Chirac pone punto final a mandato


Despedida. El presidente saliente de Francia, Jacques Chirac, optó por una despedida simple y personal.

Escasas declaraciones, un ir y venir de cajas de mudanza, pocas recepciones y algunas despedidas telefónicas con sus homólogos más cercanos: los últimos dí­as en el poder del presidente Jacques Chirac chocan con la efervescencia y agitación del final de la campaña electoral en Francia.


Cuarenta años de intensa y controvertida vida polí­tica terminarán en la práctica el domingo, cuando un nuevo presidente francés será elegido para los próximos cinco años, aunque el traspaso de poderes se celebrará sólo el 16 de mayo.

Desde que anunció en marzo que, después de 12 años en el poder, no serí­a candidato en las elecciones presidenciales, Chirac, de 74 años, se ha literalmente evaporado y ha sido el gran ausente de la campaña.

En lugar de clausurar su presidencia por todo lo alto, con una gran gira que le llevara a lugares que fueron importantes por alguna razón durante su gestión, Chirac optó por eclipsarse, como si de repente hubiera perdido gusto por las cámaras de televisión o las grandes reuniones.

En las últimas semanas, Chirac se despidió discretamente de las cumbres europeas tras una reunión en Berlí­n, del mundo árabe con una reunión sobre la reconstrucción del Lí­bano en Parí­s y de ífrica, en un encuentro con varios lí­deres del continente en Cannes (sureste).

Algunos mandatarios, como el venezolano Hugo Chávez, el egipcio Hosni Mubarak y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, le han llamado para despedirse o pasaron discretamente por Parí­s.

Su último viaje como presidente fue este miércoles a Alemania, un paí­s con el que Chirac quiso construir un tándem europeo que hiciera contrapeso a la influencia de Estados Unidos en el mundo.

Pero el fin del reinado Chirac comenzó realmente cuando se vio aislado dentro de su propio partido, la UMP, y contempló impotente cómo su popularidad caí­a en picado tras el ’no’ a la Constitución europea en un referéndum organizado por él mismo en 2005.

Posteriormente sufrió un problema cardiovascular que le obligó a reducir sus actividades y el jefe de Estado se resignó a contemplar la ascensión imparable de Nicolas Sarkozy, que primero fue su protegido y posteriormente su rival no declarado, pese a pertenecer a la misma familia polí­tica.

Tras darle un tibio y obligado apoyo verbal para la campaña, Chirac pareció más concentrado en su futuro y en sus planes de crear una fundación en favor del diálogo entre culturas, la solidaridad y la ecologí­a.

Su objetivo, seguir «al servicio» de los franceses de «otra manera» y mostrar que «hay una vida después de la polí­tica».

Dos veces presidente, otras dos primer ministro, alcalde de Parí­s durante casi dos décadas, diputado a los 35 años y titular de Agricultura a los 40, el jefe de Estado, que supo transformarse en medio de grandes contradicciones para mantenerse en el poder, es uno de los últimos supervivientes de una gran generación de jefes de Estado.

La próxima semana, Chirac cambiará el palacio del Elí­seo por un apartamento de 180 metros cuadrados situado frente al museo del Louvre y muy cerca del Sena, prestado por la poderosa familia libanesa Hariri.

Un mes después de dejar la presidencia, Chirac perderá también la inmunidad penal, por lo que podrí­a ser convocado por la justicia para rendir cuentas de varios asuntos financieros turbios en los que su nombre ha sido mencionado.

Los franceses recordarán sin duda a Chirac por su oposición férrea a Estados Unidos en el inicio de la ofensiva contra Irak en 2003 y como un presidente simpático, sibarita y valiente a la hora de defender el honor de su paí­s.

En Francia, el balance de la era Chirac es mediocre y está marcado por cifras preocupantes de desempleo, deuda y crecimiento económico, sumadas a un sentimiento de decadencia, de miedo de la globalización y de crisis social.

Durante su presidencia, Chirac quiso también construir una «relación privilegiada» con América Latina, a menudo olvidada por la diplomacia francesa.

El presidente francés encontró en el subcontinente grandes aliados y compañeros, como el dirigente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y el ex presidente chileno Ricardo Lagos, con los que lanzó el proyecto de la tasa solidaria de los billetes de avión para frenar pandemias como el sida y la tuberculosis.