Carlos Fuentes y los guatemaltecos


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Carlos Fuentes visitó Guatemala en 2002, acaso la última vez que lo hizo. Y lo oímos disertar en un hotel de la capital con su acostumbrada y brillante manera, apelando a la conciencia sobre los problemas de la infancia, resaltando la necesidad de la cultura y la solidaridad.

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POR JAIME BARRIOS CARRILLO

Fuentes se había comprometido plenamente con la infancia de América Latina como miembro del grupo latinoamericano de los Notables por la Infancia. “El centro de todo es el niño… y no les podemos fallar”, afirmaba.

Años atrás yo lo había encontrado rápidamente en Estocolmo durante una conferencia en la Universidad de Estocolmo. Las breves palabras que intercambiamos fueron suficientes para ratificar que se trataba de un hombre fuera de serie, una mente lúcida gobernada por un corazón generoso. Me hizo un par de comentarios muy certeros sobre la situación de Guatemala. De literatura no hablamos.

Dentro de sus miles de artículos, hay más de alguno en el cual toca el tema de Guatemala. Alguna vez leí su protesta vehemente por las masacres, su indignación por el sistema de exclusión con el indígena, su rechazo a las injusticias sociales en nuestro país. Y nos llamaba hermanos y acudía a la solidaridad. En su juventud había visto caer a Arbenz tras la brutal intervención de 1954 y este suceso lo había marcado. Alguna vez dijo: “Y el interés universal del capitalismo se llama imperialismo. Y nosotros somos sus víctimas.”

Pero sus relaciones personales con guatemaltecos fueron importantes para su obra y para su vida. En 1958, por ejemplo, cuando publica su celebérrima novela “La región más transparente”, fue acusado de ofender “a la patria”, cuando no hacía más que criticarla corrupción de los políticos “revolucionarios” que se habían “institucionalizado”. Las presiones fueron muchas. Se intentó un linchamiento mediático, una negación ultranza de la calidad de la novela, a lo cual se prestaron plumíferos comprados, a quienes no vale la pena ni mencionar ni recordar, mientras la novela de Fuentes pertenece ahora a las obras permanentes, inevitables y señeras de la literatura hispanoamericana.

Lo atacaron de “antinacionalista”, una acusación culturalmente muy grave en la coyuntura y contexto de México. Con valentía fue también defendido por los sectores más positivos, entre ellos dos guatemaltecos de gran prestigio internacional, Miguel Ángel Asturias y Luis Cardoza y Aragón, tomaron de inmediato la decisión de cerrar filas con él. Carlos Fuentes diría, años después, sobre el incidente provocado por la publicación de “La región más transparente”: “la novela también recibió el respaldo, nada menos que de Julio Cortázar, Salvador Novo, Luis Cardoza y Aragón, José Lezama Lima y Miguel Ángel Asturias. Con esas cinco voces respaldándome yo iba en ‘caballo de hacienda”.

En efecto, Cardoza y Aragón escribe entonces una reseña sobre la novela de Fuentes y no sólo pondera su valor estético y los bríos narrativos que anuncian una nueva literatura, sino la llama “novela reveladora”. El peso entonces de Cardoza como crítico en México era enorme y la reseña contribuyó a ratificar el espaldarazo del sector más lúcido de la intelectualidad y la crítica a “La región más transparente”.

Por su parte Miguel Ángel Asturias no sólo alaba la novela sino se ocupa de abrirle campo a Fuentes en Argentina, donde Asturias reside a principios de los sesentas con su esposa Blanca Mora y Araujo. Asturias Invita e introduce a Fuentes en el gran Buenos Aires, donde el escritor guatemalteco era ya un ícono literario. De regreso a México, que Fuentes llama “la región más turbia” en su carta Miguel Ángel Asturias fechada 23 de febrero de 1961, expresa no solo su agradecimiento sino le pide su ayuda a Asturias para consolidar y prestigiar la publicación periódica de la cual Carlos Fuentes forma parte. Escribe Fuentes a Asturias: “Estamos dando la batalla frontal contra la reacción con el nuevo suplemento “La Cultura en México” y requerimos con urgencia tu ayuda querido Miguel Ángel, para reducir a puré a los que creyeron que podían silenciarnos. Te quiero pedir por ello, dos grandes favores: un fragmento de la novela que estás preparando y, por tu conducto, un poema de Rafael Alberti. Sé que nos negaran su concurso en esta batalla común cada vez más dura a causa de la resaca de Punta del Este, que tiene en pie de guerra a todos los macatitos de huarache, macartotes de tamal y macartones de la chingada. Un abrazo a Miguel, besos a Blanca y para ti todo el afecto inmenso de Carlos Fuentes. Venceremos.” (la carta contiene unos dibujos o caricaturas del propio Carlos Fuentes representando al amigo común, el escritor e investigador Fernando Benítez).

Carlos Fuentes tuvo un especial encuentro con una bella mujer guatemalteca, que, además, llevaba un apellido emblemático: Arabella Arbenz, actriz en ciernes de 24 años, modelo ya famosa y sobre todo hija del ex presidente Jacobo Arbenz derrocado por la CIA en 1954. Todo el mundo a mediados de los sesentas parecía enamorado de Arabella, o al menos atraído por la pálida belleza de aquella joven de perfectas rasgos y medidas. Arabella había sido la hija rebelde del coronel Àrbenz, la que vivía en la farándula en las grandes capitales y en México era una especie de femme fatale venida del trópico ardiente y sangrante.

