El G20 se acercaba hoy a un acuerdo para regular las primas de los banqueros pero seguía dividido acerca de una reforma del FMI que daría más peso a los países emergentes, en una reunión ministerial que se celebra en Londres para definir estrategias poscrisis.
Los ministros de Finanzas del grupo de potencias industrializadas y emergentes hicieron «buenos progresos» con miras a fijar «una serie de reglas mundiales» para delimitar mejor las millonarias primas de los banqueros, declaró una fuente de un país del G7 que exigió anonimato.
Estas reglas incluirían compromisos para que las primas se extendieran en el tiempo y pudieran ser devueltas en caso de malos resultados, así como mayores obligaciones de transparencia para los bancos en la materia, precisó la fuente sin dar más precisiones.
Las primas de los banqueros, consideradas como un factor desencadenante de la crisis financiera que estalló en agosto de 2007 por su incitación al riesgo, eran una de las cuestiones que suscitaban más división antes de la reunión.
La mayoría de los países europeos abogaban por limitar drásticamente estas remuneraciones que según ellos «escandalizan» a las opiniones públicas, pero chocaban con las reticencias de Gran Bretaña -deseosa de mantener el atractivo de la City como centro de negocios mundial- y la indiferencia de Estados Unidos.
La división persistía sin embargo en otro de los grandes temas de esta cumbre, la reforma de las instituciones financieras multilaterales, principalmente el Fondo Monetario Internacional (FMI) pero también el Banco Mundial (BM), que promueven Estados Unidos y las potencias emergentes lideradas por Brasil al estimar que no representan la realidad económica actual.
Brasil y las otras tres potencias que integran el grupo conocido como BRIC -Rusia, India y China- defienden una transferencia del 7% de los países industrializados en el FMI a las naciones emergentes y en desarrollo, y del 6% en el caso del Banco Mundial. Para Estados Unidos, ésta debería rondar el 5%.
Los europeos, que serían las principales víctimas de esta decisión política, son mucho más prudentes, y consideran que la reforma del FMI debería llevarse a cabo según «una agenda global» más extensa, según Anders Borg, ministro de Finanzas de Suecia, presidenta de turno de la Unión Europea.
El tema debería quedar por tanto para la cumbre de jefes de Estado y de gobierno que se celebrará los próximos 24 y 25 de septiembre en la ciudad norteamericana de Pittsburgh.
Sobre lo que hay un consenso absoluto entre los países del G20 es en que hay que diseñar estrategias coordinadas de salida de la crisis, pero que todavía no ha llegado el momento de aplicarlas.
Al inaugurar esta mañana la reunión, el primer ministro británico, Gordon Brown, instó a los ministros a no caer en «la autosatisfacción y el exceso de confianza» ante las primeras señales de recuperación económica, y estimó que sería «un grave error» poner fin a los planes de estímulo sin precedentes adoptados desde hace un año para atajar la crisis.
Brown precisó que todas las previsiones de crecimiento para 2010 estaban basadas en la continuidad de estos planes de reactivación, a los que hasta ahora se destinaron 5 mil millones de dólares, la mitad de los cuales están todavía por gastar.
«Cualquier intento de salida demasiado rápida podría minar las primeras señales de recuperación y conducir a una nueva caída de la confianza de empresas y consumidores», dijo precisando que la prioridad debe ser «construir un crecimiento duradero para todos».
El primer ministro del país anfitrión abogó también por «una acción decisiva para relanzar el comercio internacional», empezando por la conclusión de la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que tiene el potencial de inyectar «al menos 150 mil millones anuales a la economía global».
La reunión de los ministros, preparatoria de la cumbre de Pittsburgh, concluirá por la tarde con un comunicado y las conferencias de prensa de las diferentes delegaciones.
Unos 100 mil millones de dólares anuales serán necesarios para ayudar a los países en vías desarrollo a luchar contra el cambio climático, señala un documento de trabajo que circula en el G20 Finanzas de Londres mencionado por el Financial Times hoy.
El documento confidencial fue preparado por los asesores de los ministros de Finanzas de las potencias desarrolladas y emergentes reunidas hoy en la capital británica, según el diario londinense.
La ayuda que hay que otorgar a los países pobres para un desarrollo poco contaminante y una adaptación a las consecuencias desastrosas del cambio climático será una de las grandes cuestiones de la cumbre de Copenhague, que se celebrará del 7 al 18 de diciembre, y permitirá llegar a un acuerdo sobre las emisiones contaminantes para después de 2012, tras la expiración del protocolo de Kioto.
En un discurso a los ministros al comienzo de la reunión, el jefe de gobierno británico no citó hoy ninguna cifra, pero recordó que el G20 de abril en Londres subrayó la importancia de las inversiones pobres en carbono para la reactivación económica, e instó a reafirmar este compromiso en la cumbre de Pittsburgh del 24 y 25 de septiembre próximos.
«Pero tenemos que hacer más, y el acuerdo de Copenhague debe incluir una cooperación financiera entre países desarrollados y en desarrollo para ayudar a estos últimos a luchar contra el cambio climático», dijo, deseando «avances en Pittsburgh con miras a un acuerdo en Copenhague».
La monto de la ayuda es todavía objeto de debate, pero los países industrializados piden en contrapartida a los destinatarios que presenten planes nacionales precisos para preservar el medioambiente. El debate gira asimismo en torno al reparto del esfuerzo en los países industrializados.