobierno salvadoreño contrate a abogados guatemaltecos que se conviertan en querellantes adhesivos para tener participación en el proceso. Si estamos en un punto en el que se nos tiene que caer la cara de vergí¼enza por los sucesos que, desafortunadamente, costaron la vida a cuatro ciudadanos del vecino país, entre ellos tres diputados del Parlamento Centroamericano que pertenecían al partido oficial de El Salvador. Por si alguna duda había de cuán fuerte era la presión internacional, ayer desde la Casa Blanca se hizo evidente que el presidente Saca encontró eco con su colega Bush para presionar fuerte a Guatemala para avanzar en una investigación que aparentemente quedó truncada por la muerte de los cuatro policías implicados.
Desde que se planteó el tema de la CICIG, hemos apoyado la iniciativa como un reconocimiento de nuestra debilidad estructural para combatir la impunidad y porque creemos que por nuestros propios medios no vamos a lograr ningún avance. Obviamente hubiera sido mejor que la presencia de investigadores extranjeros fuera resultado de una comisión internacional basada en ley y no forzada por las circunstancias, puesto que ahora no hay forma de que podamos rechazar la intromisión e injerencia extranjera en el proceso que se genera con el asesinato de los cuatro salvadoreños.
Y no es simplemente la presencia de autoridades del vecino país que reclaman, con justa razón, el esclarecimiento del crimen. Tras la visita de Saca ayer a Washington, el presidente Berger tiene que saber que el tema de la ingobernabilidad, del carácter fallido del Estado que él dirige, estará flotando durante la visita que el presidente Bush hará a nuestro país. Lo cierto del caso es que nunca habíamos tenido la proximidad de una visita de Estado en condiciones tan incómodas y a ver si para cuando la visita se concrete, Berger le puede hablar de resultados a su colega norteamericano que a instancias de Saca vendrá como gran inquisidor para averiguar por qué en Guatemala pasan las cosas que pasan.