Censo refleja creciente diversidad de hispanos


reportaje_1ok

El médico prescribe los medicamentos en inglés. Christina Roche, una voluntaria en el Community Care Center en Winston-Salem, traduce al español. El paciente escucha atentamente. En la estación central de enfermeras, varios traductores al español y enfermeras esperan para asistir a otros pacientes. Apenas un puñado de hispanohablantes tení­an conexiones con México.

Por BERTRAND M. GUTIí‰RREZ WINSTON-SALEM / Agencia AP

Roche, por ejemplo, es oriunda de Argentina y su caso refleja una tendencia demográfica en el condado Forsyth que crea interrogantes sobre lo que significa realmente el término “hispano”.

Aunque las personas de origen mexicano aún forman la mayorí­a de los 42.000 hispanos en Forsyth, personas como Roche fueron las que generaron un gran crecimiento de la población hispana entre el 2000 y el 2010, de acuerdo con el Buró del Censo.

De hecho, el número de personas de origen puertorriqueño, por ejemplo, aumentó 182%, de 924 a 2.605, en esos 10 años, y el número de personas de origen salvadoreño aumentó un 293%, de 642 a 2.521. La cifra de personas de origen centroamericano casi se cuadruplicó, de 1.328 a 4.696.

Mientras tanto, el número de personas de origen mexicano se duplicó, de 14.238 a 28.440.

Aun así­, casi uno de cada tres hispanos en Forsyth tiene conexiones con un paí­s diferente de México. Provienen de paí­ses como Argentina, la República Dominicana y Guatemala, entre otros.

La creciente variedad de hispanos revela que el término “hispano” es impreciso, porque trata de agrupar bajo un manto las diversas culturas de más de 20 naciones hispanohablantes de Latinoamérica, de acuerdo con investigadores y entrevistas a varias personas de origen latinoamericano en Winston-Salem.

“Pienso que a veces es difí­cil para la gente entender las diferencias entre nuestras culturas, el argot, la música, la comida”, expresó Roche.

Aumentando la confusión está la idea de raza. Muchos hispanos dijeron en entrevistas que frecuentemente se encuentran con la percepción de que todos los hispanos tienen piel oscura, ojos oscuros y cabello oscuro. Pero el término no tiene nada que ver con raza, sino con etnia. Un hispano puede ser negro, blanco, mestizo o asiático.

Por ejemplo: la cantante Christina Aguilera, el extoletero de los Cachorros de Chicago Sammy Sosa y el expresidente de Perú Alberto Fujimori serí­an considerados hispanos en Estados Unidos. Aguilera es blanca, con antepasados ecuatorianos; Sosa es negro y nacido en la República Dominicana y Fujimori es de origen japonés.

Entender los aciertos y desaciertos del término hispano es más importante que nunca ahora a causa del enorme crecimiento demográfico de ese grupo, dijo Brad Jones, profesor de ciencias polí­ticas en la Universidad de California, en Davis, que se especializa en tendencias hispanas.

En Estados Unidos, casi una de cada tres personas va a ser hispana para 2050, si continúan las actuales tendencias de inmigración, indicó el Pew Hispanic Center en el 2008. Bajo ese panorama, la población hispana crecerí­a de los 50,3 millones actuales a 133 millones, más que la población actual de México de casi 114 millones.

Además de la concepción errónea de que todos los hispanos son como los mexicanos, dicen Jones y otros, el término tiende a ser asociado con otro: ilegal.

Los no latinos a menudo no solamente perciben a los hispanos como una cultura monolí­tica, sino que además añaden la noción de que están en el paí­s sin autorización, dijo Jones, “y esa no es una imagen positiva de ese creciente grupo”.

La vasta mayorí­a de los hispanos en Estados Unidos están en el paí­s legalmente. De los 50,3 millones de hispanos, unos 41,3 millones están autorizados a estar en el paí­s, de acuerdo con estadí­sticas de la Oficina del Censo y el Pew Hispanic Center.

“El asunto más importante no es cómo se identifican los latinos o hispanos, sino cómo los ven los no latinos”, reveló Jones. “Los no latinos tienden a ver a los latinos como más monolí­ticos que lo que realmente son”.

Una diferencia es que los hispanos de primera generación en Estados Unidos muy a menudo no se consideran a sí­ mismos hispanos.

Ese es el caso de Marí­a Aristizábal, que vive en Kernersville y es una asesora técnica de la YMCA of the USA.

“Yo simplemente me considero Marí­a”, recalcó.

Aristizábal ni siquiera sabí­a que era hispana antes de mudarse a Estados Unidos de Colombia hace más de 30 años.

“Después que uno vive en este paí­s por un tiempo, uno se acostumbra al término, y entiende que es como la gente lo identifica. Yo entiendo que otras personas me ponen en un grupo que es hispano, y siempre y cuando sean respetuosos, no me molesta”, dijo.

Aunque el idioma español es un denominador común entre los hispanos, los antecedentes raciales y culturales son tan lejanos entre sí­ como los Andes peruanos están del desierto de Sonora en México.

Incluso la forma en que es usado el idioma es diferente de un paí­s al otro, dice Guillermo ílvarez, que es oriundo de Venezuela y ahora vive en Winston-Salem.

í‰l puede identificar a un venezolano, mexicano o argentino por la forma en que usa el español. Para resaltar ese aspecto, ílvarez menciona algunas de las palabras que los venezolanos usan, “caraotas” en lugar de “frijoles negros”.

“A veces, cuando uso esas palabras con otros hispanos, no saben de qué estoy hablando”, dijo ílvarez entre risas.

Al igual que Aristizábal y Roche, ílvarez señaló que el término “hispano” fue un concepto extraño para él.

“Yo no era hispano hasta que llegué aquí­â€, manifestó. “Hispano es solamente una etiqueta que Estados Unidos nos ha dado”.

El gobierno estadounidense comenzó a usar el término “hispano” en 1970, dijo Jones.

Para el censo de ese año, el gobierno estadounidense empleó el término para registrar mejor a las personas de paí­ses latinoamericanos que habí­an sido parte de la colonia española. Lo extraño es que las personas de España no pueden identificarse como hispanas en el censo, aseveró Jones.

Cualquiera que sea la definición, más hispanos se están quedando permanentemente en Forsyth, como lo muestra el hecho de que el porcentaje de hispanos que son dueños de sus viviendas –en comparación con quienes alquilan– creció significativamente entre el 2000 y el 2010, de acuerdo con el censo.

En el 2000, 21% de las viviendas hispanas eran propiedad de sus residentes, no alquiladas. Para el 2010, la cifra habí­a aumentado a 37%.

Roche, Aristizábal y ílvarez son parte de ese crecimiento.

“Yo he vivido aquí­ (Winston-Salem) durante seis años”, dijo ílvarez. “Mi familia está aquí­. Mis amigos están aquí­, y yo quiero quedarme aquí­ cuando me retire”.