Las instituciones de seguridad y justicia casi colapsaron y han perdido la capacidad de realizar su función de proteger a los guatemaltecos de la enorme ola de criminalidad que a diario aumenta su expansión en Guatemala y, como un tenebroso manto negro atrapó al país y a sus habitantes dentro de su seno.
Carlos Castresana, comisionado contra la impunidad en Guatemala, asevera que este dictamen está manifiestamente establecido, pero «el paciente se niega a tomar la medicina que se le recomienda». «Y enfermo que no toma las medicinas se termina muriendo».
Carlos Castresana es alguien que en muy corto tiempo se ha convertido en un personaje que causa polémica dentro de la ciudadanía. Mientras unos lo felicitan fervientemente por el buen trabajo realizado, otros dicen que es alguien que vino a entrometerse y a venderse al Gobierno para proteger al presidente ílvaro Colom «del asesinato que él y sus allegados cometieron contra el abogado Rodrigo Rosenberg», cuyo video dio la vuelta al mundo en un santiamén acusando a las altas cúpulas gubernamentales de su asesinato.
La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala -CICIG- está compuesta por 180 funcionarios internacionales de 27 diferentes países, y su financiamiento es 100% cubierto por la comunidad internacional, «de forma que los guatemaltecos tienen este servicio sin que ellos eroguen un solo centavo», dice Castresana. Cabe recordar que Castresana también funge como Fiscal del Tribunal Supremo de España.
Como Castresana afirma, el Gobierno de Guatemala tuvo la valentía de solicitar esta ayuda a las Naciones Unidas. Sin embargo, algunos columnistas de Prensa y, propiamente, algunos diarios escritos han atacado a Castresana de diferentes formas y, se rasgan las vestiduras con esta idea «No queremos que extranjeros vengan a meterse en los asuntos internos de los guatemaltecos. Que éstos deberían darse abasto para arreglar sus propios problemas y debilidades».
Han pasado más de 500 años desde la Conquista y las cosas en Guatemala siguieron igual, hasta la llegada de Castresana quien evidente, efectiva y eficientemente ha tenido la temeridad y la solvencia de tocar teclas que ningún fiscal o juez guatemalteco se había atrevido a tocar, precisamente por lo peligrosas que son las estructuras del bajo mundo, donde están metidos hasta los cachos muchos del alto mundo guatemalteco. No existe varita mágica para cambiar estructuras. Son procesos largos.
Escuchando hablar a Carlos Castresana podemos darnos cuenta de que es una persona sumamente instruida. Maneja el idioma correctamente; no utiliza muletillas o redundancias; va directo al grano sin utilizar los grandes rodeos que se acostumbran en Guatemala. Es notorio que conoce con bastante profundidad sobre investigación, comunicación, antropología, historia y otras ciencias afines a su oficio como Fiscal Contra la Impunidad en Guatemala. Tiene razón cuando dice que la Prensa guatemalteca no utiliza una autocrítica efectiva como debería ser dentro de un sistema democrático.
Castresana es un hombre inteligente que no vendería su futuro torpemente y, si como ser humano tuviera aspiraciones políticas, como se le acusa de querer ser el Secretario General de la ONU, serían intereses válidos para cualquier ciudadano del mundo que tenga el currículo pertinente. Desgraciadamente en Guatemala la envidia profunda es una plaga… bien explotada políticamente por varios medios comunicacionales.