China reconoció hoy por primera vez haber matado a un tibetano independentista y expulsó de Hong Kong a cuatro activistas protibetanos, en momentos en que la llama olímpica llegaba a la ex colonia británica, a cien días de la inauguración de los Juegos de Pekín.
Horas antes de la llegada de la llama a Hong Kong, China reconoció la muerte de un presunto «insurgente» tibetano en un tiroteo con la policía, el lunes, en el noroeste del país, según la agencia oficial China Nueva.
Es la primera vez que las autoridades de Pekín admiten haber matado a alguien en el marco de su represión de las protestas tibetanas de marzo.
Hasta ahora, China atribuyó a «agitadores» tibetanos los 20 muertos de los disturbios del 14 de marzo en Lhasa.
Sin embargo, el gobierno tibetano en el exilio anunció ayer un nuevo balance de represión de las protestas antichinas, afirmando que causaron 203 muertos.
El incidente del lunes se produjo cuando la policía buscaba al supuesto líder de unos «insurgentes que quieren la independencia del Tíbet» y que organizaron protestas en el distrito de Dari, señaló China Nueva, afirmando que en esa acción también murió un policía.
Por otra parte, la Casa Blanca expresó su inquietud por la noticia de que China sentenció a 30 personas a penas que van de los tres años de cárcel a la cadena perpetua por su papel en los disturbios del mes pasado en el Tíbet.
«Hemos visto la información. Estamos preocupados. No creemos que nadie deba quebrar las leyes, pero también creemos en la libertad de expresión y de reunión», dijo la portavoz de la Casa Blanca Dana Perino.
El reconocimiento chino de la muerte del activista tibetano llegó a cien días exactos de la inauguración de los Juegos Olímpicos, el 8 de agosto en Pekín, y mientras la llama entraba ya, a través de Hong Kong, en su recorrido por China tras un periplo mundial marcado por incidentes y protestas pro tibetanas.
Para los activistas pro tibetanos y los defensores de los derechos humanos, el relevo del viernes en la relativamente abierta ex colonia británica es su última oportunidad de manifestarse, porque luego la llama quedará bajo el rígido control del régimen comunista de Pekín.
Las autoridades de Hong Kong temen protestas por lo que en los últimos días endurecieron su posición. Dos ONG anunciaron el miércoles que cuatro activistas fueron expulsados a su llegada a la ciudad. El sábado ya fueron expulsados otros tres militantes pro derechos humanos.
Tres de los expulsados son dos miembros canadienses del movimiento Estudiantes por un Tíbet Libre -Tsering Lama y Kate Woznow-, y un miembro del servicio de prensa de la organización no gubernamental Free Tibet Campaign, Matt Whitticase.
Fueron arrestados a su llegada a Hong Kong antes de ser embarcados en aviones hacia Canadá y Londres, explicaron ambas organizaciones en sendos comunicados.
Asimismo, Zhang Yu, secretario general de la asociación de escritores China Pen Centre, también vio cómo se le negaba la entrada a la ciudad procedente de Suecia, señaló la asociación de periodistas de Hong Kong (HKJA).
Una portavoz del departamento de inmigración de Hong Kong no quiso comentar estos casos y se limitó a señalar su «responsabilidad para mantener controles efectivos y garantizar el público interés» en la ciudad.
La llama, por su parte, aterrizó en el aeropuerto de Hong Kong hacia las 2:00 locales, procedente de su relevo de ayer en Vietnam.
Tras ser recibida con alfombra roja y decenas de niños que coreaban, fue subida en un autobús con destino desconocido, en espera de su recorrido, que realizarán 120 relevistas.
Entre los activistas pro derechos humanos que se espera que intenten perturbar su relevo está la actriz estadounidense Mia Farrow, que desea viajar a la ciudad para protestar contra la complacencia de China con el gobierno de Sudán y la guerra que mantiene con su región occidental de Darfur.
Hong Kong, la importante ciudad financiera que Gran Bretaña devolvió a China en 1997, mantiene una cierta apertura con respecto al resto del territorio chino bajo el principio de «un país, dos sistemas».
Así, es el único lugar chino donde cada 4 de junio se realizan marchas en recuerdo del aniversario de la sangrienta represión que acabó con las manifestaciones prodemocráticas de la plaza de Tiannamen, en 1989.