Fue una apuesta de Nubia Macías, la directora de la Fil. Este año Centroamérica gozó de una importancia especial y sin precedentes en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que celebró su edición número 25 y que, al cierre de la misma, dio a conocer ingresos de 66 millones de pesos.
La participación de Centroamérica fue especial. Se notó el esfuerzo por promoverla como una región productora de arte y pensamiento.
Dicha participación fue, además, sin precedentes. Hasta ahora, Centroamérica no había sido protagonista en un evento literario de tal magnitud. La Feria del Libro de Guadalajara es la mayor cita literaria y editorial de Iberoamérica y contó, en esta edición, con la sorprendente cantidad de 700 mil visitantes en tan sólo nueve días.
Sin el sustento de los gobiernos ni de las secretarías de cultura de los países del Istmo, esta iniciativa fue montada enteramente con el apoyo de la Fil, algunas editoriales centroamericanas y el Fondo de Cultura Económica en su filial Guatemala.
Con Alemania como invitada de honor, esta fiesta del libro dio relevancia a nuestra región que, en palabras del escritor nicaragí¼ense, Sergio Ramírez, es un laboratorio vivo de la literatura.
La literatura centroamericana fue vista como una producción artística de la que se sabe muy poco y que aún no ha sido suficientemente valorada por el mercado editorial mundial, pero que tiene mucho que ofrecer.
Dos antologías de poesía y narrativa (Puertos abiertos (cuento) y Puertas abiertas (poesía) ) publicadas ambas por el Fondo de Cultura Económica, sirvieron para dar a conocer a autores jóvenes vivos. La última publicación de este tipo, dijo Sergio Ramírez en la presentación de las mismas, fue hecha en el año de 1970 o 1972.
Con la presencia de 1,935 editoriales de 43 países y de 700 autores de todo el mundo, la Fil contó a su vez con un stand dedicado exclusivamente al istmo. En el mismo, editoriales como F&G Editores (Guatemala), Clásicos Roxil y UCA Editores (El Salvador), Uruk y UCR (Costa Rica), entre otros, estuvieron presentes con sus propuestas que, poco a poco, han comenzado a llamar la atención del público lector que, año con año, acude a la Fil para explorar entre los libros que las editoriales extranjeras ofrecen como parte de la oferta literaria de un evento que constituye una verdadera fiesta para la ciudad.
Cabe esperar que este impulso que la Fil otorgó a la región vuelva las miradas hacia las obras y los autores centroamericanos que, contrario a lo que ocurre en otros países con mayor tradición cultural, están faltos de apoyo y de ventanas que permitan dar a conocer su obra al mundo.
La Feria del Libro de Guadalajara ha cerrado ya sus puertas. Pero las propuestas y proyectos quedan vivos y a la espera de que, el otro año, se haya avanzado en este largo camino de conectar a los escritores y su obra con el gran protagonista de la Fil: el público lector.