Carlos Fuentes, quien hoy cumple 80 años, se ha convertido en uno de los referentes de la literatura latinoamericana desde que hace medio siglo publicó «La región más transparente» y luego desarrolló una prolífica trayectoria que lo encuentra en plena actividad creativa.
Hijo de un diplomático mexicano, Fuentes Macías nace por azar en Panamá y pasa sus primeros años en Quito, Montevideo y Río de Janeiro, hasta establecerse durante su educación primaria en Estados Unidos, alternándola con vacaciones en México, donde impulsado por su padre afianza su español y la defensa de sus raíces mexicanas.
«Â¡Viva México! ¡Mueran los gringos!» gritó un Fuentes de 10 años durante la proyección en Washington de la película «El hombre de la conquista», que aborda la secesión de Texas del territorio mexicano.
Aquel fue su primer acto de rebeldía que más tarde se reflejaría en el intelectual de izquierda en el que se convirtió, no libre de críticas al ser embajador en Francia de un gobierno con orígenes represivos.
Fuentes, que llamó «payasos» al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y al ex candidato presidencial mexicano de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, se establece en México a los 16 años, donde estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), después de vivir en Santiago de Chile y en Buenos Aires.
Los que lo recuerdan en esos años lo definen como un joven «tímido y reservado» que exploraba sólo la capital visitando «barrios pobres, cabarets y cantinas», experiencias que se traducirían en la novela que lo consagró: «La región más transparente», escrita a los 29 años.
El autor de casi una veintena de novelas decide entonces abandonar la carrera de Derecho por un posgrado en Europa, que lo lleva a conocer en París al poeta mexicano Octavio Paz y en Zurich al alemán Thomas Mann, lo que define simbólicamente su vocación literaria, de acuerdo a su biografía «Los escritos de Carlos Fuentes», de Raymond L. Williams.
Fuentes escribe «Terra Nostra» en 1975, una magna obra de 800 páginas, que junto con las novelas «La muerte de Artemio Cruz» y «Aura» lo terminan de encumbrar.
El crítico y ensayista mexicano Armando González, autor de «Que se mueran los intelectuales» (2005), en un artículo publicado en la revista Letras Libres, considera que después de «Terra Nostra» Fuentes «sigue publicando libros de narrativa con una regularidad asombrosa, pero ya no inciden mayormente» y que «más allá de su trabajo literario, es noticia por sí mismo».
De «La voluntad y la fortuna», la última novela de Fuentes, que cuenta con once premios internacionales y nacionales, Amado opina que está «llena de editoriales políticos ficcionalizados» y que, en suma, «es una ofensa a la inteligencia».
Eso es producto, según el crítico, de «la proliferación de personajes desaforados, la manipulación de la trama para que las piezas del rompecabezas embonen de una manera desesperadamente previsible, las grandes parrafadas de lugares comunes y alusiones a la actualidad política arrasan con los pocos vestigios del buen narrador que aparecen intermitentemente».
Otros lo califican como un hombre cariñoso y nada agresivo, que sólo mantiene cerrada una puerta de su vida: la familiar.
Lo único que se conoce de su vida privada es que Fuentes se casó con la actriz mexicana Rita Macedo (1925-1999), de quien se divorció en los años setenta para contraer nupcias con la periodista, también mexicana, Silvia Lemus. De esta unión nacieron Carlos Rafael que padecía hemofilia y murió en 1999 a los 25 años y Natasha que falleció años después a los 32 años por causas desconocidas.
En el Fondo de Cultura Económica en Guatemala, ubicada en 6ª. avenida 8-65 zona 9, la conmemoración de los ochenta años de Carlos Fuentes, es una verdadera celebración.
Carlos Fuentes es el escritor clásico mexicano vivo más importante y uno de los más destacados intelectuales de la actualidad. Nació hoy hace 80 años en Panamá.
En este año, se cumplió medio siglo de su novela «La región más transparente». Su primer libro de cuentos «Los días enmascarados» fue publicado en 1954, y desde entonces su creación suma más de 30 títulos.
Su vasta obra, traducida a varios idiomas, abarca la novela, el ensayo, el cuento, el teatro, el guión cinematográfico y el análisis político. Es autor de libros que han cambiado el rumbo de las letras mexicanas, con novelas como «La muerte de Artemio Cruz» (1962), «Aura» (1962) y «Cristóbal Nonato» (1987).
Entre los reconocimientos que ha recibido están el Premio Biblioteca Breve por «Cambio de piel» (1967), el Premio Xavier Villaurrutia (1976) y el Premio Rómulo Gallegos (1977), estos dos últimos por Terra Nostra.
El Fondo de Cultura Económica publica en noviembre, como parte del homenaje, el Tomo III de sus «Obras reunidas» y «El espejo enterrado» en edición de lujo.