China enví­a armas


China defendió hoy el enví­o de armas a Zimbabue, asegurando que forma parte de un tratado comercial bilateral, aunque sugirió que el armamento quizás no pueda entregarse por problemas en el desembarco del cargamento.


La detección hace unos dí­as de un barco chino que transportaba armas para Zimbabue dejó patente el apoyo de las autoridades chinas al cada vez más aislado régimen del presidente Robert Mugabe.

El paí­s africano vive una grave crisis tras las elecciones celebradas el 29 de marzo y cuyos resultados oficiales de las presidenciales no se conocen aún. La oposición a Mugabe reivindicó la victoria.

«Es normal el comercio de productos militares entre dos paí­ses», justificó la portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Jiang Yu, durante una rueda de prensa celebrada en Pekí­n.

«El contrato se firmó el pasado año y no tiene nada que ver con la situación actual de Zimbabwe», añadió.

El barco transporta tres millones de cartuchos de munición AK-47, 1.500 granadas propulsadas por cohetes y más de 3 mil de morteros, según el inventario publicado por un periódico de Sudáfrica.

El barco trató sin éxito de descargar el armamento en el puerto sudafricano de Durban y ahora se dirige a Angola.

Jiang aseguró que China mantiene una polí­tica prudente en lo que se refiere al tráfico de armas y que Pekí­n sólo vende una parte de las armas que se comercializan en el mundo. También llamó a «no politizar» la cuestión.

La portavoz reconoció que quizás el barco tenga que regresar cargado, después de no haber podido dejar la carga en Sudáfrica por las presiones de, entre otros, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte.

Mugabe defendió su derecho a comprar armas: «Es nuestro derecho soberano defendernos. Es nuestro derecho soberano comprar armas de forma legí­tima y no necesitamos la autorización de nadie», dijo el ministro de Justicia Patrick Chinamasa.

El partido de Mugabe negó el lunes las acusaciones de la oposición que le responsabilizan de la muerte de opositores polí­ticos tras las elecciones.