El director español Carlos Saura pasa por alto todas las convenciones en su película «Fados», que este miércoles ha llegado a las pantallas de Francia, al introducir coreografías para acompañar este canto tradicional portugués impregnado de nostalgia y melancolía que en general se escucha con recogimiento.
El director aragonés de 76 años estrena esta película que terminó en 2007 en doce cines franceses, dos de ellos parisinos, según indicó a la AFP una representante de la distribuidora TFM, Valeria Ciézar.
La película ha despertado más expectación casi entre los especialistas franceses de música que de cine, explicó Ciézar, y mucha en los medios radiofónicos. «Ha sido curioso comprobar que hay periodistas jóvenes que nunca oyeron la palabra «fado», que desconocían el género», agregó.
El diario L»Humanité dedica una página entera a Saura y a lo que define como «un juego de espejos sutil e infinito». Le Figaro dice que «este hermoso fresco sobre el fado acentúa la dimensión universal de esta música».
El semanario satírico Le Canard Enchainé, en cambio, considera que se trata de una «revisión aseptizada» y tilda a Saura de «guía turístico más «fade» (soso en francés) que fado». «El dispositivo escénico caduco no aporta nada decisivo al placer musical», abunda Le Monde. «A pesar de un déficit coreográfico, Saura ofrece a los aficionados un pequeño tesoro musical», rebate Libération.
En todo caso, Saura busca dar una imagen diferente de este género musical tradicional siguiendo su evolución, desde sus orígenes africanos y brasileños hasta las interpretaciones más innovadoras de la nueva generación de artistas que lo llevan hoy a los escenarios.
Un fado en perpetua evolución con aportaciones de los ritmos africanos, el hip hop, la música clásica o la bossa nova con intérpretes de diferentes nacionalidades como los brasileños Caetano Veloso o Chico Buarque, la luso-mozambiqueña Mariza, la mexicana Lila Downs.
«Muchos fados tienen tal ritmo y cadencia que se pueden bailar. La regla consistente en decir que el fado no está hecho para bailar es una invención puramente portuguesa», explicó Saura a la AFP en el estreno portugués de la película.
Al optar por el plural «Fados» en el título, Saura ha querido subrayar la variedad y las posibilidades nuevas de un género demasiado rígido, marcado estos últimos años por la tradición.
«He querido introducir en mi película ciertos elementos que creemos han podido influir en el fado (…), por ejemplo los ritmos de Brasil o Africa», explica el director español.
Música emblemática de todo un pueblo y voz de Portugal en el mundo gracias a artistas como Amalia Rodrigues, el fado, según ciertos especialistas, proviene de Brasil donde los ritmos negros importados por los esclavos africanos se mezclaron con las «modinhas», aires musicales de los salones nobles.
Luego llegó a América del Sur de la mano de los aristócratas y sus domésticos, que en 1807 se unieron a la corte portuguesa que huyó de las tropas napoleónicas para instalarse en Brasil.
Sin renegar de la tradición, una nueva generación de fadistas ha surgido estos últimos años, dispuesta a asumir el relevo y añadir su marca personal, con artistas como Camané, Katia Guerreiro, Mafalda Arnauth, Cristina Branco, Pedro Moutinho o Mariza, la nueva diva del fado en el mundo.
«Me parecía fundamental renovar el fado. Existe un fado ortodoxo, clásico, que está ahí para durar. Y existe otro que impulsa a los fadistas a ir más lejos. Creo que el mestizaje es fundamental», estima el cineasta.
Después de «Flamenco» en 1995 y «Tango» en 1998, «Fados» cierra la trilogía musical del cineasta español, que ya está dando los últimos toques a «Io, Don Giovanni», la creación de la ópera de Mozart vista por su libretista, que le ha reunido de nuevo con el director de fotografía italiano Vittorio Storaro.