Cicerón, el político y orador romano, dijo sentenciosamente alguna vez: «La vida no es nada sin amistad». Y, así la vida mía la siento menoscabada desde que supe del deceso físico de Carlos Paz Tejada, cuya amistad siempre fue para mí un preciadísimo bien moral y conductivo hacia las mejores causas de solidaridad político- social. Pero, al evocar su excepcional conducta individual, así como de autoridad militar, funcionario público y guía revolucionario, pienso que debo apaciguar estos dolorosos y depresivos sentimientos de condolencia y, por el contrario, en lo que todavía me resta de existencia, continuar la brega que nos hermanó siempre: la de contribuir a la construcción de una Guatemala, libre e independiente en la que sus hijos, en primer lugar sus primigenios y milenarios vástagos, ascendientes (a mucho orgullo) de nosotros, los guatemaltecos mestizos, alcancen y también quienes no somos indígenas, su desarrollo humano en una sociedad en la que impere la justicia social.
Carlos y yo tenemos mucho en común. Tanto él, como yo, somos guanaco-chapines, condición que determinó en ambos una vocación unionista centroamericana. Ambos venimos a este mundo en el mismo año, 1918, el del Armisticio de la Primera Guerra Mundial. En nuestra niñez, pubertad y adolescencia estuvimos muy cerca y no me puedo explicar cómo fue que no nos conocimos y tratamos. El caso es que él relata en el libro escrito por Carlos Figueroa Ibarra, «Paz Tejada- militar y revolucionario «, que siendo patojo entró a trabajar al Centro Editorial, donde se imprimía Nuestro Diario, del cual mi padre, Carlos Bauer Avilés y Federico Hernández de León eran directores y condueños. Al salir del colegio, máxime en los meses de vacaciones, yo me iba a meter a los talleres en donde Carlos laboraba de aprendiz de tipógrafo. Tanto él, como yo, le teníamos mucho respeto a don Luis Torres, el jefe de la imprenta. Ya adolescente, Carlos volvió a trabajar en el Centro Editorial y cuenta que conoció a ílvaro Contreras Vélez, quien llevaba en bicicleta los cables de la Tropical Radio, y al poco tiempo empezó a hacer sus primeros pinos de reportero, cuando yo hacía lo mismo, porque de 1935 a 1938 fui también cazanoticias, habiendo desempeñado la responsabilidad de cubrir en San Salvador, la información relativa a los torneos en los VI Juegos Deportivos de Centroamérica y del Caribe.
Admiro a Carlos Paz Tejada, porque si yo he hecho algo como profesional con vocación de servicio y como servidor del Estado, me fue más fácil porque durante toda mi juventud no padecí de estrechez económica, pues mis progenitores me sostenían, que no fue el caso de Carlos, en un sólido hogar familiar, pero de escasos recursos económicos que, como se ha relatado en el párrafo anterior, le obligó a trabajar, pero sin descuidar sus estudios.
A la misma edad, más o menos, ambos tuvimos la misma inclinación, A él, la vistosidad de jinete engalanado como Napoleón Bonaparte, del Señor Presidente, le impulsó ingresar al Cuerpo de Caballería del Ejército y en el libro citado relata cómo su madre le fue a pedir al Ministro de la Guerra, el general Reyes, analfabeta, que autorizara la incorporación de su hijo menor de edad a dicho Cuerpo. Reyes le dijo: «está bueno, pero le advierto que si su hijo entra a la caballería y no aguanta y después usted viene a llorar aquí y pide su baja, le vamos a dar de baja pero antes le vamos a dar una buena pijeada». A pesar de esa advertencia, Carlos se hizo dragón, o sea soldado de caballería, y soportó los malos tratos y los vejámenes propios de aquel sistema despótico, pero no por sumisión sino por hombría.
Pues bien, por esos mismos años a mi entrañable amigo y condiscípulo de La Preparatoria, Humberto Preti Pazos, impresionados por la gallardía de los cadetes de la Escuela Politécnica en los desfiles patrios, decidimos al salir del sexto grado, en vez de hacernos bachilleres, hacernos subtenientes e ingresar a la Academia Militar. Así se lo hice saber a mi padre, cuando me preguntó qué iba a estudiar. ¡Ah!, me dijo, entonces querés ser chonte, porque eso son en el fondo los chafarotes. Y, por supuesto, ante semejante advertencia desistí de hacerme militar e igualmente mi amigo Humberto.
Paz Tejada no sólo fue soldado de «línea», cuartelero, sino también estudiante de La Normal, formadora de maestros de educación, cadete sobresaliente de la Escuela Politécnica, y estudiante universitario, e Ingeniero Civil. Todo por su propio esfuerzo. Como militar fue electo por el Congreso de la República, Jefe de las Fuerzas Armadas, garante de, la administración del Presidente constitucional del Dr. Arévalo. incorruptible.
Exhorto a los guatemaltecos y guatemaltecas a que lean «Paz Tejada- militar y revolucionario» porque van a conocer a un verdadero hombre, con H, a quien le tocó sufrir en carne propia la vesania de los mandos militares de aquella época, presenciar los frecuentes fusilamientos, de dirigentes obreros y aun de personas que habían sido sus partidarios, pero que se oponían a su reelección, así como las prácticas inhumanas de los servicios de policía, que solían torturar a supuestos opositores del gobierno o a cualquier persona arrestada. Pero, toda esa ignominia, lejos de amilanarlo le fueron formando firme conciencia de revolucionario, razón por la cual desde sus inicios hasta el momento de su agonía, fue siempre un abnegado militar y ciudadano revolucionario del proceso democrático de la década 1944-54 y, además, un infatigable continuador de la lucha por el restablecimiento, fuese por vías legales o insurgentes, de las libertades públicas, de la justicia social y la plena soberanía nacional.
Prometo escribir varios artículos más sobre Carlos Paz Tejada, dirigidos especialmente a la juventud para que tome conciencia de lo que es ser un gran patriota y siga su ejemplo.
Mi esposa y yo expresamos nuestro muy sentido pésame a Teresita, su esposa, compañera solidaria y amorosa de siempre y a sus hijos Carlos, Miriam, Carmen, Juan Antonio, Mercedes, nietos y bisnietos y demás familia.
OTROSí: Felicitaciones a mis amigos Marroquín, de La Hora, y a su personal, por el 62 Aniversario de tan preciado órgano de prensa: Tribuna, No Mostrador.
Escuche en Radio Nuevo Mundo, (96.1 FM) los miércoles a las 14.30, el Programa Polémica, del periodista Marcial Méndez Galicia, en el que investigadores del CIEHSEP abordan problemas nacionales.