Casi ya dejó de ser noticia «Mel» Zelaya


Al parecer, la turbonada polí­tica de la hermana República de Honduras, de los dí­as que se alejan más y más, virtualmente ha pasado a la historia.

Marco Tulio Trejo Paiz

Es por eso que el destronado gobernante Manuel Zelaya ha dejado de plañir como las mujeres alquiladizas que son utilizadas para que en los actos funerarios expresen condolencia y, así­, dar «solemnidad» a esos momentos…

Y, a propósito, valga decir que la figura de Zelaya, con su sombrerón campirano que no se quita ni en los recintos de la ONU ni en los de la famosa OEA, ni en los de la alegre diplomacia, está desapareciendo como los últimos relámpagos que se observan en lontananza cuando se va despidiendo el invierno…

Entretanto, el régimen surgido de la bajada del pedestal de Zelaya, que preside Micheletti, se afianza como la hiedra extendida en el muro y adquiere más popularidad que el que se enamoró de la ALBA de Hugo Chávez.

A contrapelo de lo que puedan decir los demagogos aquellos, mucha gente admira a los hombres -civiles y militares- que contra viento y marea han logrado imponerse ante las inoperantes acciones de la llamada «comunidad internacional» respecto de los asuntos privativos, de respetable soberaní­a, de los hondureños.

Casi toda esa «comunidad internacional» se ha llevado un tremendo chasco al no accederse al retorno al principal taburete de la burocracia catracha de don «Mel», quien puede estar pasando a la situación del judí­o errante, aunque en cualquiera de los patios del «imperio» en cierne de Hugo Chávez Frí­as y compañí­a podrá tener oportunidad de entrar como Pedro por su casa, merced a la «causa» que en mala hora abrazó.

Zelaya debe de haberse sentido muy ufano, muy «de a petate», muy de a sombrero, como suele decirse, cuando se convirtió en uno de los principales protagonistas de la fiesta brava de las Hibueras, pues ni con las millonadas de lempiras que haya podido acumular a lo largo de su cercenada jornada hubiese podido costear la publicidad que consiguió sin querer queriendo a nivel internacional. ¡Complacido deberí­a estar don Mel!

A lo mejor el personaje de referencia, que ahora ha de estar viviendo entre suspiro y suspiro en calidad de exiliado, podrá hallarse entregado a elaborar planes conspirativos contra el nuevo orden de cosas con la asesorí­a, tras bambalinas, del megalómano en decadencia Fidel Castro y del histérico militronche ex golpista que con desparpajo y fanfarronamente dijo que derrocarí­a a Roberto Micheletti como si Honduras fuese parte de su feudo de aventuras agresivas y expresivas del socialismo del siglo XXI…

El señor Manuel Zelaya Rosales debe permanecer ilapso, de cerca o de lejos, en los dí­as de gloria de Pepe Lobo, sin estar aullando como los coyotes (los cuadrúpedos, no los «bí­pedos» de la frontera mexicano-estadounidense), para ver si lo perdonan de los delitos que le achacan y, entonces, volver a la parcela e intentar otro vuelo de aguilucho sin los temores de su triste actualidad.

Ya pueden verse barruntos en el horizonte que mueven a pensar que los injerencistas de algunas partes del campo exterior se ven dispuestos a normalizar paulatinamente las relaciones con el gobierno que presidirá a partir de los últimos dí­as de este mes (enero 2010) el hombre fuerte del partido opositor hondureño -Pepe Lobo- que fue favorecido mayoritariamente en las urnas electorales.

Así­ es que… ¡ya es demasiado tarde para que siga lloriqueando con pretensiones de recuperar la guayaba madura que se le fue de las manos por farolero, don Manuel Zelaya y Rosales! ¡Nos imaginamos que su pueblo estará deseando que viva tranquilo y feliz, disfrutando con los suyos los caudales nada despreciables que atesoró a su paso por los altos tinglados gubernamentales de la patria de Francisco Morazán!!!