CENTRO PARA LAS ARTES DE CHIMALTENANGO


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Corría el año 1976 y Guatemala se recuperaba del devastador terremoto ocurrido en el mes de febrero de ese mismo año. Debido a las difíciles circunstancias que atravesaba el país en ese entonces, un grupo de jóvenes instrumentistas guatemaltecos que estudiaban en Bélgica decidieron hacer recitales benéficos, reuniendo como producto de los mismos la cantidad de 1 mil 500 dólares.

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REDACCIÓN CULTURA

Ese monto fue enviado a Juventudes Musicales de Guatemala a través de Jeunesses Musicales de Bruselas, Bélgica, el cual fue utilizado en proyecciones de futuro y no para satisfacer necesidades inmediatas tales como ropa, comida y medicinas, que estaban ampliamente cubiertas gracias a la solidaridad internacional.

De ahí fue la idea de hacer la escuela de música, cuya finalidad debía ser desde un principio hacer de sus alumnos artesanos de la música, elevando así su nivel cultural y de apreciación artística, lo que redunda positivamente al hacer de ellos personas más responsables y mejores ciudadanos. El proyecto se propuso a varias corporaciones edilicias para llevarlo a cabo y la Municipalidad de Chimaltenango fue la que mostró interés, ofreciendo el terreno para construir la escuela, en el lugar donde había estado la cárcel de mujeres que se derrumbó con el terremoto. Curioso y al mismo tiempo significativo hecho: en el lugar donde hubo un centro de redención por medio del castigo, el escarmiento y el dolor, se levantaría otro que lo haría por medio del arte, la educación y la cultura.

Los miembros de Juventudes Musicales de Guatemala se dieron a la tarea de remover los escombros para poder construir la escuela de música. Aportaron arduo trabajo personal durante muchos fines de semana, haciendo de albañiles, carpinteros, fontaneros, electricistas y cuanta actividad más fuera necesaria. Así las cosas y cuando los recursos estaban por acabarse, la Fundación Alban Berg de Viena, Austria, se enteró del proyecto y decidió apoyarlo, haciendo una donación de $15 mil  que permitió finalizar la obra. La escuela de música abrió sus puertas en septiembre de 1976 y se le bautizó Centro De Juventudes Musicales Alban Berg, como muestra de agradecimiento a la fundación vienesa que hizo posible terminar la construcción.

De inmediato se iniciaron los cursos de música a nivel elemental, que eran impartidos por miembros de Juventudes Musicales de Guatemala y alumnos del Conservatorio Nacional de Música y Artes Escénicas sin percibir remuneración alguna, pese a que debían costearse de su propia bolsa el valor del pasaje de ida y vuelta a Chimaltenango los días que debían impartir clases. La escuela comenzó a dar frutos y su nombre a trascender los límites urbanos, de tal suerte que a los pocos años de funcionamiento, su población estudiantil era mayoritariamente de alumnos provenientes de los municipios circunvecinos, que viajan a Chimaltenango tres tardes por semana para recibir sus clases de música.

En el año 1980, un incidente de muy triste recuerdo estuvo a punto de dar al traste con la escuela de música: Guatemala se encontraba inmersa en una guerra civil solapada y sucia, cuyos alcances son de todos conocidos; la escuela que se había levantado con tantos sacrificios fue blanco de un artero ataque terrorista llevado a cabo por la guerrilla, que la destruyó casi en su totalidad. Nuevamente, la Fundación Alban Berg vino en su auxilio al enterarse de lo ocurrido, donando algunos gastos de la reconstrucción.

Durante 38 años de funcionamiento continuo, más de 2,500 jóvenes han estudiado en ella cursos básicos de solfeo y teoría musical, ejecución de instrumentos tales como marimba, guitarra, piano, violín e instrumentos de viento metálicos y de madera. Posee la escuela una banda de música que ameniza desfiles y actos cívicos y una sociedad coral, que se ha convertido en el timbre de orgullo de la ciudad de Chimaltenango y su embajador artístico y cultural por excelencia. Los maestros y el Director de la Escuela son ex-alumnos que prosiguieron estudios de música completos en el Conservatorio Nacional de Música y Artes Escénicas.

La financiación de la escuela desde su inicio, ha sido posible gracias a los donativos que se reciben de personas e instituciones que creen en el proyecto. Eventualmente se cuenta con algunos que se reciben del exterior tal como lo han hecho Juventudes Musicales de Francia y en su momento, lo hizo la Fundación Alban Berg de Viena, Austria. Cabe mencionar que en los 38 años de funcionamiento de la escuela, no se ha recibido ayuda alguna del Gobierno de Guatemala.

Desde 20 años atrás, se ha mantenido una estrecha relación con el Club Rotario del Valle de Guatemala. Gracias a esta relación, fue posible construir la segunda planta del edificio a un costo de US$ 30,000.00. Al contar con el doble del espacio útil que antes se disponía, se tomó la trascendental decisión de agregar a la escuela de música otra de artes visuales, con la finalidad de poder dar una formación artística integral básica, que permita a los educandos la posibilidad de tener acceso a escuelas especializadas superiores. Debido a este nuevo giro, el Centro de Juventudes Musicales Alban Berg funciona conjuntamente  con la Escuela de Artes Visuales bajo la denominación común de CENTRO PARA LAS ARTES DE CHIMALTENANGO, que empezó sus actividades como tal en julio de 2,001.

Ojalá que este artículo que cuenta lo que se puede lograr con tenacidad y metas claras aún en situaciones adversas, despierte en nuestros amables lectores el deseo de colaborar con esta noble causa. Se necesitan instrumentos musicales, libros de texto y partituras para la escuela de música, y materiales para la escuela de artes visuales. Se quiere hacer del Centro para las Artes de Chimaltenango una institución ejemplar en su género, que pueda servir de modelo para otras más de similares características en Guatemala y otros países de América Latina.

Pueden contactar a Juventudes Musicales de Guatemala en el teléfono 2337-3251, fax 2333-5129 o en la dirección de correo electrónico juventudesmg@gmail.com