Una boda acapara todos los titulares de hoy: Chelsea Clinton, de 30 años, hija del ex presidente Bill Clinton y de la actual secretaria de Estado, Hillary, se casa hoy bajo un total secretismo y especulaciones dignas de una verdadera estrella.
El ex presidente demócrata y su esposa Hillary esperan la llegada de su hija en la tranquila ciudad de Rhinebeck, muy cerca de Nueva York, de apenas 8 mil habitantes.
El resto de los detalles se han mantenido bajo estricto secreto con el fin de cumplir con los deseos de privacidad de Chelsea, de 30 años, y su futuro esposo, Marc Mezvinsky, de 32 años.
La boda ha acaparado la atención de toda la prensa, y las calles de la pequeña ciudad de Rhinebeck, en el estado de Nueva York, se han inundado de periodistas y camarógrafos decididos a no perder detalles sobre la boda que podría convertirse en el acontecimiento del año o la década.
La lista de invitados es ultraconfidencial y los sitios de chismes en internet especulan sobre la presencia de Oprah Winfrey o de Steven Spielberg, pero el presidente Barack Obama ya aclaró que no asistirá ya que no fue invitado.
«No iré y debo decir que será suficientemente difícil tener a un presidente en la boda como para querer tener a dos presidentes», declaró Obama al programa «The View» de la cadena ABC.
La Autoridad Federal de Aviación confirmó indirectamente el lugar del evento al anunciar una exclusión aérea para los aparatos que vuelen a menos de 610 m de altura sobre Astor Courts, una finca histórica de unas 20 hectáreas junto al río Hudson, en las afueras de Rhinebeck.
La iniciativa apunta a los paparazzi, que habitualmente intentan lograr fotos aéreas exclusivas de eventos que tienen estrictas medidas de seguridad.
El periódico The New York Daily News informó que el Hotel Beekman Arms, que se considera el más viejo en Estados Unidos, prevé albergar a la mayoría de los invitados más selectos. Además, publicó que sus empleados no pueden revelar nada sobre la boda, al punto que se les prohibió decir la palabra «Clinton», bajo amenaza de ser expulsados.
Los residentes de Rhinebeck, una localidad a tan sólo tres horas de carretera de Nueva York, ya salieron a la pesca de rostros famosos.
Bill Clinton, quien lucía más estilizado luego de que su hija le pidió especialmente perder peso para la ocasión, llegó a Rhinebeck ayer y respondió a las preguntas de curiosos y periodistas, con comentarios especialmente afectuosos sobre su próximo yerno. «Lo admiro. Hillary también», subrayó.
Así como nada se sabe sobre la lista de los invitados, tampoco fueron revelados detalles sobre la ceremonia, la que según expertos en bodas podrían costar entre tres a cinco millones de dólares.
La cadena de televisión NBC indicó que tan sólo el alquiler de las carpas equipadas con aire acondicionado costó 600 mil dólares y los arreglos florales, del connotado florista Jeff Leatham, cerca de medio millón de dólares.
Las especulaciones sobre los altos costos de la boda han suscitado las críticas de varios congresistas, que ven con recelo una celebración fastuosa cuando el país aún no se recuperó de una de sus peores crisis económicas.
«Esto está fuera de control», opinó el columnista de Boston Globe, Beckham Falcone. «Esto no es de buen gusto».
El sitio de chismes sobre famosos TMZ asegura que habrá una orquesta que tocará temas como «Billie Jean» de Michael Jackson, «Wild World» de Cat Stevens y «Dancing Queen» de ABBA.
Pero la pareja, Chelsea y Mezvinsky, quienes se conocen desde la adolescencia, están lejos de ser conocidos por sus ostentaciones.