China podría dar un paso adelante en el funcionamiento de su gigantesco programa nuclear en los próximos diez años, al encargar dos nuevos reactores al grupo francés Areva aprovechando la visita a Pekín del presidente Nicolas Sarkozy la semana que viene.
Este nuevo contrato se produciría algunos meses después de la compra de cuatro reactores al estadounidense Westinghouse.
China, gran consumidor de energías fósiles y muy preocupado por la contaminación que ésto lleva consigo y por su creciente independencia energética, desea poseer 40.000 megavatios (MW) de capacidad de producción de origen nuclear en 2020, lo cual representará multiplicar por cuatro su capacidad registrada en 2005.
Para ello, el país deberá dotarse de algo más de 30.000 MW suplementarios en este periodo, o de 30 reactores de 1.000 MW, un objetivo difícil de alcanzar, admiten responsables chinos.
Sin embargo, algunos especialistas consideran que incluso esta capacidad será insuficiente para colmar la demanda interna y China necesitará no 30 sino 300 reactores más, según los cálculos de Xia Guojun, consejero del Instituto chino de energía nuclear.
Actualmente, el país posee once reactores en seis instalaciones. Ocho reactores están siendo construidos y hay otras ocho instalaciones preparándose.
En total, estos 16 proyectos en curso exigirán 54.000 millones de dólares de inversiones, informó la semana pasada el director general de China National Nuclear Corporation, Kang Rixin.
Un acuerdo con Areva dotaría a China de dos reactores de agua a presión (EPR) de 1.600 MW, más poderosos que los que posee hasta el momento.
La electricidad en este país es en un 80% de origen térmico, es decir, procede del carbón, petróleo y gas. El nuclear representa sólo un 2%.
«La electricidad nuclear debería representar un 30% del total para permitir una reducción de las emisiones de dióxido de carbono», que provocan el efecto invernadero, calculó Xia Guojun.
Aunque las autoridades chinas no desprecian la energía eólica o solar, se centran sobre todo en la construcción de centrales hidroeléctricas y de plantas nucleares.
La energía nuclear se centra sobre todo en el sur y este del país, donde hay menos recursos hidráulicos y menos carbón.
Con Francia, la cooperación nuclear comenzó en 1980, cuando se lanzó el primer proyecto nuclear chino en Daya Bay, consistente en dos reactores que entraron en funcionamiento en 1992. Francia construyó posteriormente dos más, Canadá y Rusia otros dos cada uno.
Desde el pasado julio, la compañía estadounidense Westinghouse, filial del japonés Toshiba, se unió a este grupo de extranjeros, al conseguir el proyecto de construcción de cuatro reactores de 1.100 MW.