El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y sus seguidores celebran este lunes el décimo aniversario de su llegada al poder, con la mirada puesta en el nuevo intento del mandatario por mantenerse en el poder más allá de 2012.
«Juro ante Dios, ante la patria y ante el pueblo que, sobre esta moribunda Constitución, impulsaré las reformas necesarias para elaborar una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos», fue el particular juramento de Chávez aquel 2 de febrero de 1999.
Diez años después, Chávez está concentrado en enmendar esa misma Constitución que él ayudó a crear en 1999, para cambiar cinco artículos y suprimir los límites a la reelección de cualquier cargo surgido de las urnas.
Si este texto se aprueba el 15 de febrero en un referéndum, el presidente, que tiene una popularidad superior al 57%, podría volver a ser candidato en 2012, cuando expira su segundo y hasta ahora último mandato.
La oposición sostiene que el planteamiento es inconstitucional, porque la población ya rechazó en otro referéndum en diciembre de 2007 la reelección indefinida, contenida en una propuesta de reforma a la Constitución.
Para el ex rector de la Universidad Central de Venezuela, Luis Fuenmayor Toro, Chávez «no es imprescindible para el país pero sí para derrotar a una oposición unida».
«Ha habido errores e ineficacia en estos diez años pero también cambios positivos para el país que no deben retroceder», opinó, citando el hecho de que las empresas estratégicas estén en manos del Estado, los trabajos de infraestructura del gobierno, los programas sociales, el incremento de la participación ciudadana y el hecho de haber logrado que el pueblo venezolano sea «menos manipulable».
Las encuestas más recientes muestran que Venezuela está literalmente partida en dos. Este cisma se siente en la calle, en los medios de comunicación y en la forma de hacer política en este país. Según un sondeo de la firma Datanálisis, en este momento el «Sí» a la enmienda conseguiría un 51,5% de los votos, mientras que el «No» recibiría un 48,1% de los sufragios.
En su campaña, el gobierno insiste en que «sin Chávez se pierde todo»: las escuelas públicas, la salud gratuita, el derecho a elegir o la paz social. Por su parte, la oposición considera que esta enmienda acabaría con el principio de alternabilidad y además, que la propuesta ya fue rechazada.
«Los que quieran irse por un camino directo a la violencia, la ingobernabilidad y el caos deben votar no. Los que quieran paz, desarrollo humano y económico y que Venezuela se convierta en una potencia vengan con Chávez», insiste el presidente.
Amigos y enemigos de Chávez coinciden en que el discurso de este político de 54 años, provocador, poco ortodoxo, con una energía llamativa y un discurso que provoca pasiones encontradas, ha cambiado mucho, sobre todo después del intento de golpe de Estado que sufrió en abril del 2002.
El general Raul Isaías Baduel, ex compañero de armas de Chávez, aseguró en una reciente entrevista que el mandatario persiste en su «ambición personalísima» de ser presidente vitalicio y «desdeña la voluntad mayoritaria del pueblo que ya dijo no».
Los detractores de Chávez critican además la concentración de poderes en manos del presidente y la transformación de instituciones públicas en títeres del gobierno.
En este momento, el Ejecutivo controla la Asamblea Nacional (Parlamento), cuyos diputados serán renovados en 2010 y la mayoría de los gobiernos de ciudades y estados, aunque en las elecciones regionales de 2008, la oposición conquistó importantes espacios de poder.
En su política exterior, Chávez, crítico feroz del gobierno de Estados Unidos al que se refiere como «el imperio», estableció alianzas con países que podrían hacer un contrapeso a la tradicional influencia de Washington en América Latina, como son Rusia, Belarús, Irán y China.
Además, aglutinó en torno a él a una izquierda rebelde, que incluye a países como Nicaragua, Bolivia y Ecuador, con cuyos dirigentes Chávez celebrará el lunes próximo en Caracas sus 10 años en el poder.
