Celebración de la Independencia estadounidense


Stephen McFarland, embajador de Estados Unidos en Guatemala, y su esposa, al dar la bienvenida a la fiesta. FOTO LA HORA: ROBERTO AGUJA

El pasado viernes 2 de julio, el cuerpo diplomático de Estados Unidos acreditado en Guatemala, el cual está encabezado por el embajador Stephen McFarland, celebró la Independencia de ese paí­s, compartiendo el festejo con miembros de la comunidad internacional, personalidades guatemaltecas y amigos en general.

Redacción La Hora
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Los actos protocolarios dieron inicio con el ingreso de las banderas. FOTO LA HORA: ROBERTO AGUJACuerpo diplomático, ciudadanos estadounidenses y amigos en general, participaron en la celebración de la Independencia norteamericana. FOTO LA HORA: ROBERTO AGUJALos embajadores de Canadá, Brasil, Uruguay y Argentina, durante la celebración. FOTO LA HORA: ROBERTO AGUJADiputados al Congreso de la República, junto al embajador McFarland. FOTO LA HORA: ROBERTO AGUJA

El festejo contó con la participación de más de 700 personas, entre funcionarios del gobierno de Guatemala y de Estados Unidos, cuerpo diplomático, organizaciones internacionales, sociedad civil, sector privado, medios de comunicación y amigos de la misión diplomática estadounidense en Guatemala.

Stephen McFarland, embajador de Estados Unidos, brindó un mensaje de bienvenida a los asistentes: «Muchí­simas gracias por venir esta tarde y estar con nosotros. Celebramos hoy, dos dí­as antes, la Independencia de los Estados Unidos de América, en alusión a que el festejo se realizó el 2 de julio.

Para McFarland, la creación de los Estados Unidos «no sólo fue una revolución polí­tica, sino una revolución social, casi un salto al vací­o. Los artí­fices fueron hombres y mujeres de todos los estratos sociales. Encontraron que una cosa es declarar la Independencia, y otra cosa es construir una democracia. El respeto a la libertad de prensa, la independencia del Organismo Judicial, el aceptar la competencia partidaria y la alternancia en el poder -todos estos principios que a los norteamericanos nos parecen obvios ahora- requirieron mucho trabajo y liderazgo de los gobernantes, de los opositores, y de la sociedad civil; descubrimos que ningún partido, ningún sector social, ningún gobierno tiene el monopolio de la razón y de los principios».

«La República nació con muchas deudas sociales, principalmente la esclavitud y la polí­tica hacia los indí­genas, y la ausencia de los derechos polí­ticos de la mujer. Sin embargo, la idea, la convicción, de que los objetivos primordiales de una democracia son la libertad y el bienestar para todos motivó que las siguientes generaciones avanzaran sobre éstos y otros retos. La equidad de oportunidades para todos, sin importar la raza, etnia, clase, género u orientación sexual, tiene que ser el norte de una democracia», prosiguió el representante de Estados Unidos.

Finalmente, recordó que los pueblos y gobiernos de Guatemala y de los Estados Unidos «estamos unidos por los principios, los retos y las oportunidades que tenemos en común. Hemos cooperado, en el último año, en la respuesta continental al golpe en Honduras, donde los gobiernos de las Américas enfatizaron que las diferencias polí­ticas, aun las más agudas, deben resolverse a través del diálogo y el respeto a la ley y la democracia. Hemos cooperado con Guatemala contra la impunidad, con el apoyo de la CICIG y de la comunidad internacional, y contra el hambre, también con el apoyo de otros paí­ses de la comunidad internacional. Para cooperar mejor tenemos que trabajar cada vez más como socios, sobre todo ahora que encontramos en Guatemala una encrucijada en cuanto a la lucha contra la impunidad y por los derechos humanos, y contra la exclusión y la pobreza», indicó McFarland.

«Uno de los retos de trabajar en Guatemala es, como decimos en inglés, «romper la burbuja». Hay que salir de esta zona y de esta ciudad, y estar con la gente de a pie, con la gente más necesitada y relegada, para avanzar realmente en los temas que afectan a nuestros pueblos. Nuestra relación es una relación entre pueblos, no sólo entre gobiernos, entre grupos de la sociedad civil y organizaciones humanitarias de los dos paí­ses; muchos de sus representantes están aquí­ en este evento. Teniendo en cuenta esta relación entre los dos pueblos, fue alentador ver la respuesta, no sólo del gobierno, sino también de la sociedad civil y del sector privado, ante los desastres del Pacaya y de Agatha. En ese espí­ritu, les invito a brindar por los pueblos de Guatemala y de los Estados Unidos y las relaciones entre sus gobiernos», concluyó.