Los problemas para Madero, en Morelos, se agravaron ante la crueldad demostrada por Victoriano Huerta al frente del Ejército Federal, lo cual no hizo sino extender mas la rebelión. Zapata utilizó una estrategia tan vieja como la humanidad cuando se lucha en desigualdad numérica: golpear y huir. Sus tropas después de atacar al enemigo se esfumaban, escondían su arma y volvían a su trabajo en el campo.
castejon1936@hotmail.com
Lo más alarmante que tuvo que afrontar Madero en aquel año de 1912 surgió en Chihuahua, el mismo Estado que fue cuna de la Revolución que lo llevó al poder. Los cambios esperados habían sido pocos, tomando en cuenta que el ideario de Madero había estado más ligado al afianzamiento del sistema democrático. Su propuesta no daba solución a la desigualdad social existente, particularmente lo relativo al apropiamiento de las tierras de las comunidades y la servidumbre en las haciendas. La familia Creel Terrazas, prácticamente los dueños de Chihuahua, se habían venido apoderando de las tierras de los colonos militares que habían luchado por años contra los apaches. El descontento iba creciendo, los líderes locales que eran cuestionados por sus hombres cuando después de haber peleado la guerra, regresaban a sus hogares y todo seguía igual.
En ausencia del Gobernador del Estado, don Abraham González, tras haber aceptado una cartera en el Gabinete de Madero, surgió una cadena de rebeliones. Las inició el doctor Emilio Vásquez Gómez después de haber sido compañero de fórmula en el primer binomio de Madero. Con un buen número de seguidores ligados con el Partido Liberal Mexicano de tendencia socialista, se apoderaron de Ciudad Juárez. Ante esta situación Abraham González regresó para hacerse cargo de la Gobernatura de Chihuahua.
Aprovechando el descontento y abanderándose con las causas sociales Pascual Orozco, Comandante de los Rurales del Estado -la mayoría desmovilizados del Ejército Revolucionario- apareció en escena renunciando a su cargo y lanzándose a la rebelión. Orozco había sido un factor importante para el triunfo de Madero y era seguido por mucha gente. Otro jefe militar de Madero, Francisco Villa, también se contaba entre los descontentos, en más de una oportunidad lo había manifestado públicamente a través de planteamientos escritos dirigidos a Madero, o a través de «El Correo de Chihuahua». Villa era buscado por su gente para interceder por ellos sin encontrar respuesta del Gobierno a sus demandas.
Al ser licenciados del Ejército Revolucionario, los hombres regresaban a su lugar de origen recibiendo un bono de 50 pesos, 25 más si entregaban el rifle y un boleto del ferrocarril pudiendo conservar su caballo. Era cierto que los odiados presidentes municipales habían desaparecido y así mismo el jefe político. Sin embargo, los mismos jueces seguían en sus puestos. Lo más importante que afectaba sus expectativas en el diario vivir, era que las grandes haciendas seguían intactas, el poder de sus dueños se hacía sentir, las tierras expoliadas a las comunidades no habían sido devueltas. En las ciudades si era notorio observar cambios, dentro de las clases medias: médicos, maestros, abogados y pequeños empresarios disputaban ahora los cargos de elección contra la oligarquía que había mantenido al porfirismo; también las cargas fiscales fueron menores. Los obreros industriales: mineros, ferrocarrileros y empleados de las empacadoras de carne podían hacer valer el derecho de huelga para sus logros.
La inamovilidad y la pobreza se hacían sentir en el campo en donde la costumbre de ganado visto, ganado muerto, en las grandes haciendas se puso en boga para luchar contra el hambre. En las propiedades de Terrazas los peones recibían solamente 50 centavos diarios, en papel redimible en las llamadas tiendas de raya propiedad de la hacienda. Al principio de 1912, los hacendados en muchos casos forzaron a los aparceros a entregar una parte mayor de sus cosechas, para recuperarse de los daños causados por la Revolución.
La rebelión cundía también en hombres de otra mentalidad y condición social. Máximo Castillo, un dirigente que había sido encargado de la seguridad de Madero durante la Revolución, declaró al Paso Morning Times: No soy socialista. No se nada de eso, soy uno de los pocos rancheros independientes que quedan en el Estado de Chihuahua. Tengo un pequeño rancho en San Nicolás de Carretas, que fue de mi padre y del padre de mi padre antes de él, esa vida feliz es todo lo que quiero en este mundo. Pero no podía quedarme sentado a ver cómo trataban a mis camaradas, ver cómo eran encuerados por los Federales y cómo sus pequeñas parcelitas pasaron a acrecentar las grandes Haciendas de Luís Terrazas. Tras la victoria volví a mi casa. Esperé dos meses, tres meses, seis meses. Vi atar las cadenas profundamente sobre mi pueblo. Con dolor de mi corazón reuní a mi banda y el 2 de febrero de 1912, me lancé de nuevo al campo. (continuará)