Coincidieron ambos, Carlos Fuentes y Arabella Arbenz, en el interés por el cine. La cinematografía mexicana buscaba nuevas vías que superaran el charismo y el folklorismo ultranza o las producciones cómicas de divertimento barato y fácil. El gran cine europeo era un modelo a seguir y se pretendía combinar experimentación visual con guiones bien estructurados que permitieran la producción de un séptimo arte más profundo, más existencial y estéticamente bien logrado. Arabella Arbenz soñaba con un papel estelar. Fuentes con producir un guión maestro. Con la dirección de Juan Ibáñez y con el guión de Fuentes basado en su cuento “Un alma pura” se produce una película donde Arabella hace el papel estelar. El cuento, y luego la película, tratan sobre un viaje a Suiza par parte de la protagonista Claudia para traer el cadáver de su hermano Juan Luis, que se ha suicidado. Claire, la novia de Juan Luis, acaba abortando. Arabella Arbenz hace los dos papeles de Claudia y de Claire. Hay sugerencias de incesto entre los hermanos y al mismo una rivalidad enajenada entre las dos mujeres que sólo puede leerse entre líneas.

Curiosamente “Un alma pura” trata de un suicido. Además transcurre en Suiza. Arabella Arbenz tenía por su padre origen suizo y terminó sus días en Bogotá, el mismo año en que se hizo la película, suicidándose de un tiro en la cabeza. La muerte de Arabella produjo una conmoción enorme. El poeta Cardoza y Aragón escribe el poema “Joven suicida”, del cual extraemos los siguientes versos:

“En tus despeñaderos / no se oyó tu alarido de nívea salamandra / ni la tormenta que levó las áncoras / la muerte es la única respuesta del deseo. / Desnuda ya invisible hecha en la luz / sin memoria y terrible como un ángel / has cruzado el espejo..”

Arabella Arbenz en el momento de su muerte era famosa, joven y bella. Quién puede pedir mayor triangulación? Había hecho fotos de estudio desnuda en París y en México posó sin ropa ante la cámara del famoso fotógrafo Gabriel Figueroa, quien hizo el trabajo de fotografía para la publicidad de la película.

Carlos Fuentes recordando esos años escribiría: “En el México de los sesenta, la vida literaria giraba entre dos cafés de la Zona Rosa, el Kineret y el Tirol. Gabo y yo decidimos institucionalizar los encuentros todos los domingos de las seis de la tarde en adelante en mi desvencijado caserón en San Ángel Inn. Por allí pasó la humanidad entera, todos éramos jóvenes, todos éramos promesas, todos fumábamos, todos bebíamos, unos se quedaron en promesas, otros se propusieron ganar la módica medida del genio con la desmesura del trabajo. Todos bailábamos al ritmo de los recién descubiertos Beatles y Rolling Stones. Prueba: una extraordinaria foto de Gabo bailando el watusi con Elena Garro. Todas las muchachas eran bellas. ¿Quién más que la trágica, frágil orquídea de un invernadero ístmico, Arabella Àrbenz? Arabella, hija del derrocado (por la CIA) presidente de Guatemala Jacobo Àrbenz, vino a México a hacer cine y Gabo y yo éramos pareja de guionistas tan frágiles en nuestro métier como Arabella en su vida.”

Otra mujer guatemalteca, la escritora Alaide Foppa, tendría amistad con Fuentes. Una relación intelectual que se cortó con el macabro secuestro y desaparición forzada de Alaide Foppa en Guatemala cuando visitaba a su madre enferma. Alaide Foppa fue fundadora de la legendaria revista FEM y una de pioneras del feminismo en México. Carlos Fuentes se sumó desde luego a la gran cantidad de intelectuales, artistas y escritores que condenaron el secuestro y exigieron al gobierno del General Lucas García el aparecimiento con vida de Alaide Foppa, lo que lamentablemente como en muchísimos casos en Guatemala, nunca sucedió.

Finalmente hay que mencionar la amistad de Carlos Fuentes y Augusto Monterroso. Carlos Fuentes escribió con motivo de la traducción al inglés de “La oveja negra” de Monterroso: “Imagine el fantástico bestiario de Borges tomando el té con Alicia. Imagine a Jonathan Swift y James Thurber intercambiando notas. Imagine una rana del condado de Calaveras que hubiera leído realmente a Mark Twain. Conozca a Monterroso”. Y cuando falleció Tito, un apesadumbrado Fuentes expresó: «Él es uno de los autores más claros, más inteligente, transparente y sonriente de la lengua española”.

Carlos Fuentes ha muerto. Su partida conmociona. Se va uno de los últimos grandes del boom mas también es uno de los cerebros latinoamericanos más informados de su época. La erudición de Carlos Fuentes parecía no tener límites. Y así se reflejó en sus obras: novelas, ensayos, cuentos, teatro, cine, periodismo. ¿Dónde no estuvo Fuentes? Su obra giro, se inspiró y trató de temas mexicanos. Mas no por ello se aparta de la gran tradición narrativa, ensayística e intelectual de América Latina y esas miles de páginas forman parte, sin duda, del acervo continental de nuestra cultura y literatura. Y resulta interesante ratificar que pese al gran sentimiento mexicano de Carlos Fuentes, fue él un verdadero latinoamericano en actitudes y opiniones. Jamás un cerrado nacionalista sino un alma abierta y proactiva. Además de diametralmente crítico de las injusticias, corrupciones y violencia. Carlos Fuentes: Guatemala fraternalmente te recuerda y te saluda.