Celebran con actos e incidentes


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Con coloridas marchas pero también fuertes protestas que desataron algunos incidentes, miles de latinoamericanos conmemoraron ayer el Día del Trabajo al tiempo que redoblaron sus demandas de mejoras laborales.

LA PAZ Agencia AP

En La Paz, la tradicional marcha encabezada por la Central Obrera Boliviana derivó en protestas contra el gobierno del presidente Evo Morales. La Central, ex aliada de Morales, se ha distanciado del gobierno.

Manifestantes quemaron un muñeco que representaba a Morales y lanzaron consignas contra el gobierno. De la marcha en la capital boliviana participaron maestros y médicos de los servicios públicos que riñen al gobierno desde que hace un mes por un aumento de dos horas a su jornada laboral que era de seis.

«El aumento (de la jornada laboral) del gobierno es unilateral, nosotros le exigimos al presidente Morales que se siente a negociar», dijo Juan Carlos Trujillo, secretario ejecutivo de la Central.

También participaban mineros que a su paso por las calles del centro hacían detonar pequeñas cargas de dinamita. Sin embargo, no se registraron incidentes con la policía.

En Santiago de Chile, violentos disturbios empañaron una masiva concentración que concluyó con 10 policías heridos y unos 30 de detenidos, según un balance del jefe policial de Santiago, general Luis Valdés.

El oficial dijo que en el acto participaron unas 8.000 personas.

Al concluir el discurso principal del acto convocado por la Central Unitaria de Trabajadores, al que asistieron unas 50.000 personas según los organizadores, personas con rostros cubiertos mezclados entre los manifestantes lanzaron piedras contra la policía que custodiaba una zona de la principal avenida de la ciudad, donde se desarrolló la conmemoración.

Unos 300 encapuchados lanzaron proyectiles contra comercios cerrados, rompieron ventanales en un par de sucursales bancarias y la puerta metálica de uno de los locales de donde sustrajeron muebles, con los que armaron una barricada que incendiaron en la calle.

La policía reprimió a los vándalos con carros lanza agua y gases lacrimógenos pero ante su resistencia, más de una veintena de agentes montados arremetió contra los encapuchados y contra fotógrafos y camarógrafos presentes.

El socialista Arturo Martínez, presidente de la central sindical, pidió un impuesto diferenciado para los productos básicos muy inferior al 19% actual y exigió que el sueldo mínimo sea elevado de 375 a 514 dólares.

En cambio, el clima fue de fiesta en La Habana, donde encabezados por el presidente Raúl Castro y el líder de la Central de Trabajadores de Cuba, Salvador Valdés Mesa, miles de cubanos recorrieron la Plaza de la Revolución en una apretada columna mientras agitaban banderas y pancartas que identificaban sus centros de trabajo o rendían tributo a los líderes de la revolución, Fidel Castro y Ernesto «Che» Guevara.

«Preservar y perfeccionar el socialismo», decía un cartel gigante de calle a calle que abrió la manifestación temprano por la mañana.

Según Valdés Mesa, quien tuvo a su cargo un breve discurso de apertura, fue una «jornada de reafirmación y compromiso» de los trabajadores con los cambios iniciados por Castro, que buscan lograr la sustentabilidad del modelo cubano abriendo espacios para el trabajo independiente, reduciendo la plantilla estatal y eliminando prohibiciones como la compra y venta de casas.

Hubo manifestaciones similares en casi todas las ciudades de la isla.

Valdés Mesa indicó que junto con ellos marcharon 1.900 delegados de diferentes asociaciones sindicales de más de 100 países.

En Caracas, el gran ausente para conmemorar el Día del Trabajador fue el presidente Hugo Chávez, que por sus afecciones de salud viajó a La Habana para recibir tratamiento médico.

Bajo las consignas «pa’ lante, pa’lante comandante», y «el pueblo unido jamás será vencido», varios miles de trabajadores públicos y simpatizantes del gobierno, con sus características franelas rojas, marcharon por avenidas del este y centro de la capital venezolana.

«Siento una gran nostalgia. Verdaderamente lo que me han dado es ganas de llorar pero con Dios y la Virgen hacia adelante», dijo Rafaela Landaeta, una empleada estatal de 50 años, al lamentar que el mandatario no se encuentre en el país en la celebración del Día del Trabajador.

Víctor Quintero, de 50 años, comentó que «extrañamos a nuestro comandante en jefe pero es bueno que él vaya a hacerse su tratamiento, guarde su reposo como debe ser porque vienen batallas duras y tenemos que tenerlo bien fuerte».

Centenares de opositores venezolanos también conmemoraron el Día del Trabajador y protestaron contra el nuevo texto de la Ley del Trabajo que aprobó el mandatario en la víspera.

«Tenemos que luchar contra este gobierno que nos lleva rumbo al comunismo», afirmó Jesús Pinto, un vigilante de 60 años, contrario a Chávez.

En Colombia, varios miles de manifestantes salieron a las calles y algunos protagonizaron enfrentamientos aislados.

El 1 de Mayo «fue muy bueno, muy positivo, porque todos los trabajadores como siempre no requirieron de mayor convocatoria para llegar voluntariamente a las concentraciones y a las marchas», dijo vía telefónica Luis Alejandro Pedraza, de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

Agregó que en Bogotá y otras ciudades se presentaron «conatos» de parte de algunos «muchachos que hacen del 1 de Mayo un objetivo para desarrollar su forma de pensar y de actuar», refiriéndose a los protagonistas de los choques con las autoridades.

El general de la policía Rodolfo Palomino explicó que las marchas de unos 40.000 trabajadores «se desarrollaron con normalidad y respeto», pero reportó el arresto de 148 personas, algunas de las cuales serán procesadas por diferentes delitos.

En Paraguay, un centenar de niños exigieron una autorización del gobierno y del Congreso para que trabajen como vendedores ambulantes u ocupar cargos menores en instituciones públicas y privadas.

Aunque no está permitido que los menores realicen tareas remuneradas, las calles de Asunción y otras ciudades están llenas de niños que venden baratijas u ofrecen juegos de azar.

«Necesitamos trabajar de cualquier forma para ayudar a mantener a nuestras familias», dijo a la AP Griselda González, de 13 años, vendedora de boletas de lotería.