«Las patrullas nocturnas son más arriesgadas», dice un soldado nigeriano, con una metralleta en la mano, su casco azul sobre el cráneo.
El convoy militar de la fuerza de mantenimiento de la paz ONU-Unión africana en Darfur (Minuad) formado por dos blindados y tres jeep le da una vuelta a los campamentos de desplazados en los alrededores de la ciudad de El Geneina, capital de Darfur occidental, situada cerca de Chad.
«Aquí, de noche, cuando se oculta el sol, se oyen disparos», se queja Toril Mohammed, residente del campo de Ardamata, que carece de electricidad.
«Pero no se sabe quién dispara», observa este hombre de 37 años, vestido con una túnica blanca, rodeado de sus numerosos hijos. Los más pequeños nacieron en este campamento de fortuna, donde hay chozas con techo de paja al lado de los galpones de lata que sirven de albergue.
«Los desplazados se quejan de que hay tiroteos de noche… para que se sientan seguros enviamos patrullas», de militares armados o de policías, sin armas, explica el teniente coronel Hamza Kaoje, de la Minuad.
De noche la situación sigue siendo tensa en algunas zonas de Darfur, sobre todo en El Geneina, un pueblo como los del «Far West», en el que soldados sudaneses, milicianos locales, rebeldes y bandidos van de un lado a otro con sus armas en la mano.
«Hay muchos problemas aquí de noche, disparos de fusil. Es mejor quedarse en casa», lamenta Mohammed Moussa, un joven chofer de taxi.
Una noche, a fines de marzo, un grupo de desconocidos incendió el campamento de Abuzar, a dos pasos de El Geneina, quemando un centenar de refugios. Dos personas murieron.
«Los desplazados nos piden venir con frecuencia, pero como tenemos pocos hombres, no podemos estar aquí en los campamentos las 24 horas del día», lamenta Hamza Kaoje.
La Minuad está llamada a convertirse en la misión de paz más importante del mundo, pero 15 meses después de su lanzamiento, sólo 15.700 de los 26.000 soldados y policías previstos han sido desplegados.
Además sufren de escasez de medios. Y lo peor es que a veces, durante las patrullas, caen en emboscadas para robarles sus vehículos todoterrenos, muy apreciados en el mercado negro.
Darfur es desde 2003 escenario de un conflicto bastante complejo entre una gran cantidad de movimientos armados enfrentados a las fuerzas gubernamentales y a sus milicias aliadas.
El conflicto ha dejado cerca de 300.000 muertos, según la ONU, y 2,7 millones de desplazados que dependen de la ayuda alimentaria.
No obstante el nivel general de violencia ha disminuido desde hace dos años, recalcan varios observadores. «Las poblaciones civiles viven en una relativa seguridad. Las mujeres pueden ir a buscar leña cerca de los campamentos y regresar sin ser agredidas como antes», dice el general senegalés Balla Keita, comandante de la Minuad en Darfur occidental.
Toril Mohammed
residente del campo de Ardamata