Celo por la transparencia en el gasto


Cada vez que pienso en los programas que se han implementado en beneficio de la población más pobre del paí­s y en otros que debieran surgir para compensar el abandono histórico en que han vivido millones de guatemaltecos, siempre termino con la idea de que si el gobierno no se empeña en hacer transparente ese tipo de inversión, tarde o temprano veremos cómo lo que debiera ser el más importante paso de este gobierno puede convertirse en la lápida de su sepultura.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Porque obviamente hay una fuerte oposición a que el Estado invierta recursos en los más pobres y ese abandono señalado arriba no ha sido casual sino producto de una lí­nea hegemónica que critica como gesto populista cualquier forma de ayuda que se intente para los más pobres. Es ya cantaleta eso de que no hay que regalar pescado a la gente sino que debemos enseñarles a pescar, aunque en el fondo reconozcamos que ni hay agua, ni hay peces ni, sobre todo, hay tiempo para que la gente subsista mientras aprende. Un vistazo a los indicadores de desarrollo humano es suficiente para entender que todo lo que hagamos es poco a la luz de las necesidades de la población, pero aún y entendiendo eso, se privilegia el dogma ideológico y de esa cuenta la lí­nea dominante en la mayorí­a de los medios de comunicación es que el bienestar de los más pobres debe ser consecuencia del mayor enriquecimiento de los más ricos, quienes irán esparciendo y regando beneficios.

Por supuesto que en nuestra realidad, y en la de la humanidad misma, esas pamplinas no se las puede tragar nadie, pero como así­ dicen los «profesores» que han ideologizado el proceso de la enseñanza económica entre los que influyen y deciden en nuestro paí­s, todos, hasta los más pelados, terminan aceptando la validez de la falacia.

Ahora bien, el problema está en que en el gobierno hay gente que piensa que hagan lo que hagan en pro de la transparencia de todos modos los van a atacar y los harán pedazos, razón por la cual no hay un interés marcado por establecer mecanismos de control eficientes. No puede descartarse, por supuesto, que existan personas que tienen el interés de mantener la nebulosa porque ello les permite meter la mano en las arcas públicas sin temor a la rendición de cuentas. Poco les importa a éstos que se robe el dinero destinado a los más pobres, lo que hace que esas formas de corrupción sean mucho más graves y deleznables.

Pienso que el presidente Colom y su esposa deben hacer todo lo humanamente posible por transparentar el gasto público y, sobre todo, la inversión social que se han impuesto como tarea esencial del gobierno. Porque la única forma de hacer que esos programas duren lo suficiente para beneficiar a los guatemaltecos históricamente olvidados por el sistema es evitando la destrucción de los programas que vendrá por la lí­nea del cuestionamiento a la forma en que se ejecuta el gasto.

No hay ningún programa de gobierno que deba realizarse sin la adecuada fiscalización, pero esperar a que la Contralorí­a cumpla su papel es como esperar que algún dí­a le deduzcan seriamente responsabilidad a un presidente por acciones realizadas en el poder. Por ello, y por la enorme importancia de la inversión social, el gobierno debe ser el que se empeñe en el mejor programa de rendición de cuentas en la historia del paí­s, con lo cual acallarí­an muchas voces disonantes.