Censura en La Hora


El viernes 8 de diciembre, en La Hora se publicó el texto de Federico Castillo Valenzuela titulado «Periodismo mediatizado». En cinco párrafos no hay posibilidades de identificar a la persona que forma parte de los «pésimos periodistas». De manera vaga nos enteramos que son seres venales. Sostiene el opinante: «Entonces, lo lógico, lo ético y lo moral es olvidarse de ejercer el periodismo y dedicarse a cualquier otra actividad». A manera de conclusión, Castillo Valenzuela cita a Manzoni, en probable referencia a una de las figuras cimeras de la literatura italiana.

Marco Vinicio Mejí­a

El 18 de diciembre, Eduardo Villatoro señaló que Federico Castillo es «tan impreciso en sus crí­ticas que mejor deberí­a comentar sus angustias en el seno de su hogar.» Cinco dí­as después, se dio a la estampa la réplica de Castillo Valenzuela, una prueba más de su estilo descuidado, tanto en la redacción como en la argumentación. Basta analizar el primer párrafo: «Con mucha pena y preocupación (tautologí­a) me veo (telecismo) en la necesaria obligación (redundancia formal) de pedirle disculpas (error normativo) al señor columnista de este prestigioso medio, don Eduardo Villatoro, (error sintáctico), por haber cometido el abuso de lastimar (error normativo) su frágil y endeble (tautologí­a) sensibilidad con el comentario del dí­a 8 de diciembre (redundancia) en curso (error normativo), el cual (falta la coma) según la reacción del citado columnista, lastimó su delicada, (repetición viciosa) ilustrada e insuperable capacidad de recepción y análisis (tautologí­a).» De todos los errores indicados, es importante destacar que Federico Castillo Valenzuela «le pide disculpas» a Eduardo Villatoro, si bien el sentido de lo escrito es que las ofrece. Si una persona agravia a otra, debe ofrecer o dar una disculpa, y no pedirla.

Castillo recurre a falacias de atinencia. Villatoro advirtió que aquél no cumplió con el elemental principio del periodismo de dar nombres, lugares, fechas, razones, causas y efectos en el texto del 8 de diciembre. En vez de refutar el señalamiento, Castillo ataca al hombre que hizo la afirmación, cuya «postura es más útil en las estaciones de policí­a que en los medios de prensa». A ese argumentum ad hominem (ofensivo) se agrega el argumentum ad populum, al dirigir un llamado emocional a la multitud, con el propósito de ganar asentimiento popular: «Estoy consciente que lo que escribo no es del agrado de algunos pero sí­ de una considerable cantidad de personas». Recurre al argumentum ad misericordiam al apelar a la piedad: «Aunque no soy persona de recursos económicos (…) tampoco soy persona que se deja abatir por situaciones que en otras producen angustias (…) en mi hogar hay paz, armoní­a, amor y solidaridad». Otro error de razonamiento es la costumbre de Castillo Valenzuela de incluir presuntas citas de personas famosas, para ganar el asentimiento de su conclusión (argumentum ad verecundiam o apelación a la autoridad).

La postura crí­tica de Eduardo Villatoro es admisible en el ámbito de la lógica jurí­dica. La Constitución Polí­tica y la Ley de Emisión del Pensamiento establecen que es libre la emisión del pensamiento sin previa censura. Significa que no hay censura «previa», pero, sí­ puede darse la censura posterior cuando se demuestra el mal uso de este derecho, en especial si insultamos a los demás. Al someter nuestras opiniones al escrutinio público, estamos sujetos a ser reprobados si no respetamos los principios de la veracidad informativa. Esto exige rigor, tanto en el contenido como en la forma en que escribimos.