Chinatown dice «no» a la antorcha


La ciudad de San Francisco se apronta para desplegar nuevas medidas de seguridad para recibir el miércoles a la llama olí­mpica, que se convirtió en el blanco simbólico de militantes que protestan contra la represión ejercida por Pekí­n sobre los tibetanos.


Las autoridades de la gran ciudad californiana, en la que un tercio de la población es de origen asiático, se preparan para desplegar centenares de policí­as por todo el camino de la llama.

Las medidas de seguridad serán mucho más severas que las que hubo veces anteriores, cuando el sí­mbolo olí­mpico pasó por la ciudad, durante las ediciones de los JO de 1992 y 1996, indicó Neville Gittens, un portavoz de la policí­a de San Francisco.

Sin precisar con cuántos policí­as contarí­an, indicó que habrí­a «muchos más que en el pasado, por causa de todos los sucesos que rodean a la llama».

Ayer, varias decenas de personas fueron arrestadas en Londres durante el pasaje de la llama olí­mpica, el cual fue marcado por varios incidentes, algunos violentos, y durante el cual dos manifestantes intentaron apagarla con extinguidores.

El itineario de la llama en San Francisco fue acortado, hecho que demuestra la preocupación de las autoridades.

En vez de una parada sobre el emblemático puente Golden Gate y de un pasaje por los famosos «cable-cars», los tranví­as que recorren la ciudad, el pasaje de la llama se reducirá a un circuito de una decena de kilómetros por la rambla.

Una parada en «Chinatown» fue también anulada ya que los responsables de seguridad prefirieron envitar ese barrio que generalmente está repleto de personas y cuyas calles son estrechas.

El descontento creció en estos últimos dí­as en San Francisco por la represión china contra los manifestantes tibetanos y luego de la condena a prisión del disidente chino Hu Jia. La ciudad adoptó la semana pasada una resolución simbólica indicando que recibirí­a a la llama olí­mpica «inquietándose y protestando».

Se prevén manifestaciones por parte de los seguidores del movimiento religioso Falungong, que es objeto de represión en China, o de militantes en contra de la polí­tica china sobre Taiwán, Sudán y Birmania.

El sábado, aproximadamente 200 militantes organizaron un relevo de la «llama de los derechos del hombre». «La llama olí­mpica no puede coexistir con crí­menes contra la humanidad», explicó el organizador del evento, Steve Ispas.

Un visible cartel en una de las principales rutas llegando a San Francisco lleva desde hace unos dí­as un mensaje del grupo Comité de los 100 (C100) por el Tí­bet, que anuncia: «Pronúnciate por el Tí­bet, dile no a la llama ensangrentada de China».

Esta organización prevee organizar un relevo mañana en la ciudad con una «llama de la libertad para los tibetanos» en dirección al consulado de China. Se espera la presencia del premio Nóbel de la paz Desmond Tutu y del actor Richard Gere.

El consulado de China en San Francisco minimizó la importancia de las protestas y resaltó el hecho de que la mayorí­a de las miembros de la comunidad china estaban orgullosos de que Pekí­n organizara los Juegos Olí­mpicos en agosto.

«Los Juegos Olí­mpicos son un acontecimiento mayor para el mundo entero y representan una importante plataforma para permitir a los pueblos profundizar su amistad, sus intercambios y su cooperación», declaró la portavoz del consulado, Jiang Yu, argumentando que toda acción en contra de la llama serí­a «una evidente provocación al espí­ritu olí­mpico».

Por su parte Rose Pak, una representante de la comunidad china en San Francisco, aseguró que los sino-estadounidenses estaban orgullosos de recibir a la llama y puso en cuestionamiento la legitimidad moral de los otros paí­ses al criticar a China en materia de derechos humanos.