Centenario de la Revolución Mexicana (Parte X)


El enfrentamiento entre los insurrectos refugiados en la Ciudadela, continuó ininterrumpidamente durante más de una semana. El ataque alrededor de la vieja fortificación vecina a la calle de Balderas, fue cruento. Debido a la dificultad del ángulo de tiro, la artillerí­a federal ocasionó gran cantidad de muertos entre la población civil; los cadáveres eran levantados de las calles vecinas dando la impresión que la Capital de México era una «Ciudad Abierta».

Doctor Mario Castejón
castejon1936@hotmail.com

Fuera del enfrentamiento militar habí­a otro campo de lucha en donde se libraba la batalla más determinante, la intriga diplomática. Esta batalla era conducida por el Embajador de los Estados Unidos Henry Lane Wilson. El Embajador hizo difundir la especie que el presidente Taft se preparaba a intervenir en vista que el gobierno de Madero no ofrecí­a garantí­as. El general Huerta, de acuerdo ya con los insurrectos, seguí­a manteniéndose en apariencia fiel a Madero. Huerta conspiraba con enviados de los rebeldes de la Ciudadela y con los jefes militares apoyados por seguidores del ex presidente Dí­az. Al sexto dí­a del asedio de la Ciudadela, Wilson planteó ante el Cuerpo Diplomático la necesidad de la renuncia del Presidente, según dijo para evitar males mayores, cuando esto llegó a los oí­dos de Madero, este se negó rotundamente.

Un incidente pudo haber cambiado la historia, cuando dí­as más tarde Gustavo Madero comprobando la traición de Victoriano Huerta lo desarmó y detuvo en presencia del Presidente. En una de sus confusas intervenciones a favor de Huerta, Madero obligó a su hermano a retractarse. Mientras eso sucedí­a, entre los conspiradores Huerta era ya aceptado como la cabeza de un nuevo Gobierno. Ante los cí­rculos diplomáticos, Félix Dí­az, tenido como el lí­der de los insurrectos de la Ciudadela, habí­a cedido el primer lugar a Huerta con la condición de que el se postularí­a a la Presidencia en las próximas elecciones.

Los conspiradores en una reunión en la Embajada de los Estados Unidos acordaron un cronograma para legitimar el traspaso del poder. Aquella reunión fue conocida como «La Reunión de la Embajada» y selló por muchos años el destino de México. Se estableció la necesidad de obtener las renuncias de Madero y Pino Suárez, las cuales fueron obtenidas después de una solicitud presentada ante la Asamblea por el Cuerpo Diplomático, haciéndose este garante de la vida de los detenidos y sus familias. Al disponer de las renuncias fue convocada la Asamblea, que nombró Presidente provisional al Ministro de Relaciones Exteriores Pedro Lascurain. En esa sesión de la Asamblea, Lascurain procedió a juramentar al Gabinete nombrando a Huerta Secretario de Gobernación. Luego de cerrar la sesión la Asamblea, abrió una nueva en la cual Lascurain presentó su dimisión como Presidente, habí­a estado cincuenta y seis minutos en el cargo. La Asamblea de acuerdo a lo estipulado, conforme a la Ley, nombró al Secretario de Gobernación Victoriano Huerta como Presidente Provisional de la República.

Cerca de la una y treinta de la tarde del martes 18, Madero fue tomado prisionero por órdenes del general Blanquet de acuerdo con Huerta. Dos miembros de su guardia personal los capitanes Gustavo Garmendia y Federico Montes desenfundaron sus armas matando al oficial que trataba de detener a Madero, lo cual provocó un tiroteo dentro del palacio, muriendo éstos en la refriega. Esa noche del martes 18, Gustavo Madero fue entregado en custodia con órdenes de Dí­az, llevado a la Ciudadela fue masacrado salvajemente.

A pesar que el Cuerpo

Diplomático por intermedio de los Embajadores de España y Cuba trató inútilmente de proteger a Madero, con órdenes de Victoriano Huerta, fue preparado un plan para aplicarles a él y al vicepresidente Pino Suárez la ley de fuga. Fueron sacados de la Penitenciarí­a el sábado 22 de febrero en horas de la noche y asesinados enfrente de uno de los muros de la prisión. Los automóviles en los que viajaban el Presidente y el Vicepresidente aparecieron acribillados para aparentar que su muerte habí­a sido ocasionada en un incidente con sus partidarios al tratar de liberarlos. El dí­a 24 de febrero por la mañana los cadáveres entregados a sus familiares fueron enterrados. Esa noche, la viuda de Madero acompañada de los padres y hermanas de éste, se embarcaron en Veracruz rumbo a La Habana.

Con la muerte de Madero se desató el verdadero huracán de la Revolución Mexicana, cuando las fuerzas de los que hasta ese momento habí­an sido actores secundarios, se declararon en rebeldí­a para derrocar a Victoriano Huerta. En el sur Emiliano Zapata seguí­a enarbolando la bandera de la Revolución. En el norte en los Estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila, los nombres de ílvaro Obregón, Porfirio Elí­as Calles y Adolfo de la Huerta saltaron a un primer plano apoyando al general Venustiano Carranza como Primer Jefe del Ejercito Constitucionalista. Francisco Villa surgido de entre las cenizas se unió a Carranza, la verdadera Revolución estaba en marcha.

Conclusión de la Primera Etapa de la Revolución Mexicana.