El dilema al que me refiriera la semana pasada, vuelve a ponerme en aprietos. Hace años llegó a Guatemala una película «Los diablos no duermen». Ella relataba parte del complot diseñado por la CIA para derrocar al presidente «comunista» Jacobo Arbenz.
Cincuenta y cuatro años más tarde, pareciera que esos mismos diablos estuvieran de ronda en todo el continente. Desde los Estados Unidos, en donde el cínico George Soros, amparado en sus múltiples «ayudas» a ONG´s aprovecha los contactos gubernamentales para invertir en «minas de oro» e inversiones que hacen ver las «ayudas» como migajas. Este inmoral y torvo personaje que iniciara su carrera de «megaespeculador» durante la Segunda Guerra Mundial en su natal Hungría, colaborando con su «padre», un oficial nazi que estaba encargado de apropiarse de las propiedades, incluyendo los dientes de oro de los judíos (paisanos de Soros), que marchaban hacia los campos de concentración. Sacar provecho de la grasa de los millones de judíos sacrificados, la que era convertida en jabones para las tropas hitlerianas; sacar provecho de las cabelleras de esos infelices para elaborar cepillos, convirtió a este judío que lograra escapar por este procedimiento, de la furia antisemita, en un inmoral y cínico especulador financiero.
Ese mismo personaje que «infló» la candidatura de Obama e introdujo nuevamente en ese otrora gran país el fantasma del Ku Klux Klan. Ese mismo personaje, falso por naturaleza, que atacara la inmoralidad del vicepresidente Chenney por sus lazos con la Halliburton que saquea el petróleo iraquí, pero que hábilmente adquiere dos millones de acciones de ella. Ese mismo personaje que utiliza los recursos de multimillonarios para intentar comprar a los electores demócratas y desestabilizar el panorama electoral estadounidense. El objetivo final asegurar el triunfo de la facción fascista que impulsa el ataque «preventivo» a Irán, como un medio de tratar de detener la debacle del sistema económico-financiero.
Esos mismos diablos, aceleran la construcción de una enorme base militar estadounidense en territorio de la Guajira colombiana, muy cerca de la frontera de este país con Venezuela. Su objetivo, no solamente reponer la pérdida de la Base de Manta, en Ecuador, ya que el presidente Correa ha anunciado que no renovará el permiso. La pérdida estadounidense de su «patio trasero», que pretendió extenderlo por toda la América Latina mediante la implementación del ALCA continental, lo ha obligado a reforzar las posiciones militares en Colombia y a «un paso» de la frontera con Venezuela. La Base Militar de la Guajira, representará la permanente amenaza del poderío militar estadounidense a la cada vez más fortalecida revolución bolivariana y el «mal ejemplo» que ella representa para los movimientos democrático-revolucionarios latinoamericanos.
El golpe, ronda constantemente en la mente de los estrategas de la NED quienes no pueden soportar la idea de una América Latina que no está dispuesta a mantener «ad eternum» la explotación de sus recursos naturales en beneficio de las transnacionales de la oligarquía mundial, golpe que pueda suceder tanto en Venezuela en la forma de un conflicto militar fronterizo con Colombia que arrastraría a la región entera, como un nuevo intento de asesinar a Chávez, denunciado en los EE.UU. por la por LAAMN (Red Alternativa de Medios de Los íngeles, LA Alternative Media Network), que trataría de repetir el frustrado asalto al Palacio Miraflores en 2004, por militares colombianos con uniformes militares venezolanos, entrenados en la finca Daktiari. Así como ayer Fidel Castro fuera el blanco de más de un centenar de intentos de eliminarlo, hoy la figura de Chávez mantiene en permanente insomnio al primate que ocupa la Casa Blanca.
Ecuador, en la que Perkins, el ex sicario económico del BM y FMI, expresara su preocupación de que el presidente Correa pudiese ser asesinado, aumenta la temperatura en la región sudamericana. Y como postre la situación en la Argentina, en la que la gran prensa informa de una rebelión del sector agrícola, en un intento de hacer creer que son los pequeños productores y no los terratenientes quienes en oposición a la decisión de presidenta Kirchner de proteger al país, gravando la exportación de alimento, (negocio de 350 mil millones de dólares) que llevan ya cien días bloqueando carreteras y poniendo en jaque al gobierno de Cristina Fernández.
Un golpe de derecha, como el de 1954 en Guatemala, sería el triunfo del neoliberalismo, con todo lo peor de su trágica historia.