«Vendrán diez años más de período revolucionario (…) Yo estaré aquí hasta que Dios quiera y el pueblo mande», prometió Chávez.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que cumple el lunes una década en el poder, «traicionó el proyecto bolivariano» y «se olvidó de la Constitución» de 1999, según Yoel Acosta Chirinos, ex compañero de armas del mandatario.
«Creo que traicionó el proyecto original, el proyecto bolivariano por el cual nosotros insurgimos (…) Olvidó el objetivo estratégico de transformar la democracia representativa en democracia participativa y protagónica y se fue hacia el socialismo del siglo XXI», dijo Acosta en una entrevista a la AFP.
Según Acosta, las nociones de socialismo nunca estuvieron planteadas por los oficiales que fundaron el Movimiento Bolivariano 200 (MBR-200) en 1982, sobre la base del «árbol de las tres raíces», un compendio ideológico que defendía las tesis de tres venezolanos del siglo XIX: el héroe de la independencia venezolana, Simón Bolívar, su maestro, Simón Rodríguez, y el caudillo popular Ezequiel Zamora.
«Teníamos una ideología fundamentada en el ideario bolivariano, pero nunca hablamos de (Karl) Marx y (Vladimir) Lenin, ni mucho menos de copiar a Cuba. Precisamente, el árbol de las raíces está formado por un grupo de doctrinas integradas por el pensamiento bolivariano (…) Chávez traicionó todo eso», explica.
El ex compañero de Chávez se sorprende al ver que hoy en día, «la vanguardia de este proceso sean los cubanos», incluso en las Fuerzas Armadas, y la máxima de «devolver el poder al pueblo», objetivo primero del presidente al llegar al poder, no se ha cristalizado.
Chavéz y Acosta, ambos tenientes coroneles, comandaron batallones en el golpe de Estado de 1992 contra el presidente Carlos Andrés Pérez, compartieron prisión y cofundaron el partido Movimiento V República (MVR) que llevó al actual mandatario venezolano a ganar las elecciones de 1998.
«Era la esperanza de este pueblo. (…) No había otro camino, había que apoyar a Hugo Chávez», dice Acosta, quien conoce al presidente venezolano desde los días de la Academia Militar.
Pero en el 2000, ambos tomaron caminos opuestos, explica Acosta, por la falta de voluntad del nuevo Ejecutivo de combatir la corrupción.
Desde la acera de enfrente al gobierno, Acosta rechaza el proyecto de enmienda constitucional que, de ser aprobada en referendo el próximo 15 de febrero, modificaría cinco artículos de la Constitución de 1999, que el propio Chávez promulgó, para permitirle ser de nuevo candidato en 2012, cuando termine su segundo y hasta ahora último mandato.
«Chávez ha sido un hipócrita al decir que realmente está de acuerdo con esta Constitución, (porque) después del golpe (de Estado contra Chávez) de abril de 2002 se olvidó por completo de la Constitución y se desvió hacia el socialismo del sigo XXI», dice.
Chávez «quiere un pueblo de borregos para poderlos manipular», agrega.
«Todo el poder está concentrado en Chávez como un Mesías, como un caudillo, como el sabelotodo, el príncipe, el rey. Chávez cometió una locura. No sé cómo va a salir de ahí porque está en un laberinto», señala el ex oficial.
Acosta, de 57 años, cree que en diez años de gobierno, Chávez tuvo tiempo de cumplir la primera etapa del proyecto bolivariano que era «destruir» el modelo de democracia burguesa y representativa, «pero lo que hizo fue crear una nueva burguesía utilizando la ideología bolivariana y robándose los reales del pueblo».
«Chávez tenía que preparar a un nuevo líder que lo iba a suceder para que construyera la nueva realidad que se estaba planteando en la constitución bolivariana, y después ese líder tenía que formar al tercer líder, que consolidara, a partir del 2021, la nueva república», concluye Acosta.