ílvaro Arzú sabe, perfectamente, que no puede ser candidato presidencial, salvo que sea tan ignorante que de verdad pretenda lanzarse a la palestra. Cosa que no es imposible, porque con lo terco que es el burgomaestre, tal vez todavía cree que alguien puede venir y cambiar la Constitución de un plumazo o darle un permisito especial para semejante despropósito. Pero nada nos extraña porque, como él, casi los políticos guatemaltecos del momento, son los primeros que quebrantan la ley.
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Otro caso similar lo representan los líderes del partido naranja, que muy astutamente se han convertido en comunicadores sociales y han organizado programas de televisión semanalmente para promocionar sus proyectos. Sinibaldi es el caso más patético de los últimos meses, aunque en realidad el que se adelantó fue Arredondo -hace ya más de un año- con un programa bastante insulso y sin garra periodística, de muy escasa producción. Sin embargo, vale decirlo con toda franqueza: el programa de Sinibaldi ha sido el pretexto naranja, para lograr posicionarlo como el más fuerte competidor por la alcaldía capitalina. Sinibaldi se convirtió de esta manera en el alfil del partido de Otto Pérez Molina, para estar presente los días domingos en todos los canales de TV habidos y por haber, en la ciudad que busca gobernar. El tema, a simple vista, no parece ningún problema, sino fuera porque estos programitas se convierten en el pretexto para hacerle imagen al joven dirigente naranja, en vallas, en spots de radio y televisión, así como anuncios de prensa impresa. Esta es la forma más elegante que la mara naranja tiene de tomarnos el pelo; de decirle al votante, que a ellos les viene del norte la ley y se constituye en el mecanismo más elegante de violar la norma electoral, sin caer en problemas con el TSE. El asunto es, entonces, que los patriotas violan flagrantemente las disposiciones legales y les importa un bledo, lo que piensen todos. La idea es posicionarse antes que cualquiera, por aquello que «el que pega dos veces, gana». Igual manera lo han venido haciendo, entre otros, Baldizón con sus anuncios de radio y sus vallas de color rojo y negro, en los que anuncia su acuerdo con la pena de muerte. Lo mismo hizo Caballeros -líder de un partido conservador- abogado para más fregar, pero ya no siguió con la estrategia porque el TSE le dio un parón en seco. Lo seguro del caso, es que toda esa publicidad de lanzamiento de su imagen partidaria, en la que pretendía vender la idea de una nueva visión para Guatemala y renovar viejos valores enraizados en nuestras conciencias, quedará a la espera de próximas acciones… porque estaba violando la ley. ¿Qué decir de Sandra, conocida ampliamente como «la doña» en esa ansiosa carrera por posicionar anticipadamente su imagen para la próxima contienda electoral? Todos lo sabemos: ha venido violando la Ley Electoral, posiblemente desde el primer día que su marido tomó posesión como mandamás. Ella y el partido oficialista han lanzado, reiteradamente con alevosía y total ventaja -con una gran anticipación- una verdadera campaña propagandística sumamente bien definida. Desde el slogan de Tiempos de Solidaridad, acuñado a propósito a inicios del presente gobierno, hasta el último de los actos programados por sus asesores de imagen, todo ha sido en función de elevarle sus bonos ante la gente sencilla, con los más olvidados de la sociedad, con las personas que reciben donaciones (sean en efectivo) o sean en especie; con las ayudas materiales pequeñas, medianas o algo más sustancioso… todo ha sido para aprovecharlo políticamente. Y… ¿Entonces? ¡Estamos jodidos los chapines! Los principales líderes políticos han sido los primeros en violar la ley. ¿Qué pueden ellos esperar de nosotros? Solo nuestra total indignación y el repudio generalizado. Lástima que ya no tengamos Magistrados con arrestos para ponerlos en cintura…