China dio un paso adelante al prometer reducir el crecimiento de sus emisiones de gases de efecto invernadero, pero al no dar cifras concretas se reservó, según los analistas, un amplio margen de maniobra para la conferencia de diciembre en Copenhague.
En línea con la preocupación de su país por mantener su rápido crecimiento económico, el presidente chino Hu Jintao se comprometió el martes en la ONU a reducir «de forma considerable» las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por unidad de su Producto Interior Bruto (PIB).
Es decir, a seguir desarrollando su economía -y por lo tanto sus emisiones- pero de forma menos contaminante.
Si hubiese anunciado objetivos cifrados, Hu habría respondido a las fuertes expectativas de la comunidad internacional respecto a China, que recientemente se convirtió en el mayor emisor de CO2 del planeta, adelantando a Estados Unidos.
También habría podido ejercer una mayor presión sobre los países desarrollados en la negociación que debe desembocar en un nuevo tratado internacional sobre cambio climático en la conferencia de Copenhague en diciembre.
«Habría dado un impulso a la posición estadounidense, y a las negociaciones internacionales que están casi paralizadas en este momento», considera un responsable de Greenpeace China, Yang Ailun.
A menos de 100 días de la conferencia de Naciones Unidas en la capital danesa, la negociación choca con graves desacuerdos, principalmente entre países desarrollados y en vías de desarrollo.
Pero el jefe de Estado chino tal vez evitó deliberadamente entrar en detalles. Esto «podría significar que China quiere reservarse un poco de espacio en las negociaciones para más adelante», afirma Yang.
Al hablar de reducir sus emisiones por unidad porcentual del PIB y no de recorte en términos generales, China deja claro que su prioridad sigue siendo el mantenimiento del crecimiento económico.
Pekín también había fijado en función de su crecimiento sus objetivos de reducción de consumo energético para el periodo 2006-2010, en 20% por unidad de PIB.
El discurso de Hu Jintao ante la ONU fue sin embargo considerado por algunos como un paso adelante.
«Incluso sin la magia de las cifras, es la primera vez que China presenta así sus compromisos nacionales frente a la comunidad internacional», señaló el ministro francés de Medio Ambiente, Jean-Louis Borloo, que tiene previsto viajar a Pekín en noviembre, poco antes de Copenhague.
Hu mostró «su liderazgo ante los países desarrollados» y su «predisposición» a asumir sus responsabilidades en materia de reducción de emisiones, comenta un responsable de Oxfam en Hong Kong.
Ren Xianfang, analista del IHS Global Insight, también considera que el discurso de Hu fue muy «simbólico» y demuestra la seriedad de China en esta cuestión.
Pero, al no comprometerse con cifras, «China espera tal vez que los otros den el primer paso», considera.
Tras 30 años de crecimiento desenfrenado, alimentado por el carbón, que le proporciona el 70% de sus necesidades energéticas, China, la tercera economía del planeta, sufre graves problemas ligados al cambio climático y a la contaminación.
Por consiguiente, en los últimos años se ha fijado sus propios objetivos, como el de producir el 10% de su energía gracias a fuentes renovables en 2010 y el 15% en 2020.