Centenario de la Revolución Mexicana (Parte VIII)


Luego de que Pascual Orozco se rebeló contra el Gobierno, negándose a sofocar la inicial revuelta del doctor Vásquez Gómez, el antiguo jefe de los rurales se hizo fuerte en Chihuahua. Orozco provení­a de una familia acomodada que poseí­a tierras y un próspero negocio de transporte. No era un lí­der campesino o pequeño propietario como Zapata, tampoco un hombre de antecedentes turbios surgido dentro del peonaje de hacienda como lo era Villa. Lo que no se podí­a negar de él, eran sus indiscutibles dotes militares, que las habí­a puesto al servicio de la Revolución en donde conoció a Villa. Sin haber hecho buenas migas, los dos hombres pelearon del mismo lado. Orozco fue recompensado jefeando a los rurales de Chihuahua, mientras Villa fue licenciado como la mayorí­a de revolucionarios

Doctor Mario Castejón
castejon1936@hotmail.com

La élite económica de México vio con agrado la rebelión de Orozco, particularmente la familia Terrazas Creel, quienes según pruebas existentes lo instigaron y financiaron para levantarse en armas. Su aparente disfraz de abogado de las causas populares engañó, inicialmente, a los dirigentes radicales del Partido Liberal y a otros grupos revolucionarios descontentos con Madero. Los que estaban detrás de él, no creí­an que Orozco tuviera el peso suficiente para derrotar al Ejercito Federal. El escenario más probable no era que Orozco derrotara a las tropas federales y se hiciera del poder conquistando la Capital, era más probable que el Ejército Federal utilizara a Orozco para hacerse del poder y llegara más tarde a un pacto con los jefes militares.

Las circunstancias obligaron a regresar a Chihuahua al gobernador Abraham González, quien no dudó ni un momento en buscar a Villa para enfrentar a Orozco. En repetidas ocasiones Villa, descontento de las promesas fallidas, habí­a enviado mensajes a Madero exigiendo el pago para sus hombres. Independientemente de eso, ante la propuesta del Gobernador de Chihuahua, Villa decidió jugarse la carta del lado del Gobierno. Su primer paso fue reclutar hombres en las comunidades en donde él habí­a mantenido contacto con sus dirigentes. Terrazas y Creel eran odiados por Villa. Tiempo atrás la sombra de Terrazas habí­a estado detrás de la rebelión del general Bernardo Reyes, miembro del Gobierno de Porfirio Dí­az. Reyes, creyendo poder derrocar a Madero, recibió financiamiento de la familia Terrazas Creel; cruzó la frontera desde los Estados Unidos, fue capturado por los federales y enviado a prisión.

También la Casa Blanca hací­a sus jugadas ante la caótica situación. El Secretario de Guerra, Stimson, envió a dos de sus hombres para averiguar qué posibilidades habí­a de intervenir contando con el apoyo del pueblo. Encontraron un clima desfavorable, los únicos que apoyaban la presencia norteamericana en México eran el grupo de los llamados Cientí­ficos, partidarios del ex presidente Dí­az y por supuesto la familia Terrazas Creel, quienes ya abiertamente apoyaban a Orozco. Después de ocupar la ciudad de Chihuahua, Orozco estaba poniendo sus ojos en Torreón, en momentos que la sublevación se habí­a extendido a la región lagunera de Durango y Coahuila. El secretario de Guerra de Madero, González Salas, salió personalmente a combatir la insurrección. Fue derrotado y terminó quitándose la vida, cuando una locomotora de los sediciosos cargada con dinamita estalló en medio de sus tropas. Para Orozco todo esto era favorable, incluso en los Estados Unidos el magnate periodí­stico William Randolph Hearst, cabildeaba a su favor ante el Gobierno de Taft. Así­ las cosas el único obstáculo en el camino de Orozco era Villa, a quien habí­a impedido tomar la ciudad de Chihuahua. Villa con pocos hombres se habí­a retirado tras la derrota dirigiéndose a Parral, en donde su comandante militar José de la Luz Soto, se habí­a pasado a las filas orozquistas. Al entrar a Parral, Villa hizo frente a Orozco logrando detenerlo temporalmente, hasta que el 4 de abril, dos mil quinientos orozquistas tomaron y saquearon la ciudad. Madero quedó impresionado por la capacidad militar de Villa y le pidió que se uniera a las fuerzas que estaba enviando a combatir a Orozco comandadas por Victoriano Huerta, el mismo que habí­a ocasionado la radicalización de Zapata, ahora enemigo de Madero. Cuando Zapata rompió con Madero, lo hizo en forma violenta. Le envió una carta, en donde le decí­a que él personalmente lo colgarí­a de uno de los eucaliptos de La Reforma frente a la residencia presidencial de Chapultepec.

El acercamiento de Villa a Huerta no fue una buena idea. En poco tiempo este se dio cuenta que tení­a que salir de Villa y lo acusó de rebelión disponiéndose a fusilarlo. En último momento, Madero decidió que fuera trasladado a la prisión de Santiago Tlatelolco en la capital. En los meses siguientes Orozco era derrotado y Villa permaneció en prisión intentando repetidas veces ser recibido por Madero quien se negó a verlo. Finalmente el 24 de diciembre de 1912, escapó de la prisión y se dirigió de vuelta a Chihuahua.

El vencedor en ese momento era Huerta, su imagen habí­a crecido ante la oligarquí­a de México y ante los representantes diplomáticos de las grandes potencias. Las consecutivas rebeliones que habí­an sacudido al Gobierno de Madero entre 1911 y 1912, principiando por la de Zapata, hasta la última de Félix Dí­az en Veracruz, habí­an creado una atmósfera negativa a Madero. La gran conspiración dentro del Ejército Federal para terminar con su Gobierno, lo que se llamó La Decena Trágica en Febrero de 1913 estaba en marcha. (Continuará)