Aunque guardando las distancias de tiempo, lugar y entorno, la actual situación de Crimea, en especial el plebiscito del 16 de marzo, desempolva algunas páginas amarillentas de libros antañones de la historia centroamericana. En medio de la tensión de dos estados, al pueblo de Crimea –y en 1824 al de Chiapas—se les consulta respecto de su vinculación con algunos de ellos o bien por demarcar su autonomía.
Crimea tiene una larga historia desde la época de los griegos. Por estar en medio de la ruta de las tribus invasoras del este se fue asentando una población básicamente tártara (emparentada con los turcos), pero el orden poblacional fue modificado por las políticas de reasentamiento y rusificación propias de la era stalinista (deportó a más de 200,000 tártaros que envió a Siberia). En todo caso siempre fue un territorio muy apetecido por Moscú que procuraban una salida hacia aguas templadas; Catalina la Grande –la verdadera heredera de Pedro el Grande— la incorporó al imperio de los zares en 1783. En 1954 fue encargada su administración a la república soviética de Ucrania (¡daba igual!) y en 1991, tras el derrumbe del orden soviético la península (casi isla) cobró un estatuto especial de autonomía aunque anexado a Ucrania. Sin embargo existen dos Crimeas, la del este cuya población y sentimiento es pro ruso y la del oeste que tiene población ucraniana y se inclina por occidente. De allí la fisura que crece cada día y que motivó el plebiscito que, bajo la supervisión del oso, ganó la facción rusa.
Por su parte Chiapas fue, durante los 300 años de la época colonial, una provincia del reino de Guatemala que tenía su propia representación en La Antigua –hasta 1773– igual que Nicaragua, Honduras, El Salvador. De hecho las primeras manifestaciones de la independencia de la Capitanía General de Guatemala se dieron en Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, según se consigna en nuestra Acta de Independencia. Para ese entonces, septiembre de 1821, concluía el difícil proceso de independencia de México, proclamado en 1810, con la entrada el triunfo del Ejército Trigarante. Ese mismo mes se independiza Centro América y a menos de medio año se incorpora al Imperio Mexicano de Iturbide. Al disolverse dicho Imperio pocos meses después, las provincias de Centroamérica decidieron crear su república federativa, menos Chiapas que había tenido una fuerte presencia militar a cargo de Filísola y por órdenes de Iturbide. Fuertes debates agitaban a Chiapas, unos querían unirse a México, otros a Centroamérica y también propugnaban algunos por una independencia total. De hecho esta provincia no aparece ni en el Acta de la Federación Centroamericana de julio de 1823 ni en el Acta Constitutiva de la Federación mexicana de enero de 1824. Guatemala no estuvo de acuerdo con dicho plebiscito y no envió observadores. Los resultados fueron como 90 mil a favor de México, 60 mil por Guatemala y 15 mil neutrales. Posteriormente Chiapas se incorporó como un estado de pleno derecho de la república vecina.
Pero quedaba pendiente por resolver la situación del Soconusco, esa ubérrima región costera que viene a ser como nuestra costa sur que en épocas coloniales no eran muy apreciadas por el calor y la insalubridad pero que descollaron con los cultivos intensivos, especialmente de azúcar. Llegó a ser una región virtualmente independiente hasta que en 1842 la ocupó el general Santa Anna (el mismo de El Álamo y de la pérdida de California, Arizona, Nevada y Nuevo México). Luego en 1882, en un ingrato acuerdo Barrios lo reconoció como parte de México.