Chistes que se pueden contar


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El chiste es producto maravilloso del ingenio humano. Es la cara alegre de la moneda. Es una historia corta que surge ocasionalmente y de autor anónimo. Se recuerda con facilidad y se repite con frecuencia. Su finalidad es emocionar y despertar alegría en un grupo social. El éxito al contarlo es cuando termina con una estruendosa carcajada que, afloja los carrillos y saca las lágrimas. Es tal su impacto que hay quienes se hacen pis o pipí… que en lenguaje común, quiere decir: hasta se mean… más grave aún, si sucede la otra función…

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POR MARIO GILBERTO GONZÁLEZ R.

Su secreto está en ser breve y su estructura literaria consta de tres partes importantes: una introducción que lo ambiente; un nudo que intrigue y un final inesperado. El final puede ser sugerido o con una palabra chusca que le pone el tapón al pomo. O la guinda al biscocho, torta o pastel. Otra característica del chiste, es que solo es gracioso cuando se escucha por primera vez.

Los hay colorados y de salón. Los colorados se cuentan entre amigos, personas de mucha confianza  o en velorios y los de salón en reuniones familiares o de amistades especiales. Un chiste colorado contado en reuniones especiales, raya a vulgaridad. Reitero que la brevedad da resultados excelentes y quien los cuenta no debe de reírse aunque el final sea jocoso. Es él quien debe de provocar la risa de los oyentes.

También hay chistes colorados de literatos famosos. Quevedo tenía defectos físicos visibles. Un día pasó por una herrería y los operarios se rieron de él. Se devolvió y con serenidad les dijo: “Desde la altura celeste,/ el Dios Vulcano me envía,/ para que en esta herrería,/ me hagan un clavo como este”. Y ustedes pueden imaginarse que fue lo que mostró.

Un gringo visitó Guatemala. Al volver varios chapines le dijeron ¿qué le había gustado más de su país? Muchas cosas pero los chistes son especiales. Díganos aunque sea  uno. Me da vergüenza porque son colorados y aquí hay muchas mujeres. Insistieron tanto que se animó. “Un perrito montado sobre una perrita”. Se hizo un silencio. Pero mister, ¿dónde está lo colorado? –le preguntó una jovencita- Lo tenía  dentro la perrita…

Entre los chistes de salón más antiguos están estos: A una señora le contaron que el papagayo vive cien años y compró uno para hacer la prueba. Una señorita tenía la curiosidad de saber cómo era ella cuando estaba dormida y se puso frente a un espejo con los ojos cerrados. Un viejito y una viejita se fueron a jugar futbol, la viejita que se agacha y el viejito que le mete el gol. Y entre los modernos: Una dama era delgada, pero tan delgada que el día que se comió una aceituna, los vecinos murmuraban. Una chica llama por teléfono a una consultora de la vida sentimental y le dice: Estoy embarazada de cuatro meses ¿Qué hago? Y la consultora le dijo: “A lo hecho… pecho…” Se encontraron  dos payasos,  Rabanito y Ponchito. ¿Qué es de tu vida Rabanito? Mal. Llevo más de cuatro años sin trabajo. ¿Y en qué te gustaría trabajar? Ve Ponchito,  a como está la situación, aunque sea de Presidente de la República.  Una chica era tan buena nadadora que,  nada por delante y nada por detrás. Una dama desencantada de los que fueron sus novios decía:  Los inodoros son como los hombres. Están ocupados o son p… m..

Un ejemplo del buen ingenio, lo encontramos en este chiste. La profesora le dice a un niño; di una palabra que comience con s, sapo. Muy bien. A otro con la letra p, papá. Excelente. Y tú di una palabra que comience con j, Jesús. Muy… pero muy bien. Se dirige al niño tontito de la clase y le dice: di una palabra con n. El niño muy seguro responde: botella. La profesora se lleva las manos a la cabeza y gesticula su descontento y asombro. Te pido una palabra con n y me respondes botella. Por favor dime muchachito del diablo ¿dónde está la n? En el tapón, profesora.

Los chistes de gallos y loros,   de Pepito y Don Chevo, de borrachos y gay son fabulosos y colorados, colorados. Los de políticos son ocasionales y retratan una verdad que ellos ocultan.

El cuentachistes tiene que tener mucha gracia para contarlos,  una mente privilegiada para recordar de inmediato su repertorio de chistes y adornarlo con gestos, expresiones y tonos de voz. En una palabra, tiene que ser un excelente artista y relator. En el lenguaje de amistad se dice que el que sabe contar chistes, es porque tiene “chispa.” Y es que la chispa con poco causa un incendio.  Otras cualidades del chiste son la atención que despierta entre los contertulios  y la facilidad con que se recuerdan, porque un chiste trae otro chiste y así se pasan horas y horas sin sentir.

