China muestra sus ambiciones mundiales en el sector ferroviario


Compañí­as chinas ya construyen trenes de alta velocidad en Turquí­a y Venezuela. ARCHIVO

Considerada en el pasado El Dorado ferroviario de algunos grandes grupos extranjeros, China tiene hoy en dí­a la ambición de convertirse en competidor a nivel mundial de Siemens y Alstom y exportar su tecnologí­a a América Latina, Oriente Medio e incluso Europa.


Compañí­as chinas ya construyen trenes de alta velocidad en Turquí­a y Venezuela.

En Arabia Saudita, el alemán Siemens se habrí­a aliado con un consorcio chino encabezado por China South Locomotive & Rolling Stock Corp para un proyecto de tren rápido Medina-La Meca tras haberse dado cuenta que corrí­a el riesgo de perder la licitación ante ese grupo.

Estos ejemplos confirman el surgimiento de las empresas chinas como grandes actores a nivel internacional, ayudada ante todo por el apoyo financiero de las autoridades.

«El apoyo del gobierno tiene un peso importante. Los extranjeros enfrentan de hecho la «compañí­a China» y no sólo a empresas individuales, visto los enormes recursos públicos a disposición de esos grupos», indica el analista Ren Xianfang, de IHS Global Insight.

«Solas, las empresas chinas no jugarí­an en la misma liga que las extranjeras», agrega.

La amplitud de su propio proyecto ferroviario es un atributo primordial: China se plantea tener 120.000 kilómetros de ví­as férreas de aquí­ a 2020 – contra 86.000 actualmente. De ese total, 50.000 km serí­an de trenes de alta velocidad.

Gracias a transferencias de tecnologí­a extranjera, China inauguró en diciembre una nueva lí­nea de alta velocidad entre Wuhan (centro) y Canton (sur), la más rápida del mundo con una velocidad promedio de 350 km/h.

«En algunos años la mitad del kilometraje mundial de alta velocidad estará en China», subraya Frédéric Campagnac, fundador de la compañí­a Clevy China, consultante especializado en los sectores del transporte y la construcción.

«Son ellos también los que construyen más material ferroviario en este momento», un sector «que no está totalmente automatizado y requiere mano de obra calificada», afirma.

Por esta razón, «China adquiere conocimientos de manera acelerada», aunque en formal global «sigue necesitando de extranjeros para la alta velocidad», indica una fuente industrial que no quiso revelar su identidad.

En las alianzas chino-extranjeras como la de Arabia Saudita, «se puede pensar que China aporta el bajo costo de fabricación para las partes mecánicas y Siemens la parte de alta tecnologí­a», explica ese responsable europeo, para el cual «por el momento hay un «esquema clásico»: los chinos copian lo que es fácil pero no logran controlar el conjunto del sistema».

Sin embargo, su presencia es cada vez más peligrosa para los gigantes del sector -el canadiense Bombardier Transportation, el francés Alstom y Siemens- que, con los japoneses, ayudaron a China a dotarse de 6.550 km de lí­neas de alta velocidad sobre la base de transferencia de tecnologí­as, y que se encuentran hoy fuera del mercado chino.

La situación ha llegado a tal punto que el presidente de Alstom Transport, Philippe Mellier, instó el año pasado a los paí­ses occidentales a no comprar trenes chinos, denunciando el cierre progresivo del paí­s asiático a los proveedores extranjeros.