Celo excesivo


Editorial_LH

Ayer reporteros a cargo de dar cobertura a los procesos judiciales, que se siguen en la ciudad de Guatemala, fueron víctimas de una agresión desmedida por los agentes encargados de trasladar al señor Roberto Barreda de León para la audiencia en la que se le iba a notificar el motivo de su detención. Se trata, sin lugar a dudas, de un caso que despierta mucho interés en la ciudadanía y en el que se puede notar ya una extraordinaria movilización mediática, no sólo de parte de la Prensa que trata de informar, sino de sectores que tratan de desinformar para crear un ambiente que prepare una eventual disposición que beneficie al sindicado.


El Caso Siekavizza, como se conoce al que ahora tiene como sindicado a Roberto Barreda, atrae atención de la ciudadanía porque es un reflejo de cómo se trafican influencias en los órganos encargados de administrar justicia y permite demostrar, a partir de hechos concretos como el retraso del inicio del proceso para esperar que la jueza titular vuelva de vacaciones, la manera en que se instrumentaliza a los órganos jurisdiccionales para que sean pilar de la impunidad existente en el país.
 
 Creemos que la Prensa tiene que observar ciertas normas elementales para no comprometer la seguridad de las personas, pero según el recuento de testigos presentes en la Torre de Tribunales, en el caso del uso de gases tóxicos para alejar a los periodistas hubo un verdadero exceso en el uso de la fuerza que tiene que ser rechazado. Los periodistas simplemente estaban lanzando sus preguntas a Barreda y los policías recibieron órdenes expresas de agredirlos con los gases que afectaron a varios de los comunicadores sociales.
 
 El Ministro de Gobernación pidió disculpas por cualquier exceso cometido, insistiendo en que deben observarse protocolos para no poner en riesgo a los presos que son llevados a tribunales. Esos protocolos, sin embargo, se violentan por la misma improvisación que hay en el traslado de los reclusos y la forma en que quedan expuestos cuando un ascensor se les cierra. El problema no fue que la Prensa acosara a Barreda, sino que los agentes se pusieron extremadamente nerviosos cuando no pudieron entrar al ascensor.
 
 A disculpa del Ministro es importante siempre y cuando se traduzca en una instrucción para que los agentes policiales dejen de actuar de manera prepotente y agresiva en contra de los periodistas que no hacen sino cumplir con su trabajo en el ejercicio del derecho a la información. Es evidente que hay agentes que no pueden reprimir su desagrado ante los periodistas, pero ese sentimiento no debe ni puede tolerarse para que se traduzca en agresiones.
 

Minutero
La defensa de Barreda
está librando una campaña
que no es del todo extraña
y que en ciertos medios se queda