La gracia del chiste está en la sorpresa y cuando se escucha por primera vez. En la repetición, pierde todo su encanto.

Por supuesto que cuando se cuentan chistes colorados es alejado de las damas. En los de salón, ellas  se sonrojan, dibujan una leve sonrisa y se hacen las desentendidas, para no darle importancia aunque por dentro sientan el deseo de carcajearse.

El chiste tiene un gran efecto psicológico. Vota el estrés, supera la tristeza, devuelve el ánimo, olvida malos recuerdos  y permite reírse, aun de los problemas que agobian tanto. Reírse de la vida y de los personajes que nos rodean. El chiste es tema de estudio para literatos y psicólogos. Para  Marvin Minsky “…los chistes y la risa, son mecanismos que utiliza el cerebro para  aprender el absurdo.  Freud se ocupó del chiste.  Lo vinculó con el subconsciente y resaltó la incidencia en la persona humana y le dio la importancia que tiene para superar estados de ánimo.

Que agradable es iniciar el día laboral con un buen chiste, porque  un buen chiste da vida. Ofrezco una pequeña muestra para que al culminar la jornada laboral diaria, el estrés se transforme en carcajada.

1
Al atardecer, una gallinita se atravesó una carretera. Un rodillo o aplanadora le pasó encima. Cuando la gallinita sintió el inmenso peso, sacó el pescuezo y dijo: ¡Hay que gallo tan azaroso!

2
Un gusano y una cucaracha estaban jugando muy alegres en el jardín, cuando llegó un parajito.

Dijo la cucaracha al pajarito: Mientras me voy a bañar, tú te puedes quedar jugando con el gusanito, pero me tienes que jurar que no te lo vas a comer.

Lo juro –afirmó el parajito-.

Segura del juramento del pajarillo, la cucaracha se fue a bañar.

Cuando el pajarito vio a la cucaracha, bailar y cantar entre las pompas de jabón, se puso nervioso y empezó a cantar y a saltar de rama en rama.

Moraleja: Cucarachita limpia, pajarito contento.

3.

El Rey tuvo conocimiento que en su comarca, vivía un  joven de parecido físico idéntico a él. Lo mandó a llamar y cuando estuvieron frente el uno del otro, lo comprobó.

Molesto por el parecido le lanzó una puya de esta manera: “Vasallo: ¿decidme si vuestra madre trabajó en la servidumbre de esta Corte?

El vasallo le respondió:

No Majestad. Fue mi padre el que trabajó de jardinero.

4

Tres amigos dispusieron casarse el mismo día. Al día siguiente se reunieron en el hall del hotel para contarse sus experiencias de la noche de bodas.

La mía, dijo el primero, como buena telefonista se pasó toda la noche diciendo: Un momentito por favor…

La mía, dijo el segundo, como buena enfermera se pasó toda noche diciendo: No se mueva por favor…

En cambio la mía –dijo el tercero- como buena maestra se pasó diciendo toda la noche: repítalo por favor.

5.-

Tres amigas se fueron de parranda. Al volver de madrugada, les dio deseo de hacer pis. Pasaban frente a un cementerio y pensaron que ese era un lugar ideal. Así lo hicieron. Una de ellas vio pasar una sombra y gritó: Espantos y salieron corriendo.

A la mañana siguiente se reunieron los tres esposos y dice el primero. Estoy preocupado porque mi mujer llegó de madrugada, asesando, con el pelo parado y sin su ropa íntima.

Lo mismo me pasa a mí, dijo el segundo. La mía –dijo el tercero-  además de llegar asesando,  el pelo parado y sin su ropa íntima,  llevaba una cinta atravesada en el pecho que decía: “Tus amigos de Sololá no te olvidaremos…”

6.-

¡Abuelo! ¿Qué haces en la puerta de la casa, sentado y  desnudo de la cintura para abajo?, dijo asombrado el nieto.

Las personas que pasan ven tu aparato.

El abuelo vio hacia otro lado y permaneció callado.

Abuelo –te repito- ¿Qué haces desnudo en la calle?

Hace dos días –dijo el abuelo-, me senté en este mismo lugar desnudo de la cintura para arriba y  entré con el cuello tieso.

Lo de hoy, es ocurrencia de tu abuela…