Hoy, a las 20:00 horas, en la Plaza Municipal de San Juan del Obispo, en Sacatepéquez, se llevará a cabo, como se inició hace cien años, el tradicional convite, que sirve para despedir al año que se va y buscar atraer la «buena suerte» para el año venidero.
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Por el año de 1907 a finales de diciembre, como una forma cde rendirle tributo a la Virgen de la Concepción, en vísperas de su rezado, personas que eran integrados por personas adultas del sexo masculino entre las edades de 18 a 45 años, así como el seor Ismael Chajón y Raymundo Castellanos y otras más, quienes encendieron la antorcha, luz de la tradición y la costumbre con la finalidad de dar vistosidad y colorido a los habitantes de San Juan del Obispo, que ahora ha sido la atracción de propios y extraños.
Dando inicio al convite, donde los participantes eran únicamente 20 fieros (personas vestidas de mujer) se inscribían en casa del presidente, donde la directiva sabía el número de participantes y en ese entonces los participantes elaboraban sus máscaras talladas de madera en diferentes estilos de figuras (micos, venados, guacamayas, monos, etc.), que han sido ritos en los siglos de los kaqchikeles, pero esta actividad hace que los pobladores se entretuvieran en hacer sus máscaras con tal alegría y entusiasmo.
Luego, se dedicaron a conseguir la marimba que amenizaba el baile; este instrumento era trasladado a la espalda, y contratada en aldeas vecinas. En San Juan del Obispo, en esos años, no habitaban muchas personas, no existían algunas calles y avenidas en las cuales ahora se hace el convite, pero esto no impedía que se realizara.
El inicio era en casa del presidente, para luego dirigirse al atrio de la iglesia y se bailaba en unas esquinas, se ingresaba en algunas casas de los vecinos, en una tradición que duró quince años.
Nuevamente, construían sus máscaras elaboradas de cartón o papel que ellos le realizaban la forma que necesitaban para dicha representación; el material principal era la yuquilla o jocote rescoldado para que pudieran pegar el cartón o papel nuevamente contrataban marimba y realizaban la misma actividad. Sólo que en este caso contrataron la marimba de Simeón González, vecino de la aldea.
También acompañaban a las carrozas que eran jaladas por bueyes y elaboradas por Venancio Lobos y Valbino Pérez, sin faltar los encamisados.
Este convite, según el relato de varios años, visitaba la aldea de San Gaspar Vivar, pasando por el Puente Blanco, pero al ir creciendo la población decidieron ya no ir a ese lugar y entrar a las casas donde repartían la famosa chicha; todo esto, ya era entre 1925 y 1930.
Así, pues, fueron los inicios de esta tradición. En esa época, pocos imaginaban el año en que se cumpliría un siglo de realizarse, lo cual en este año se puede dar testimonio de que ocurre, cuando a las ocho de la noche de hoy se realice el convite.